domingo, 10 de abril de 2022

La negación de la estructura

Strauss, a mi juicio, no era tan estructuralista como decía. Nos vemos obligados a tener que estudiar según qué valoraciones hacia cada autor. Cuando leemos el "Ser y la nada" podría parecer, por ejemplo, un compendio de mitos relativos al sujeto. Ahora bien, ¿estamos hablando de una religión? Para decir algo así necesitamos algo más, y en este sentido Strauss no necesitaba nada más, emitía el juicio y tiraba para adelante.

En España lo hemos visto gracias a Gustavo Bueno, cómo él se autodefinía cristiano cultural. Y eso no quería decir que fuera cristiano, no: significaba que su escala de valores se había definido a partir de cómo hablaban los cristianos. Si atendemos a lo que dice Derrida parecería que aquel que ha vivido en una casa cristiana debería de ser necesariamente cristiano, y no, leyendo un poco más a Derrida puede que descubramos tanto esa afirmación como la contraria... No seré yo quien critique a ese autor sin haberlo leído en profundidad. Y esto es lo que dicen todos de Derrida, que no pueden criticarlo y evitar que otros lo lean, lo cual es una de las más fuertes críticas y crueles que se le puede hacer a un autor: que no pueda ser referenciado por otros.

En cualquier caso, podría empezar criticando el postestructuralismo con la misma contundencia con la que critico al fundador del estructuralismo; para luego definirme estructuralista o postestructuralista también. Y es que las cosas como son, cójase el martillo de Nietzsche y, como un diapasón, dejemos caer todo lo que sobra de estas palabras.

Lo he dicho y me repetiré cuantas veces sean necesarias: lo importante es la acción. La experiencia de lo que vivimos depende de nuestras acciones, y a partir de ahí emergen los pensamientos, luego el habla, luego la escritura y, ¿de qué escribimos? Sobre lo que hacemos, lo que vivimos. Escribimos sobre cómo experimentamos nuestras decisiones. Escribimos sobre la moralidad para ver cómo el 80% de la gente actúa según nuestra moralidad: los chovinistas. Los alienados no son capaces de ser autores de sí mismos, y no lo veo mal - ojo.

Ya lo dice el panfleto comunista de Marx: la historia ha sido elaborada mediante la lucha de clases. Es una afirmación, desde mi punto de vista, muy dura. Haría falta indagar en muchos aspectos. En cualquier caso una de sus afirmaciones en oposición sabemos que es rotundamente falsa: creer que la historia no ha considerado la lucha de clases como un contingente representativo es vivir en el país de las Maravillas. Es decir, sabemos que la historia es contada por los sujetos, se hace memética por nuestra propia cultura, y al final lo que vemos más habitualmente es, como mínimo, muchas clases: burgueses, clero, siervos, aritocracia, etc... Negar esta manera de ver el mundo como un contingente es obviamente de necios: o nos dan una explicación de premio Nóbel o no hay manera de negar el contingente.

Sin embargo aún es posible que haya quien vea su historia no como una lucha de clases; podemos ir por la calle y preguntarle a un pescadero cómo le afectó a él la Revolución Francesa, o cómo le afectó a él la revolución del neolítico. La cosa es que el pescadero vive en democracia, o al menos oficialmente, y percibe su mundo en igualdad. Por lo que aprendió en el colegio puede que no le sirva para nada. Puede que ya se haya alienado a los términos democráticos conseguidos en la Revolución Francesa, y puede que su negocio le vaya bien tras la cultura de la revolución del neolítico, pero nada de eso forma parte de su historia. La historia del pescadero es lo que va a provocar que haga unas cosas u otras; a gran escala pensará en su esposa, el futuro de sus hijos, tendrá idealmente unas problemáticas ausente de toda lucha porque puede que el pescadero haya encontrado la paz social, el estado en el cual ya no existe lucha de clases y se toma como si fuera arqueología.

Parecería que eso no contradiría el hecho de que la historia se haya formado por la lucha de clases, sino más bien que los que sacan beneficio de esa lucha han decidido olvidar esa parte de la historia. Y el planteamiento que quiero exponer como una posibilidad es otro: el matiz es decir que si la lucha de clases no es lo importante eso es porque posiblemente conceptos sociales como el amor a los tuyos, a tu patria, a los problemas materiales del día a día, puede que sea lo que siempre prevalezca y que, a gran escala, pareciera una lucha de clases. Que es como decir que al final lo que prevalece es lo importante, que podríamos decir que es lo material.

Sin embargo no diré que realmente puedo dar por argumentado esa posibilidad. Al fin y al cabo es posible que el problema sea realmente la lucha de clases.

Así que defino con claridad qué es la lucha de clases: habiendo cuenta de que hay distintas clases sociales, debido al rol que desempeña cada una en desigualdad para conseguir mayores ventajas en la civilización, llamémosles privilegios. Los privilegios es una de esas cosas que muchos quieren negar que existen, y lo único que consiguen al negarlos es no ser capaces de pasar un tercer grado. A golpe de martillo se le puede preguntar al negacionista de los privilegios cómo consigue poner de acuerdo a millones de personas, cómo consigue que sea un conferenciante el que hable y el resto el que escuche, etc... El privilegio es el que permite que una persona disfrute de unas ventajas con respecto a los demás; la cosa es que ese privilegio debería de ser resultado de los méritos, como bien solía apuntar Marx en su crítica al capitalismo: el capital suele comprarse privilegios, y el capital no está asociado a tener méritos, de ahí la lucha de clases. Y así lo pone de manifiesto en su crítica al programa de Goethe.

Por tanto, tenemos bien definida la lucha de clases no porque existan las clases o el capital, sino porque éstas obran contra la meritocracia. En este punto concreto es donde yo me declaro marxista.

La suerte de poder citar a Marx, en oposición a la dificultad de poder citar a Derrida, es lo que hace que algunos podamos denominarnos en algunos aspectos marxistas aun siendo postestructuralistas. Ahora bien, ¿qué significa ser postestructuralista? En principio podría ser ser un estructuralista que acepta la deconstrucción.

Y es que debo deconstruir a Derrida: sospecho que pocos informáticos aceptarían la creencia de que todo lo que es está por escrito. Eso sí puede funcionar con aquellos a los que podemos citar, pero no con todo en general. Más en concreto, ¿cómo va a considerarse que todo es susceptible de escribirse, que todo se subyuga a una lengua? Más en concreto, la filosofía conexionista en informática se fundamenta justamente en que no existe una lengua, que lo que tenemos es una estructura que aborda las funciones de la lengua, y de otras tantas cosas como el reconocimiento de imágenes, pero no todo se atiene a una estructura lingüística. Ese dogma no va de la mano con la tecnología tal como la conocemos.

Errores tan superestructuralistas que intentan ver estructuras donde no las hay es lo primero que hay que tomar en cuenta antes de intentar entender el papel que juega el estructuralismo. Ya sea Strauss no viendo estructuras en unos autores, como Derrida viendo estructuras donde no las hay. 

Los hipoestructuralistas podrían leer a Sartre como si fuera un forofo de su propio ego, un sujeto que se cree aspirante a Dios..., cuando en realidad la manera de leerlo es como reclama Simone de Beauvoir en "El segundo sexo", que es un ejemplo que pasa a la acción de cómo aplicar uno de los monstruos meméticos que son denunciados desde el existencialismo: el patriarcado. Como si fuera el Leviatán de Locke, Simone de B. se ocupa capítulo a capítulo de mostrar la estructura del señor patriarcado y así matar a la gran bestia, para hacerla víctima del lenguaje. Aquellos que dominen el existencialismo y sepan leer "El segundo sexo" sabrán deconstruir su yo para dar con la definición que sea más acorde con el para-sí que les corresponde tener.

Los superestructuralistas, por el contrario, llegarán a decir cosas tan raras como que el inconsciente se rige por un lenguaje. Y eso es algo que llama la atención: tan pronto como en una revista de divulgación como Quo se les ocurrió escribir qué conjunto de cosas tenía que tener un futbolista en mente para controlar un balón, a la hora de hacer un pase, etc..., que si operaciones aritméticas, rozamiento del cesped, etc..., no tardó un lector en dar una respuesta obvia: los futbolistas no tienen en absoluto en mente todos esos cálculos, sino que lo que tiene en mente es marcar goles. De hecho, lo que subyace de su inconsciente no es un mal cálculo de senos y cosenos, sino otra serie de actos de mismo calado social como la relación con la pareja, si erró un disparo, etc... Sin ir más lejos, la capacidad que tienen las neuronas de un jugador para adaptarse al juego no parece que se rija por ningún lenguaje, sino que es un proceso de adaptación que puede ser una mezcla de adaptación de una función en base a unos resultados que tiene que dar y la simple evolución natural. Es decir, ninguno de los dos se rige por una lingüística, pues en ambos casos se trata de un ámbito diferente. Y, al mismo tiempo, todas esas acciones que son inconscientes para nosotros nos afectará a la propia consciencia, dándonos a entender que somos torpes, listos, etc...

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Recuerdo cómo hace años tuve un conflicto con mis amigos. Y hay que decir que debo aceptar la vida que me ha tocado vivir. Volviendo ayer por la noche coincidí con unos adolescentes que habían puesto la música muy fuerte. Creo que a eso lo llaman reguetón; sonaba bien. Cantaban al unísono canciones que desconocía y que tenían gancho; había función poética y mucho ritmo. Aprovechaban que la ciudad celebraba el sábado santo, para salir todos juntos por las calles poniendo esa música a todo trapo. Era hermosísimo... No pude evitar sentir la melancolía de pensar que eso es algo que nunca he vivido ni viviré. Pero mataría por conseguir que esos jovencitos que se divertían desde tan adentro nada les perturbara; haría lo que fuera necesario por generar esa paz, porque ese es mi modelo. Nada que ver con lo que yo viví hace años:

Nos reunimos los compañeros de COU para celebrar el final de curso. Personalmente odio esa clase de fiestas, porque reunirse para celebrar el final de curso junta a gente que probablemente no se lleve bien. Pero bueno, fui en esa ocasión. Y estuvimos en un restaurante que daba a unas vistas preciosas al muelle. Al terminar de cenar yo y un amigo decidimos descansar del bullicio para mantener una conversación, o ver las olas chapotear los barcos. Así que nos sentamos en uno de los muelles.

Ahí nació el conflicto. Al parecer desde el interior del edificio mis propios compañeros sentían que ver dos siluetas en el muelle les rompía su momento, su paisaje. Algunos decían que esos dos estaban pinchándose, otros que eran dos gays..., la cosa es que todo lo que se les estaba pasando por la mente calenturienta no tenía ninguna base ¿De dónde venía todo ese odio? Yo ahí veo clases...

Así que la cosa se endureció más: consiguieron hablar con el dueño del restaurante para ver si podía disolver a "esos dos" que estaban en el muelle. Es decir, si ya de por sí acabaría descubriendo que mis compañeros eran escoria, ahora además lo hacían oficial. Y para oficial que, mediante engaños, el dueño del restaurante convenció a la policía para que se acercaran y así poder echar a dos personas libres de estar ahí de un lugar público.

En cuanto llegó el dueño del restaurante y vi los dos agentes detrás lo primero que se me pasó por la mente fue hablar con los policías, sin embargo este hombre ya tenía experiencia timando a las fuerzas del orden para cometer cohecho. De alguna manera mi amigo quiso hablar con el dueño diciéndole que él sí tenía derecho a estar ahí porque uno de esos barcos era de su familia... Y claro, aquí llegamos al siguiente nivel: por eso renuncié a querer hablar con los policías, me interesaba lo que tenía que decir mi amigo. Y entonces vi, una vez más, otra lucha de clases: ¿acaso yo solo podía estar en el muelle sentado hablando con un amigo en el mismo instante en el que fuera dueño de uno de los veleros que estaban ahí aparcados? De ser cierto debería de haber alguna clase de edicto municipal, o algo. Pero lo que me indignó fue ver cómo mi amigo entendía que él tenía un privilegio, de nacimiento, y que tenía derecho a ejercerlo.

Es innegable que vivimos en una sociedad llena de clases, no todos somos iguales - y debemos ser diferentes. Pero esa obsesión de algunos por mantener la propiedad como un eje vertebrador de las clases sociales... Quien heredó el banco Santander fue la hija del presidente, se lo dices a una persona con dos dedos de frente y lo mismo hasta se lo cuestiona; como podría alguien cuestionarse la existencia de exclavitud en los tiempos de la Grecia antigua. La ética tiene que ver con lo que hacemos, y cuando todos somos nazis lo normal es ser nazi también, pero los que se deconstruyen al menos pueden ser héroes o villanos.

Por eso en cuanto hablé con la alcaldesa, luego con la policía, y así..., ese restaurante cerró. Así la fiesta que se vive ahora es probable que sea más multicultural, con más personas, más tolerancia..., y la historia que se forme se regirá por estructuras que nos sean más materiales y menos formales.

 

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