lunes, 11 de julio de 2022

Confianza

El tema de la confianza puede hacerse bastante crucial: ¿meterías a una persona muy oscura en tu empresa? 

Hace más de una década una niña venezolana vino a casa de mis padres y, como era pequeña, me quedé con ella para cuidarla - o solo estar con ella. No recuerdo si le hice la cena, pero lo que sí recuerdo es que me preguntó por fruta, así que le agarré algo que se parecía a un mango - no sé si era un mango, y se lo pasé. "¿Pero cómo voy a comerme esto?", y entonces le pasé un cuchillo.

Según parece se medioasustó, y me insistió en que no sabía cómo usarlo - así que le enseñé a pelar el mango, suponiendo que jamás habría usado un cuchillo. Huelga mencionar que estuve haciéndole chistes de humor negro del tipo: "En España no tenemos dedos de niñas venezolanas, así que procura ir despacio". O cosas por el estilo.

Al llegar una de mis hermanas a la cocina, donde estábamos, se puso a conferir gritos de espanto. Efectivamente la niña no se había cortado ni una vez, y un tiempo después hablando con sus padres me constataron que la niña pelaba mejor las naranjas que ellos mismos; el espanto era que no se podía asociar una niña con un cuchillo - simplemente.

Tuve la oportunidad de hablar con una antigua amiga mía, que es una de las profesoras más respetadas en el colegio de mi barrio, sobre cómo incorporar los cuchillos a primaria: rúbricas, herramientas... Entonces ya le comentaba lo hipócrita que sonaba el ver cómo en los scouts los niños podían tener cuchillos sin afilar muy peligrosos, solo porque eran pequeñitos - cuando un cuchillo de sierra bien grande era mucho más pedagógico. Sin ir más lejos, la sierra no genera esa sensación de placer en la carne porque la desgarra - así que el método de usar la sierra del cuchillo también servía para aumentar la seguridad del corte.

En cualquier caso, había sido la moralidad del momento la que había establecido que los niños no podían manejarse con cuchillos - los mismos niños que podían hasta hackear un cajero automático (no porque esos niños tuvieran talento, sino porque su curiosidad superaba el mínimo talento necesario que no cumplían los obreros que instalaron el cajero). Y es que no nos podemos fíar de lo que estamos acostumbrados a aceptar - no sabemos hasta qué punto lo convencional es incluso hasta más inseguro.

El miedo que le puede dar a una persona el ver a un niño con un cuchillo proviene de la cultura del terror que no ha sido correctamente interpretada y que se acaba proyectando en el día a día por parte de personas que deberían de normalizar sus costumbres - quizá hablando con un psicólogo. La confianza es un tema importante, porque es el primer paso para una correcta interpretación: ¿estamos dispuestos a abrirle las puertas a un sujeto que podría explotar? ¿Explotaría contra él mismo o contra nosotros?

Yo me respondo: si no quieren trabajar conmigo por esas razones entonces tampoco quiero hacerlo yo con ellos, porque no quiero trabajar en entornos desnormalizados y llenos de proyecciones discriminatorias.

Es un hecho que puedo trabajar en cualquier clase de entorno hostil: he visto oficinas de muchos tipos, e intentos de puñaladas por la espalda, he tenido que aguantar riñas familiares debido a neurosis y proyecciones con miradas terriblemente sucias..., es tan facil como ser asertivos, poner las cartas en la mesa, decir abiertamente quién conspira o quién parece que está haciendo cosas raras - y entonces toda la trama peliculera desaparece. 

Lo que no puede hacer una máquina, porque la tenemos encerrada en un armario, que es dirigirse al responsable oportuno y decirle que hay un problema - ser capaz de exponer el asunto con claridad y dejar con el culo al aire quien se ande con juegos raros. Solo hay una manera de acabar con trepas y paracaidistas, con asertividad y un código deóntico bien claro. Y, claro, para clara la trasparencia de este blog: no hay código deóntico más claro que el mío - que lo publico casi a diario. O que incluso tengo un canal de Youtube donde me meto contra todos los colectivos aprovechando que tengo una máscara y me pongo a dar lecciones a todo el mundo. Nada más trasparente y claro. Según mis cánones debería de ser considerado la persona de máxima confianza posible: no me fiaría demasiado de quien oculta intereses individuales, quien defiende intereses de un colectivo ocultando sus fallos, quien no sabe lo que es el secreto profesional, quien enmarrana las denuncias sobre los derechos fundamentales, etc... Gente que no sabemos si será capaz de evolucionar, admitir errores, saber cómo hacer evolucionar, saber cómo hacer que admitan errores...

La confianza, por tanto, es la cualidad del sujeto que sea capaz de ofrecer herramientas que ayuden a evitar que ante situaciones imprevistas el daño sea catastrófico. Y eso es difícil: ¿cuándo nos conviene poner a un tipo duro en el equipo? Uno de esos tipos que te tratan como si tú también fueras duro, que incluso tiene técnicas que le hacen más duro y que puede compartir, y que sabe que la dureza no tiene nada que ver con la resiliencia - porque lo que no debemos hacer es jugar con los sentimientos, o juzgar a la gente por tener una visión diferente de la tuya.

Confianza también es que no se emitan juicios cuando no se tiene información suficiente, evitar los prejuicios. Y ese tema es algo que nunca desaparecerá, aunque nuestra obligación es mantener una lucha continua contra el caos que generan los más adinerados al beneficiarse de que las clases inferiores se atengan a sus prejuicios.


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