martes, 10 de mayo de 2022

Fiscalizando

Esta entrada será de relleno. He percibido en la filosofía de Kristeva que tenía una noción de cómo funciona la consciencia que coincide también con mis planteamientos. Es cierto que ella es de la rama del psicoanálisis, pero también es cierto que el psicoanálisis es la manera más oficial de reconocer la participación del psicólogo para diseñar así unos protocolos lo más objetivos posibles; y según parece, de crear tales protocolos ella creo que sería la más adecuada para hacerlos.

Aún así no creo que tenga suficiente nivel como para comprender su trabajo, al fin y al cabo soy informático..., técnico. Mi currículo está muy desarrollado, pero tendría que ir poco a poco para sacarle provecho. Mientras tanto, lo que sí que debería hacer es revisar mi teoría de los 8 pronombres, porque esas ocho esferas creo que no las he aplicado al 100% bien en el caso de Sonrisas y Lágrimas, porque lo que quería era ver si se daba el anidamiento - sin plantearme las 256 combinaciones exactas con su denominación más correcta. Pues bien, el proceso de fiscalización consiste en eso: en que cuando yo diga que uso el "yo activo" me refiero a un héroe, mientras que el "yo pasivo" es una víctima. Que el "tú activo" siempre será un villano, mientras que el "tú pasivo" una ausencia... De esa manera, al fusionarlo con la teoría del género único tendremos que pasar por las 31 funciones de Propp, que en mi caso son 64, para luego enmarcarlas en subfunciones más específicas que contengan un corpus propio.

El marco del lenguaje no sería la subfunción (si la función es fechoría, entonces la subfunción es ausencia de un ser querido), sino la atribución correspondiente del pronombre que le toca aplicar dentro de esa subfunción para cumplir el mensaje que tenía que transmitir.

Los mensajes que se transmiten en las obras fueron estudiados por Todorov en sus cinco fases: Equilibrio, Disrupción, Reconocimiento, Reparación, Nuevo equilibrio. Adaptado al género único planteo que el equilibrio siempre es una fase de estereotipo, la disrupción puede ser un acto de ruptura de la moralidad mediante una idealización o un acto de aplicar la moralidad vigente cometiendo algún tipo de imprudencia dentro de su justificación, el reconocimiento es el momento en el que nos damos de bruces con la realidad pragmática de lo ocurrido, cuando por fuerza de haber roto una norma lógicamente te pillen o cuando por hacer lo que había que hacer emerge la confabulación del meme - el arconte. Por último la reparación es la operación que necesita nuestra cabeza para que todo case, pudiendo ser el darse de bruces con la realidad o, por el contrario, podría acabar bien ya sea mediante una sorpresa épica o dando a entender que el héroe estaba destinado a ganar.

Por eso considero que las fases de Todorov son compatibles con mis estudios; de hecho, empero, lo que manifiesto es un poco más específico.

He comprendido que aun teniendo un lenguaje simple para mi sistema gestor aún lo puedo ultrasimplificar más y, en su simplificación, he comprobado que su sintaxis se me complica a la hora de codificar una nueva versión del algoritmo de Levenshtein..., si es que quiero desarrollar esa gamificación que tengo preparada.

Es decir, la última aplicación podía decirnos si un texto (o la suma de los textos asimilados hasta ahora en combinación con el nuevo texto) tenía estructuralmente la información que necesita una persona para adquirir el lenguaje. Ya solo faltaría que cada frase pudiera asociarla a conceptos bien definidos; como siempre, fuera del texto: se deben asociar ideas a partir de la empiria. Y es que es posible que se aprenda mejor un nuevo idioma mediante el género del cómic por motivos triviales de comprender. Aunque este género aún no se ha desarrollado del todo, y sé de lo que hablo.

Así que para definir el marco usaremos las subfunciones y el agente (pronombre) principal se comunicará con los anteriores de la escena más el último pronombre (el que hace referencia a él, el narrador) con el que todos los agentes dialogan siempre porque es como si fuera lo que sobrevive de la escena anterior (de un acto completo: el ciclo de ocho pronombres).

Pensar que en una obra de teatro el narrador es un sujeto que viene de un acto pasado es algo que también me cuadra, porque técnicamente ¿por qué le íbamos a dar credibilidad a un señor que se pone a contar una historia? Debe ser porque creemos en lo que nos cuenta. En lo que nos ha venido contando hasta ahora.

A la hora de mantener el diálogo importa hacer un buen estudio semiótico porque al atribuirle a cada agente una posición en el marco mis reglas establecen que no pueden alterarse los roles, porque eso supondría un cambio de marco y, por tanto, se saltaría a otra función diferente. Así, si Juan es el sujeto y un coche es el complemento directo entonces en ese marco Juan siempre será el sujeto y el coche no podrá ser sujeto. Esto puede llamar la atención, porque es factible que en una escena de cine veamos cómo las distintas entidades ocupan distintos roles lingüísticos; la razón es porque esos roles lingüísticos no son principales, sino que son accesorios (o están subordinados) con respecto a la acción principal. El acto consciente de la función del lenguaje reside en reconocer tal función principal, por lo que en realidad las entidades, principalmente, tienen un único rol lingüístico establecido. Rol que puede que se haya apilado en un cúmulo de aclaraciones dentro de la dialéctica formada por la semiótica entre los agentes.

Igual que un mensaje debe atenerse a la teoría de los segmentos que expuse en este blog, la semiótica puede dividirse en cuatro posibles códigos: el acto material, el gesto expreso, el diálogo de gestos y la lingüística. El acto material es el mensaje favorito de una buena película, porque todo lo que se expresa se hace mediante los actos que le son propios al personaje o al momento en sí. El gesto expreso puede ser algo tan universal como señalar a un lugar o sonreir, mientras que el diálogo de gestos supuestamente es algo que debe ser expresamente enseñado o convenido por un colectivo - como ocurriría cuando se habla en un idioma en concreto.

De una forma o de otra la semiótica debe adaptarse a la teoría de los segmentos seguido de una interpretación lingüística. Lo que pasa es que tanto los actos materiales como los gestos expresos no están correspondidos con una explicación en un lenguaje, salvo a través del contexto de la situación a modo de aclaración. Es decir, es como cuando el director aclara qué debe hacer el actor para que éste sepa cómo transmitir tal idea - estas aclaraciones pueden ser términos nemotécnicos que le permitan desarrollar con su experiencia y su imagen la manera de exponer tal información. Por lo que el lenguaje se queda siempre un paso por detrás de lo que acabaría siendo la actuación final hecha por el actor mismo.

Y..., ya digo que hoy no tenía pensado escribir nada, pero quería fiscalizarlo todo un poco para tenerlo todo juntito. Es como cuando quise hacer una revisión de la vida de Jesús según S. Pablo y descubrí que parecía una fábula (creo recordar), lo que me dejó un poco tirado para atrás. Esperaba la historia de un héroe. Quizá rebusque entre mis borradores y acabe por publicar ese estudio. En cualquier caso, todas las técnicas, como hacía Kristeva (lo repito porque tengo problemas recordando nombres), deben conformar un todo cuando se trata de hacer resúmenes sistemáticos. Y es que cuando se es capaz de diseñar todos los marcos de una historia es fácil darse cuenta de lo que para nuestra socioléctica es el marco común de todos, como para establecer los verdaderos significantes - que conformarán, según Kristeva, la verdadera historia. Y en eso coincido plenamente.



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