En mi visión simplificada de lo patológico distingo las cuatro secciones de una historia: precuela, ascendente, descendente y secuela. Estas secciones corresponden con cuatro formas de persistencia en las propias emociones: perversión, ansiedad, depresión y fobia. Perversión y ansiedad son formas de activación, donde la perversión supone una activación focalizada. De la misma manera la depresión y la fobia supuestamente reprime, siendo la fobia una depresión localizada en un aspecto concreto, porque no se puede tener miedo de todo.
Aún así esas formas son confundibles, por fuera no es fácil distinguir a una persona que tiene ansiedad de alguien que tiene una fobia. Y puede que la propia persona deba practicar un poco el compartir sus escarabajos de Wittgenstein antes de asegurar nada. En todo arquetipo se viven estas cuatro fases, y es que para crear una historia antes hay que pervertir la realidad, luego hay que vivir la ansiedad del héroe que recorre un mundo desprotegido de alguna ley trasgredida, tras volver victorioso a casa hay como un enorme bajón y, finalmente, tenemos la huella que nos dejó el pasado - con un cierto carácter oscuro convertido en experiencia sobre lo que no hay que hacer.
De todas las perversiones que hay la más común y menos perseguida es la del sadismo. A mi juicio es el verdadero problema, por encima de creerse superior a los demás, ser un insensible, tener miradas sucias o cosas así. El sadismo es un tema que para mí es central: hablamos de gente que adquiere satisfacción real tras percibir el sufrimiento sobre terceros. El sadismo, sin ir más lejos, es imprescindible en los mamíferos para que aprendan el primer prototipo de justicia, el que busca la reparación a través de la venganza o el castigo ¿Qué legitimidad tiene ningún ser humano de castigar a otro? Es una idea que mezcla supremacismo y sadismo.
La cosa es que si se pudiera llamar a la gente sádica, como un insulto, si esta idea calara para que sintieran vergüenza de sí mismos por ser como son, entonces la mayoría de los problemas se resolverían. Incluso desaparecerían muchas guerras, la propaganda manipulativa de masas y los fanatismos serían menos efectivos. Si el sadismo fuera acusado como algo malvado, y no como una forma de vivir, entonces podría observarse grandes cambios.
Para empezar muchos tendrían que justificar en qué consiste el carácter punitivo de la condena: ¿se debe incorporar alguna clase de humillación sobre el preso? ¿Por qué? De la misma manera, ¿a santo de qué un juez le dice a la víctima que tiene el deber de perdonar a quien mató a su familiar? ¿No ese otro acto sádico? ¿Dónde poner el límite?
Si es cierto que todas las personas tenemos en nuestra sangre la competición, la simulación de las guerras en juegos inocentes, el deporte..., ¿no sería aceptable moverse bajo el sadismo bajo contrato? Algo así como que el sadismo podría ser aceptable dentro de los límites de no afectar a terceros, por ejemplo.
En cualquier caso es un pastel en el que no interesa meterse: la pasión de la gente se enciende cuanto más sádico es el líder, que se enfurece sin motivo - con un carácter sádico, contra su rival. Los discursos bien difíciles pueden volverse si los líderes tuvieran que pedir perdón por dirigirse a sus rivales de una manera sádica, distinto de catalogarles con dureza con acusaciones justificables de idiotez, torpeza intelectual, actuar como imbéciles, etc..., lo sádico sería reirse de su aspecto, de lapsus lingüe, de que estén siendo amenazados de muerte... Esto último fue la razón por la que me echaron de Twitter: consideraron que el que yo llamara a Monasterio ZORRA por tener ese comportamiento tan sádico contra un compañero de Parlamento (Pablo M. Iglesias) al recibir una amenaza de muerte a su casa suponía una amenaza por mi parte, y no por parte de ella. Un placer no volver a pasarme por Twitter, ellos me borraron el Twitt, pero yo no - razón por la cual estoy vetado de por vida.
Sadismo era cuando la profesora me reprendía, o incluso castigaba, cuando me obligaba a seguir la lectura de mis compañeros, y a fingir que lo hacía, sabiendo que estos leían de-es-ta-ma-ne-ra-to-do-el-ti-tiem-po. Es cuestión de imaginarse estar durante un texto completo, con todas las frases y sus párrafos, obligado a tener que escuchar e-se-rit-mo-in-ce-san-te-y-su-per-a-bu-rri-do-y-cons-tan-te... El objetivo era que odiáramos la lectura..., no esa sería la consecuencia: el objetivo era satisfacer los deseos sexuales de esa señora. Con todas las letras.
Por eso la inspección haría bien no en expedientar a los profesores de primaria que sean sádicos, sino en expulsarlos: hay cientos de solicitantes de empleo, es una barbaridad. Y lo increible es que, como todas las personas tenemos el instinto pervertido en nuestra conducta, entonces se tengan que sentir identificados. Al fin y al cabo, ¿no se basa el cristianismo y toda nuestra cultura greco-romana en el sadismo más puro? Los dioses eran sádicos, los romanos eran sádicos, los propios cristianos basan su culto a su dios sádico en lo sádicos que fueron los judíos y lo recuerdan todos los domingos con sadismo, además la Edad Media fue inquisitorialmente muy sádica... Nuestra historia es la historia del sadismo, que es la historia de nuestra mayor vergüenza, porque todo lo vivido - junto con las guerras - eran experiencias innecesarias. Era la derrota del individuo, de su búsqueda por la paz social.
Todo comienzo de una buena historia empieza con un punto sádico y, poco a poco, se está como esperando que el villano sufra todas las consecuencias de una manera igualmente sádica. Es como la ley del karma, pero aplicado no sobre los hechos, sino sobre la satisfacción que genera el intercambio de sentimientos. Y ese karma vengativo es una de las formas de sadismo, es un protomecanismo del que se valen las especies para entender cómo funciona la civilización. Algo que hay que desintoxicar.
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