Anoche desperté después de haber jugado al "otro" Elder Ring. De una manera o de otra el famoso videojuego en esos otros mundos era algo al que yo jugaba mucho - ahora mismo podría comprarme la PS5 sólo para jugar ese juego, pero ya veremos, no estoy para muchos juegos.
La versión de mis sueños es también un juego tipo "purgatorio", donde el protagonista tiene que valerse de sus armas para purificar el ambiente, para ser un modelo arcade. Al ser también un RPG el personaje evolucionará con sus armas y magias, además de moverse por un mapa muy amplio con distintos mecanismos de transporte. De hecho, me sorprende que "Elder Ring" no incorpore la nave espacial, o helicóptero, o avión, etc... Es lo propio de esa clase de mundos y, de hecho, para pasarse el juego en mi sueño había que usar un trono especial desde el que se lanzaba rayos que parecían misiles. Muy apropiado el sueño a los momentos que estamos viviendo con Ucrania.
El protagonista en mi sueño vivía una evolución luchando contra grandes tiranos de ese purgatorio, sin embargo a diferencia de los clásicos juegos de esa saga el entorno todavía podía tener más influencia con los juegos de rol japoneses, donde los héroes desarrollan un entorno social en ese infierno que permite avanzar de manera trascendente sin llegar a encontrar un fallo en el juego al acabar con el jefe de otra manera... Ciertamente, el mundo de los sueños es caprichoso, y en ocasiones no hay que hacerles demasiado caso. En cualquier caso, ¿por qué Elder Ring no incorpora un trono volador desde el que tirar misiles de energía contra enemigos tan grandes como ciudades enteras?
Los juegos tipos purgatorio representan el modelo de sociedad que se ubica entre la tierra y el infierno. Sus habitantes son pecadores que retienen almas con valor y deben ser expulsados al infierno para permitir que los héroes puedan purgar ese mundo. Aún así se pueden encontrar criaturas mucho más oscuras invadiendo el purgatorio, criaturas aún más invasoras que inhabilitan la limpieza de esa realidad. La duda que puede corroerle a un buen jugador es si le es lícito jugar matando a todo lo que encuentre o si tiene la obligación de respetar los seres más naturales del entorno.
Al levantarme esta mañana llovía con una virulencia inusitada en varios meses. El velo de la posibilidad no me permitía el paso, salvo entre los charcos. Sin embargo, nada más lavarme los dientes el tiempo amainó y me invitó a caminar sin necesidad de paraguas. Asímismo fue llegar al hospital y la lluvia me invitó a cumplir mi compromiso personal al volver a apretar más fuerte: el escribir esta entrada.
La supersticición no es compatible con la autoridad, y esta entrada va sobre autoridad. Existe una definición de democracia que no recuerdo haber comentado: el modelo social que no Necesita Revolución. En esta notación hay que fijarse que cuando usamos mayúsculas nos valemos de conceptos formales, mientras que las minúsculas hacen referencia a lo extraído de la experiencia.
Cuando decimos que un modelo social no necesita una revolución a lo que aludimos es que, estando en él, cualquier cambio sería posible desde él sin necesitar revolución. Pero si hablamos de Necesidad de revolución parecería que nos referimos a que éticamente no tendríamos permitido el cambiarlo. Y si tocamos la palabra Revolución frente a la palabra revolución parece que no se trataría de cambios materiales, sino los formales. No deber cambiar el orden social debería estar asociado a un logro material implícito: no nos sirve de nada dejar las cosas tal como estén si están mal. De hecho, crear un sistema donde se niegue el problema no es tener un sistema sin problemas. La democracia no se define mediante formalismos, sino tras el logro material. La trascendencia de los logros materiales nos lleva a la conclusión formal de que estamos como debemos.
Para entenderlo mejor podemos valernos de la lógica modal; donde cada mundo albergaría un conjunto de Principios que podemos enumerar a través de los números naturales. El mundo que albergue los Principios propios de la democracia es al que implican el resto de los mundos, a los que podemos llamar mundos inestables. Es cuestión de imaginarse la cúspide de una pirámide, allá está doña Democracia. Y el acceso a la misma se llega desde la pirámide imperfecta de las realidades socialdemócratas y monárquicas. Por debajo de éstas, mayores imprecisiones en el purgatorio de las dictaduras oficiales y las tiranías de los estados fallidos, como el español, u otros países periféricos como Gran Bretaña o Ucrania. Más abajo tendremos fanatismos tribales en un infierno de posibilidades donde reina la anarquía y el temor al sometimiento del ejército de las mafias.
Cuando nuestro sistema evoluciona no impondrá cambio formal en el mismo, y no cambiará de mundo porque los principios serán los mismos. Sin embargo, cuando se producen los cambios formales suficientes sí hay un cambio de mundo, lo que propiciará a que el modelo ascienda, descienda o se mantenga en el mismo nivel de estabilidad. Este mismo modelo también sirve para hacer predicciones electorales: es como una red de Markov jerarquizada. La manera de simularla es incorporando cada pregunta que tendría que resolver cada elector para definirse a favor de un colectivo/partido/mundo o de otro a la hora de votar. Cada pregunta son los Principios que se encuentran en ese mundo. Sin embargo, en la lógica modal nadie dice que los Principios tengan que ser omega-coherentes, de ahí la inestabilidad formal en la que se convive, con sus contradicciones y el resto de sus infiernos. Donde no hay lógica no hay ética, sólo moral.
Lo he estado viendo últimamente mientras venía e iba de mi casa a la tienda: aquellos que hablaban en los bares lo hacen a gritos y dicen lo que expresan y piensan lo que dicen..., y aún no he escuchado la palabra Putin, cuando es más fácil de pronunciar que la palabra Puigdemont..., tan repetida en otras ocasiones ¡Pobre Borrell! ¡Cómo le habría gustado conseguir transmitir toda su rusofobia! Pero no lo va a conseguir. El pueblo ha hablado.
De una forma o de otra se hace evidente que la gente susurra cosas contra Putin, pero hay detalles que no les cuadran, y no pueden decirlo a gritos. Se impera la pregunta, no la respuesta. Y eso, anticipo, no le debería gustar al señor Borrell. No debería de gustarle en absoluto..., para nada. Ya percibí que esta guerra, además de inusitada e imprevista como cualquier cisne negro, también sería una oportunidad a que la gente cambie su percepción interna: ¿qué pasaría si las personas viven en un mundo diferente que sus gobernantes? Estoy hablando de una disonancia cognitiva que es fundamental y previa a cualquier Revolución. Sólo habría que alimentarla ¿Cómo? No lo sé, no soy tan listo. Sólo he deducido que esto es calculable y analíticamente así. Como la lógica misma. Ahora habría que llenarlo de estudios psicológicos serios, de experimentaciones..., pero creo que no existen esos modelos sociales.
Lo más parecido que tenemos se encuentra en los videojuegos.
¿Es posible que Maquiavelo pensara que toda forma de progreso era un tipo de evolución? Donde el gobernante que consigue el poder se tiene que valer de las mismas artes para mantenerlo. Eso sería evolución, negar la existencia de las revoluciones. Si todo es evolución o revolución en exclusividad entonces no existe la revolución, y toda acción colectiva no es más que una revuelta. Pero allá donde el cambio en la evolución conviva con el cambio en revolución las revueltas también cambian por cómo se desenvuelven. Incluida la revuelta del silencio en los bares. La democracia muere tras el aplauso más atronador, pero renace ante el silencio abstencionario de los gobernados cuando ningún grillo se atreve a ni a cantar. Poca democracia y poca autoridad podrán defender como sean ciertos estos vaticinios...
En cualquier caso, las analogías pervertidas que provocan movimientos reaccionarios (cambiar a mundos más inestables) en el Pueblo puede que se entiendan mejor usando este modelo social basado en lógica modal. Ya solo queda determinar el marco axiomático en el que se fundamenta y encontrar un conjunto de Principios que podrían conformarse, entre los que aparecerían cada uno de los Derechos Humanos. A partir de cómo se defiendan las reglas de tres sesgadas, o analogías pervertidas, podrían incitar a las masas a adoptar movimientos extremistas. Digamos que el modelo me cuadra bastante bien.
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