martes, 12 de abril de 2022

El papel de la filosofía

Hasta el momento no me había querido plantear en serio el escribir ningún libro que sea de filosofía. De hecho, aún sigo sin planteármelo. Sin embargo, como me gusta tocar todos los temas éste no será uno de los que evite. La filosofía ocupa en mis estudios filológicos un lugar muy específico: igual que existe la retórica, los mitos y la ciencia, con su literatura, donde el autor no es creador sino descubridor; existe un lugar para la filosofía al margen de retórica, historias o el mundo científico.

La filosofía es el área que no alberga ningún campo, sino que se maneja mediante las analogías para definir principios que se consideran verdaderos. Sin embargo esos principios no serán distinguibles de manera objetiva mediante un instrumento de medición, en ese sentido diferirá del lenguaje científico. Debemos entender que si es cierta la teoría sobre los invariantes entonces se puede localizar una filosofía científica dividida en tres grandes grupos, como ocurriría, por tanto con las teorías filosóficas.

Si reconozco una literatura que desarrolle la filosofía de la ingeniería, como una literatura para la filosofía del descubrimiento..., está claro que tales filosofías no pueden ser "iguales" y, al mismo tiempo, parecería que deben ser combinables porque todas hacen referencia a la realidad. Por tanto, la idea del filosófo es la de un sujeto que se adscribe a los tres campos: los que considero cardinal, fijo y móvil.

Al fin y al cabo soy heredero de la filosofía griega y parece difícil escapar de sus álgebras. Y, por otro lado, me llama la atención cómo cuando cogemos a los más contemporáneos de los filósofos de la filología, como Derrida, éste se quede a medio camino de las cuatro grandes verdades del budismo: es decir, las afirmaciones de Derrida son refutables mediante un budismo no religioso. El más arcaico de los más arcaicos conocimientos.

 En algún sentido podemos imaginarnos al propio príncipe Sidharta, negando la exclusividad que le ofrecía el hinduísmo de su época para promulgar el derecho de todos a alcanzar el Nirvana: la adecuada combinación de las cuatro grandes verdades.

¿Y cuáles son las cuatro grandes verdades? Se han traducido y transformado de todas las maneras posibles, y al final la esencia se mantiene. Pero Derrida nos decía que todo se reducía a lo que pensamos, que derivaba en lo que decimos, para pasar a lo que escribimos: las tres últimas grandes verdades del budismo; la sabiduría, el respeto y la belleza según mis lecturas. Pero la primera gran verdad es el dolor, o la agonía... La experiencia, el placer, eso es algo que Derrida pretende decir que queda por escrito; cuando las decisiones que adoptamos las emprendemos precisamente porque algo nos llama o nos duele. Y eso no es expresable. Si lo fuera los informáticos lo habríamos incorporado fácilmente a la tecnología.

El tema central a tocar es cómo trabaja la literatura de la filosofía, que es la literatura de los contextos y las referencias. Es la literatura de las analogías aplicadas sobre un mundo real que nos afecta. Podría ser como el mundo de las parábolas que supuestamente habría hecho el Jesús de Nazaret histórico; una filosofía verdadera al margen de religiones posiblemente, con un discurso propio de su tiempo. Un discurso que, en esos lares, debía incorporar a Dios por necesidad - no porque fuera necesariamente creyente.

En cualquier caso, empezaré por el principio: ¿para qué la filosofía? La ciencia y la tecnología sabemos para qué, los mitos adelanto que es para afrontar correspondencias que aún no hemos vivido, la retórica y la propaganda para movilizar a las masas socialmente..., así que, ¿qué le queda a la filosofía? El papel de la filosofía, para mí, no es el de la autosatisfacción o el Nirvana, nada más lejos; si se quiere uno satisfacer conociendo la verdad misma para eso está la ciencia, si se quiere uno satisfacer acercarse a entenderla antes de albergar la capacidad para comprenderla para eso están los mitos - la ciencia ficción, si queremos conformar una sociedad de acuerdo con una utopía entonces hablamos de retórica..., insisto, ¿dónde queda la filosofía cuando no nos interesa ningún paraíso ni verdad universal?

Buscar la satisfacción personal es algo que de pequeño me parecía propio de filósofos, porque era lo que parecía su función. Y ahora menciono que la ciencia tiene una filosofía asociada, como los mitos o la retórica, por lo que parecería que el papel de la filosofía tiene carácter accesorio - suplementario. Si fuera así sería cuanto menos extraño, el que no sea autóctona, sino dependiente de otras ciencias y conocimientos.

No, que nadie busque la autosatisfacción en un proceso que debe ser autóctono y que se mueva en el campo de la filosofía. La filosofía supone encontrar la analogía de una pregunta simple aplicada a un enfoque que trascienda de manera que sus respuestas simples sirvan de herramientas trascendentes. Porque, ¿qué es la trascendencia? Es justo el paso que se da de una gran verdad a la siguiente. Y el camino de unas acciones trascendentes llevan a un pensamiento trascendente, del pensaniento a un respeto trascendente y del respeto a las actuaciones cuya belleza trasciendan.

Podemos comprender lo dicho de manera material y clara con una simple cuestión: ¿cuándo estamos ante una persona auténtica? Entendemos que una persona de verdad es una persona que no es intrusa de sí misma; y comprendemos las superficialidades, que lo son, de lo que significa un ser un dasein para entender que la agonía del que dice sufrir no es suficiente como para ser auténtico.

Para entenderlo puedo poner como ejemplo a un profesor que tuve de instalaciones electrotécnicas, en aquel tiempo estaba de moda la serie "House", y el muy imbécil, para sentirse agónico, solía gritar mucho en clase e insultaba a sus alumnos. Se creía guay. Se creía un temeroso de la muerte, una persona agonizante por hacer ver a los insensatos de sus alumnos que debían esforzarse para cumplir con los plazos... Se agobiaba él solo y nos agobiaba a todos. Cuando a mí me preguntaban porqué me reía cuando ese tipo se comportaba así mi respuesta era clara: se trata de un imbécil, y cuando estás ante un imbécil solo puedes reirte.

Una persona auténtica es la que tiene una vida normal y que, al mismo tiempo, su currículo es lo suficientemente complejo como para que no pueda hacerle justicia. Mi currículo, cuanto más extenso que lo procuro, no puede representar todo lo que he hecho de manera significativa: eso es lo que me hace auténtico y, cuanto más largo es mi currículo, más auténtico soy - pues mi realidad trasciende a las palabras, a la moral establecida, a lo oficial.

Una sociedad democrática debe ser capaz de albergar un lugar a las personas más auténticas, pues de ahí nacen los méritos y el orden social. Cuando las personas descubren la verdad de las injusticias que no pueden ser resueltas éstas empiezan a desarrollar una angustia que supera a los que han descubierto su miedo a la muerte. La muerte puede generar ansiedad, pero el dolor constante es la primera gran verdad, y ésta machaca cualquier estupidez nazi.

Nietzsche ya nos dejaba claro que habíamos vivido una historia del error. Él mismo veía entre los conocimientos antiguos el propio budismo como un pensamiento interesante. No es de extrañar que hayamos sido víctimas de auténticos energúmenos que se hicieron pasar por filósofos, solo porque movieron a muchas masas o porque vivieron de la venta de libros.

El papel de la filosofía consiste en rescatar las ideas del yo, del tú, de todas las esferas..., y concederle una justificación sobre el papel de importancia que adquirió en su sociedad. El hombre más sabio hay una cosa que no sabe: el porqué de lo tonta que es la gente. Cuando se ponen de moda esperpentos como Hegel, que es desmontable por todas las citas posibles, urge plantearse cómo algunos reciclan de la basura para montar revoluciones marxistas. Es una filosofía de la retórica, como en ocasiones aparece una filosofía de las verdades. Asímismo, el origen verdadero del mito es el tema de la filosofía misma: de cómo encontramos propiedades que en los memes que nos parecen atractivas. Mediante el estudio en retrospectiva podemos darnos cuenta de en qué hemos decidido convertirnos con nuestro propio poder. La filosofía es el único arte que viaja atrás en el tiempo para evaluar los vericuetos del pensamiento. Y, en cuanto a ser un arte puro, el que plantea las preguntas importantes puede morir de autor para convertirse en su descubridor; mientras que el que obre desde la falta de autenticidad se matará a reclamar autorías, chillarle a sus opositores, reclamar su puesto, decir que siente agonía..., creerá haber descubierto algo, cuando en realidad forma parte de la historia de la filosofía, es carne de cañón de filósofos.

Recoger una pregunta fundamental es un ejercicio también sencillo, con el cual cualquier hijo de vecina podría escribir un libro de filosofía, autoayuda y esas cosas sin pestañear.

Paso 1. Plantéate una pregunta básica a partir de una historia típica. 

Pepe tiene éxito en su empresa gracias a una técnica. Juan le pregunta por su éxito. Pero Pepe no le responde. Pregunta básica: ¿por qué no comparte su éxito?

Paso 2. Pasa a generalizar la pregunta para que no se vea el contexto.

¿Por qué las personas no pueden decir cómo alcanzan el éxito?

Paso 3. Procede a responder de la manera más ordenada sin perder la relevancia (sound).

a) Porque nadie se creería cómo lo ha conseguido.

b) Porque podrían convertirse en competencia.

c) Porque de todas formas no puede aprovechar la información.

d) Porque en realidad ese éxito no es para tanto.

Paso 4. Encuentra un problema que supuso en el pasado un error histórico que pueda resolver este planteamiento.

El capitalismo como sistema meritocrático.

..

Y con las mismas, ¡bum! Aquel que quiera entender que entienda. 

Se pueden escribir libros, sentir la angustia de darse cuenta de que no puedes saber si lo haces bien porque por cada nuevo reto tienes nuevas razones para hablar de tu filosofía; poco a poco lo mal maestro que se es es lo que lo convierte en carne de cañón ¡Esa es la verdadera angustia existencial! Y, por otro lado, ¡qué gran satisfacción comunicar algo en el que todos estén de acuerdo como para pensar que no has descubierto nada! Es lo que te hace aún más auténtico, un verdadero filósofo en toda regla, y no será reflejado en tu currículo como para que otros filósofos puedan valerse de tu trabajo.



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