domingo, 10 de julio de 2022

Cuando me gustaba hacer la declaración

Recuerdo cuando hacer la declaración de la renta era un medio que usaba para saber cómo iba mi empresa al llegar el trimestre. Así funcionaba hasta que Hacienda me pidió que le diera unos datos voluntariamente para hacer estadísticas - tras hacerlo, y después de que me llamaran por teléfono ya que las ganancias eran irrisorias y así confirmarlo, entonces aparecieron los terremotos.

Un inspector de mi ciudad solicitó que entregara un documento que, de hacerlo, estaría vacío. Así que le justifiqué porqué no se lo había entregado - y multa al canto. Y ese fue solo el comienzo, solo la multa ya me destrozaba meses y meses de beneficios. Fue una multa detrás de otra por cualquier percance que se le ocurrieran. Y empezó el acoso, a pesar de que les dije que quería que me mandaran las notificaciones por escrito esos mafiosos, por supuesto, son incapaces de dejar nada por escrito - creen que a través de lo telemático podrían tener más ventaja. Y, considerando la broma de país que es España puede que hasta sea cierto.

Así que fue un acto de acoso continuo durante no sé cuántos años..., hasta que parece que esos sádicos se cansaron. Pero ahora mismo, cada vez que toca declarar a Hacienda me vuelve a mi mente la idea de marcharme de este país, de abandonar estos negocios que, por ser trasparentes, Hacienda SE INVENTA sus ganancias. 

Me reconcome cada cierto tiempo. Si dejara de ser empresario y pasara a trabajar por cuenta ajena me quitaba muchos problemas. Que declaren otros... Aunque, personalmente, prefiero irme de un país donde no hay seguridad jurídica alguna, donde impera el fascismo entre los funcionarios. Ya denuncié a España ante Estrasburgo por ser una dictadura institucionalista, una farsa a la hora de defender sus propios protocolos. Pero nada de eso sirve de nada, solo provoca más pérdidas de dinero y tiempo. Y, en este caso, te cabrea un montón: todo el dinero que te roba Hacienda es lo que te obliga a no declarar para compensar.

No entiendo por qué lo hacen, y por qué no son despedidos considerando la gran cantidad de personas que hay en el paro y el nivel reducidísimo de conocimientos que se exige para trabajar en Hacienda. Son unos matones que algún día provocarán una desgracia mayor: el día en el que me falte el dinero lo buscaré en la Delegación de Hacienda de Cartagena, y entonces tendré pensión y comida gratuitas de por vida.

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