viernes, 18 de febrero de 2022

Cuando das el 10 la gente fascina

En España se nos clasifica sobre 10, en otros países sobre 100. Eso ví en una película china de estudiantes de instituto. Y resulta que hay cierto perfil de personas que funcionan mejor cuando dan el 10..., el 10%.

Para muchas personas el 10% de alguien equivale a un 10 de 10 para lo que están dispuestas a luchar, y esa es la sensación que me ha dado al abrir el correo: las visitas a mis artículos de divulgación, que no representan ni el 10% de lo que soy capaz de hacer. Otros artículos que han exigido mostrar mis últimos avanves, para los cuales sí necesité usar mi materia gris, no han sido ni abiertos. Mis artículos se quedarán ahí, y con las nuevas normas que me excluyen del programa de pagos, jamás ganaré nada por haberlos escrito.

Hay gente que si da el 10% satisfacen al completo, si dan el 20% empiezan a dar miedo - quizá lo tomen por loco, al proponer ideas que, una vez justificadas, no serán entendidas. Algo así pasaba con Gustavo Bueno, él no cumplía la regla del 10, pero tenía seguidores que se limitaban a memetizar sus ideas - tan pronto como Gustavo Bueno defendía que hay grandes bloques globalizadores económicos, luego vemos entre quienes lo referencian algún doctor que niegue la existencia de civilizaciones. Son muestras del esperpento, de cómo se conforman con parecer inteligentes.

Mi estimación es que si Bueno se hubiera preocupado de no dar más allá del 10% tal vez el 100% de las personas que le fueran a sacar provecho entendieran sus ideas para replicarlas. El 90% se puede dejar sin divulgar, sólo dejándolo a disposición de curiosos y estudiosos. Al fin y al cabo quien dice que la gente merece "la verdad" vive una mentira.

Cuando publiqué mi primer libro me preocupé de publicar sólo el 50% de lo que tenía, para liberar mi estrés - que me diera la impresión de que no lo tenía oculto. Como dando la opción a la gente a que supiera lo que tenía oculto. Pero fue un error, cuando se tiene demasiado por ofrecer no puedes dar de un cierto porcentaje. Me fijé cómo se me criticaba por los temas más consolidados - y es que si me hubiera limitado a explicar lo consolidado, haciendo bucles sobre ese 10%, entonces sí se habría comprendido mejor.

Pero también escribimos para mejorar, aprender lo que se debe hacer y lo que no. De ahí la novela Luces y espectros; el nombre de luces y sombras ya estaba cogido por un autor español, así que quise hacer una ligera modificación para mantener la referencia. Pero sí, con un 10% de luz se ve suficientemente bien. Cuando te vales de aparatos podrás aumentar la intensidad de la luz sin que deslumbre.

Con los años sé a ciencia cierta que el 50% es imposible que lo presente, salvo en ficción. Independientemente de que esté consolidado, de que se replique y dé buenos resultados. Independientemente de que sea innovador. Y eso es por una de las reglas del tao que la gente obvia: el evitar el chovinismo, esas tradiciones que no se vinculan con la perfección o el buen uso de la razón.

Por otro lado, ¿qué importa si la gente no sabe? Les puedes decir "No mires arriba"... Como lo urgente emerge siempre puedes quedar en plan "ya os lo dije", mientras ves el mundo arder. Lo que pasa es que cuando se repite tantas veces ya cansa.

Luego está ese experimento que se puede hacer: ¿si rapto a un académico y le ato a una silla y acto seguido le pongo una grabación donde doy el 100% se le explotaría físicamente la cabeza? ¿Podría volver a andar por cómo le dejaría tracto con todo lo que le iba a meter? Puede que me encontrara con un superacadémico ultramasoquista y que, mientras su cuerpo se descompone con el nuevo conocimiento, me siguiera diciendo "¡dame más, dame más!". Ante lo cual me generaría una sensación de culpabilidad ya que en esta relación el responsable sería yo.

No. Lo normal es que si le doy a alguien el 100%, al sobrepasar ya el 50% se cerraría en banda y me seguiría el juego como a los locos. De hecho, para conseguir que me escuchara tendría que empezar a hablar como un villano, temblándome la voz, en plan megalómano, mientras me brillen los ojos..., así se interesaría en analizar lo que digo, aunque sea por motivos psicológicos, para darle alguna oportunidad racional a ser escuchado.

No hay manera. Y sin un target el producto final no puede ser construido. No hay ganas.

Aun así tengo varios proyectos que puedo acabar fácilmente, y probar a usarlos para falsar mis teorías. Tengo mucho trabajo autoimpuesto que no le va a servir a nadie, salvo a mí y a mis ganas de hacer el tonto. En todo este recorrido, tal vez haga realidad el sueño que tuve anoche: soñé que tenía alquilado un apartamento en la planta cuarta; donde el apartamento tenía tres niveles, y todo era de madera - incluido la tecnología, como el ratón del ordenador. Era una apartamento clandestino que nadie sabía que tenía, pero estaba muerto - sin muebles para vivir (si tenía ratón no tenía ordenador). Aún así, al despertar, me percaté de que era lo máximo a lo que jamás podría soñar aspirar.


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