En la mitología de nuestra era hay dos figuras especiales que llaman la atención. En el antiguo arcano de la emperatriz tenemos al supervillano, mientras que en sustitución al colgado tenemos al friki. Sin embargo sus adaptaciones a la época que vivimos son muy especiales.
Para empezar el supervillano no puede existir, es imposible. El supervillano es un sujeto cuya influencia ha llegado a tal extremo que todos los influencers estarían como por debajo de él, y pretendiendo hacer lo que hace él. El supervillano es uno de esos sujetos que tienen la intención de acabar con grandes cantidades de personas a nivel genocidio mundial, con el peculiar matiz de que debe ser convincente para que no parezca un puto loco ¿Por qué le iba a convenir a nadie tener tanto poder?
Si acabas con todos los disidentes te quedas sin población, si la población descubre que no tiene poder podrían usar la fuerza en tu contra, si te creas una fuerza coercitiva que descubre que está siendo usada para acabar con sus propios familiares entonces serás depuesto, si se descubre un sistema nepótico los jueces perseguirán a los miembros de la fuerza coercitiva, si se incluye a todo el sistema fiscalizador la gente descubrirá que no tiene otro mecanismo salvo el asesinato..., y así. Al final resulta que el supervillano lo tiene muy difícil porque su existencia habilita el discurso marxista; el hecho de que Marx no pudiera adivinar la laxitud del proletariado es porque creía que no había una clase fiscalizadora.
Esto nos lleva a una pregunta, ¿qué es lo que hace que aparezcan supervillanos? Cuando una persona consigue ser influyente en la venta de productos ésta empieza a tener ofertas, pueden convertirse en ejecutivos, publicistas, productores, políticos... El influyente no es una persona con un gran talento, sino con el suficiente talento como para mantener su influencia; tampoco es una persona que trabaje duro, sino que trabaja lo necesario para mantener el equilibrio. Es como un surfista: con ser capaz de quedarse sobre la tabla y tener la suerte de que te llegue una ola a tu altura es más que suficiente.
Aún así podemos encontrar una persona influyente que necesita de otra persona influyente; como el publicista que necesita saber si un youtuber sería una buena imagen para su marca. El publicista lo que debe hacer es crearse la imagen del youtuber perfecto para esa marca: describir lo que más le gusta, lo que suele hacer, cómo lo vive..., y entonces tiene que plantearse si esa persona influyente estaría dispuesta a recomendar el canal del youtuber. Si es que sí entonces el youtuber es un buen candidato para hacer publicidad para esa marca, y muy probablemente el anuncio publicitario encaje con una sustitución de ese youtuber ideal por parte del youtuber real.
La influencia del supervillano es una influencia extrínseca: se puede estudiar mediante correlaciones. Cuando el supervillano adopta una decisión vemos de manera material cómo acaba ocurriendo, pero no porque tenga un poder extrínseco para ejercer esa decisión (como lo tendría un emperador) sino porque intrínsecamente se relaciona gracias a esa influencia extrínseca. Es decir, este señor no tiene ningún poder sobre nosotros, pero explícitamente le compramos lo que vende.
Por el lado contrario tenemos a los sujetos cuya influencia intrínsecamente es prácticamente nula. Estos sujetos son los frikis. Y es aquí donde nos encontramos en una peculiar paradoja, porque el mundo friki puede ser mainstream y tiene muchísimo mercadeo. Está claro que el mejor youtuber que venda cosas frikis debe ser un megafriki. Y en youtuber es difícil encontrar a ningún usuario que no sea friki..., al menos los que no lo sean muy probablemente acaben en TV.
El friki en realidad se define de manera independiente al supervillano o al emperador: es un sujeto que se contrapone a la autoridad de lo que se considera la corriente habitual. En principio el friki podría ser considerado un inmoral, según esa definición - cuando no. El inmoral es el que actúa expresamente en contra porque tiene unos preceptos éticos que están por encima, eso es propio de la gente "mala" (que no es el supervillano, ni tampoco el emperador). El friki tiene su más perfecta definición en lo que suelo llamar humor ácido: el que presenta Los Simpsons.
En Los Simpsons la idea central consiste en intentar acabar con la autoridad de sus personajes, al crear situaciones que rompen el encanto de quien pretende formar unos fans. Ese mundo roto en autoridad es lo que permite que la serie se mantenga capítulo tras capítulo exactamente igual, para dar la impresión de que todo mantiene un invariante. Los rasgos comunes consisten en que si algún personaje intenta parecer mejor de lo estipulado automáticamente algo le frenará, algo intrínseco en todo el sistema. Para que una serie de televisión prospere tiene que encontrar la manera de hacer imperecedero la fórmula que le hizo triunfar, casualmente la fórmula que le hace triunfar coincide con la que la hace imperecedera en este caso.
Aunque la idea de lo que es un friki parecería que consiste en un sujeto al que le gusta los comics, en realidad ese perfil no es el que pretendo mencionar aquí. Existe un tipo de sujetos que intrínsecamente no disponen de ninguna clase de influencia, de manera que si una persona influyente homenagea oficialmente a alguien así debería de hacerlo de manera condescendiente. El supervillano de la tele no puede homenagear al friki de Youtube. Para hacer algo así hay que pasar por la misma barrera que consiguió superar Los Simpsons, y crear una fórmula que permita generar esa conexión.
De una manera parecida ocurre entre el presidente de una gran corporación y un autónomo. Parecería raro ver cómo los presidentes de una corporación consideraran influyente a un kioskero, el hecho de que alguien pueda conseguir algo así supone comprender cómo funcionan los mitos de hoy día de una manera especial, con sus excepciones.
Por eso, el que haya sido capaz de llegar hasta aquí tal vez disfrute de alguna clase de ventaja social inesperada al percibir el mundo de manera diferente.
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