martes, 15 de febrero de 2022

Los supranegacionistas

Una entrada nueva, una palabreja nueva ¡Cómo me pone! Sin embargo el objeto de esta entrada es conectar conceptos aparentemente inconectables. Así que veré si se me activan las neuronas y me ayudan a configurar un sistema de conceptos en los que la sociedad no suele ser muy consciente que existen, con sus caminitos.

En el fondo sospecho que se me van a olvidar la mitad de los conceptos..., pero o escribo esto o ya veremos.

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En el arte de la manipulación de masas existen técnicas que se muestran con distintos formatos. Esto es, de cara al estudio del comportamiento humano aparentan una cosa cuando su naturaleza interna es exactamente la contraria. Tenemos muchas evidencias de manipulaciones expresas: la más palmaria es el papel del jefe, el ejecutivo, que consiste en aparentar tener el poder - ya que su poder en realidad no existe. De hecho, podría decir mucho al respecto: los jefes que no saben que no existe el poder acaban perdiendo su poder con más facilidad, y a la historia me remito.

Empecemos por los más famosos dictadores de nuestra historia conocida (la que me enseñaron en el colegio, por supuesto, no podéis exigirme mucho): tenemos a Franco como el dictador más exitoso de todos los que hubo en España, en contradicción con absolutamente todos los anteriores - que duraron dos telediarios. De hecho, ojo: los mismos falangistas que iban a ser los cabecillas de la guerra civil no eran como Franco, y fueron cayendo como moscas antes de pisar el poder. Por eso hay que entender el poder tal como lo describe Maquiavelo: conseguirlo y mantenerlo es ontológicamente lo mismo.

Observamos a dos famosos dictadores españoles, ya sea Primo de Rivera o Balaguer; uno de dictadura y otro de dictablanda. Pero da igual, el que se posiciona para decirle a la gente lo que tiene que hacer tiene un pie en la tumba - y eso es lo que nos dice la historia. Cuando Primo Jr. intentó a base de propaganda y repetir la misma mentira, de no confesar cómo pensaba atar los perros con longaniza, de qué pensaba hacer con la etnia gitana, mora, etc..., de quiénes ocuparían los puestos de control de los recursos humanos y no humanos..., digo que cuando no consiguió la mayoría necesaria y le pillaron tramando un golpe de estado que motivaría la guerra civil ante un presidente de la república que no sabe cómo tratar a los militares y a la propaganda hicieron lo único que se podía hacer: pegarle un tiro según la ley vigente.

Habría que determinar qué leyes son demasiado terminales, pero la guerra civil se cobró demasiadas vidas entre muertos, desaparecidos y suicidados, además de violados, mutilados y horfandados..., entre otros. Vamos, que muera un hijoputa por jugar la posibilidad de evitar todo lo que vendría después siempre valdrá la pena.

Como pasa con los virus, el dictador que fue capaz de inmunizarse a la guerra civil tendría que lo hacía falta para ocupar el poder de la manera más inteligente: acojonándose del pueblo. Y es que Franco hizo lo posible para contentar a los comunistas, siempre y cuando se quedara con el derecho de matar a todo el que se autodeclarare rojo o anarquista. Podríamos especular hasta qué punto un Santiago Carrillo en el medio-exilio pudo haber sido disidencia controlada.

En cualquier caso iba a hablar de los supranegacionistas, de vez en cuando observamos sujetos que dicen que ciertos conceptos no existen; cuando el progreso de la civilización alcanzó el uso de ese término como una ley natural debemos comprender que estamos ante un simple negacionista. El negacionista cumple que por negar una ley natural cuestionará hechos corroborables de manera objetiva. Así los terraplanistas son un tipo claro de negacionistas, como lo podrían ser los antivacunas. Es decir, el objetivo tiene que ser generar una disonancia cognitiva entre su interpretación y los hechos corroborables; de una manera o de otra el negacionista debe tener recursos para justificar cada giro de los acontecimientos. Por eso el negacionista del estado y de la educación pública en realidad es un promotor del negacionismo en general y del fundamentalismo religioso y sectario.

La verdadera caja de pandora, la que somete a la población a los designios de entidades como los arcontes como seres superiores mediante sus memes, es la que se abre en cuanto se le arrebata a la población su acceso a la cultura. Una educación reglada en condiciones, una expansión cultural en teatro, libros, películas, etc..., el desarrollo de los recursos literarios atribuyéndoles el valor que merecen: meros recursos al servicio del ser humano para expresar una realidad generada en su propia mente. Lo más triste del negacionista podría ser cómo se somete a los designios de su propia cárcel inventada, de unos recursos literarios que encierran al individuo en su ignorancia. Una sociedad sometida por los necios capaces de autorreplicarse no sería posible si el negacionista se moviera por sí mismo con sus técnicas habituales.

Es decir, esta podría ser una buena introducción para los negacionistas-ultra, sujetos que suelen vestirse de maestros economistas, de políticos conservadores o de otras tantas cosas; sujetos que defienden en sus palabras unas cosas y que materialmente abogan por un modelo de sociedad completamente demencial al servicio de las mafias, las grandes corporaciones y gurús sectarios.

Los supranegacionistas tan pronto dicen defender una idea crean un chivo expiatorio que represente el enemigo de esa idea que es ontológicamente natural al ser humano - y lo hacen para negarlo. Un ejemplo está en el anarcocapitalismo: con el fin de defender la meritocracia obran contra el socialismo porque, supuestamente el estado es todo lo contrario a los méritos, y para ello definen un modelo de sociedad donde los méritos desaparecen. Esto mismo ya lo refutó en su momento Marx en su primera obra, su crítica al programa de Goethe. Es decir, el socialismo se queja del capitalismo porque no es meritocrático: Marx decía que si el capital estuviera ligado con la meritocracia entonces él mismo sería capitalista.

Dicho esto, revisamos a Rousseau y observamos en el famoso capítulo cuarto del Contrato Social que hay una defensa por el individuo, no un sometimiento del individuo al colectivo. Si el individuo forma parte de la sociedad es porque la sociedad tiene algo que ofrecerle a él, como él a su sociedad, no porque naciera en una familia, no por la gracia de Dios, ni porque tenga más o menos dinero. El papel de un individuo en una sociedad depende del contrato entre ambos. Pues bien, como esta máxima es natural al ser humano y se quiere defender principios conservadores aparecen los supranegacionistas: se inventan que el socialismo tiene en sus bases la negación del individuo por parte del colectivo y difunden la propaganda de su propio modelo de contrato en sustitución al pacto social. En un modelo de sociedad donde prime la ley del más fuerte, si tiramos de teoría de juegos, podremos comprobar cómo es en esas sociedades donde el colectivo somete al individuo - no al revés.

Los supranegacionistas, por tanto, se mueven por una propaganda que es falsa para defender justo lo que están intentando destruir a toda costa. Por tanto, a diferencia del negacionista convencional son contradictorios desde un punto de vista analista. Aunque podríamos hacer distinciones: hay supranegacionistas a los que la contradicción se deduce directamente de sus propias palabras, y hay otros a los que se les exige tener un conocimiento de principios empíricos sociales básicos. Que esto es como el que distingue entre los tontos y los tontos de remate.

Sé que Popper, al que he llegado a defender en lo referente a su metodología, solía defender que el comunismo no incorporaba en sus fórmulas esquemas individualistas; pero también hay que decir que para evaluar las palabras de un sabio hay que tenerlas delante y en su correcto contexto. Porque el stalinismo o el maoísmo no es que sean muy defendibles...

Dicho esto, una característica fundamental de quien intenta hacernos creer que el poder existe reside en crear orgánicas que circulen en torno a ese concepto - buscan alimentar el meme creando una disonancia cognitiva: ¿qué empuja a un individuo el hacer caso a otro? Nada, salvo la obligación a hacerlo. Supuestamente debe ser autoridad, pero autoridad en base a qué. 

Hablamos de la autoridad de un individuo por representar a un colectivo; gente que quiere describir cuáles son las leyes de las personas civilizadas. Los ciudadanos, o como quieran ser llamados, son figuras que asumen un rol dentro de la sociedad debido a su experiencia laboral: sólo el que trabaja una realidad puede describir su deóntica. Y los que trabajan su clientela también están involucrados, aunque el capitalismo nos intente hacer creer que en una relación laboral el único que trabaja es el "trabajador". En una cárcel hay dos personas encerradas: el preso y el vigilante.

Pero claro, no olvidemos el papel que tiene el existencialismo: nadie puede involucrarse contra el ser para-sí salvo él mismo, independientemente de las leyes sobre el ser en-sí, que es objeto de la ciencia principalmente. Un ejemplo de aplicación, qué se espera de una mujer - nos lo dirá la propia mujer; mientras cómo debe regularse el aborto - nos lo dirá un médico. En el mismo instante en el que la mujer se convierte en una fábrica de niños debe aceptar el sometimiento que representa su propia responsabilidad como madre cuando la ciencia establezca los plazos pertinentes. 

Pues bien, el supranegacionismo también afectará al progreso. Como decía Simone de Beauvoir, el feminismo habría sido más fácil de defender si no estuviera el enemigo en nuestras filas: y se refería indudablemente a las feministas radicales. Sin paliativos, todas las feministas radicales incitaban a los reaccionarios a hacer creer que el feminismo era un movimiento irracional y, como tal, estaban autorizados a censurar a los filósofos que defendieran según qué ideas progresistas. Es decir, con el fin de no pervertir a los niños los pervertían negándoles el conocer unos hitos que ellos mismos recibieron para adquirir toda su cultura. Lo llaman ideología, política..., no: es supranegacionismo.

Dicen que hay que tener varios partidos políticos que capitalicen las ideas y luchen entre ellos para que sólo el que sobreviva en un proceso electoral pueda acercar al pueblo al pacto social. Y lo mismo con los sindicatos... Sin embargo el modelo es tan caricaturescamente absurdo que cuando muestras hechos empíricos de si los partidos que sobreviven están más ligados al dinero, si la propaganda está llena de mentiras, que si los representantes son corruptos..., que es obvio que la teoría y la convergencia al pacto social genera una DEMENCIAL disonancia cognitiva ¿Realmente hay quien crea que los políticos son representantes del pueblo? 

El único país, y no me conozco muchos - habrá otros, donde sí parece haber representantes es en Cuba. Y además es un hecho incontrovertible: porque no hay más que ver la propia Asamblea Popular, su diversidad, el compromiso que tienen..., son expertos de todas las materias porque son de todas las etnias y clases, de todas las vocaciones y lugares posibles de Cuba. Insisto: se trata de hacer una comprobación empírica.

Por eso los supranegacionistas buscarán evitar los hechos empíricos. Dicen que defienden una ideología..., igual que el terraplanista. Pero la ideología es otra cosa: supuestamente la ideología no puede ser contradictoria - tan simple como eso. Y el supranegacionista es contradictorio a ojos del experto, como mínimo - pero se vale de la "libertad de pensamiento" para insinuar que no hay contradicción.

¿Entonces? ¿Qué hacer con este sistema que estructuralmente se incompatibiliza con la democracia? Ya digo lo de siempre: abogar por los referendos directos, por elegir representantes del legislativo por lo que defiendan, anular la necesidad de partidos políticos o sindicatos para convertirlos en meros centros de reunión ideológica y, por encima de todo, eliminar el poder ejecutivo. Diversificarlo en el poder judicial y los ministerios fiscales, sanitarios o militares como instituciones dependientes. Ya no digo si se incorpora en el ministerio fiscal los colegios de periodistas elegidos en las urnas de manera vitalicia.

Una democracia de orgánica más reducida que justifique conceptos básicos. Pero el supranegacionista seguirá creando orgánica y más orgánica, más instituciones que no sirven para nada salvo para colocar grandes secretarios que cobran sueldazos para que se rasquen el culo u otras partes más pudorosas, como, una vez más, nos dicen las estadísticas y las noticias más morbosas sobre para lo que sirven todos esos despachos tan tremendamente caros.

Un ejemplo más que perfecto contra los organistas es el Banco Mundial: es la institución creada para eliminar el hambre en el mundo. Pues bien, para saber si hay hambre en el mundo no se trata de decir si hay una organización que se encarga de velar por su desaparición, lo que hay que hacer es simplemente consultar las cifras de miseria. Sentido común. Pues bien, los defensores de que la democracia se defiende por la orgánica y por el aumento de cargos no quieren oir hablar de estadísticas, sólo de teoría y cargos: el formalismo es una forma de supranegacionismo de los conceptos que pretende defender por la sencilla razón de que esos conceptos son del mundo de las voluntades humanas (son conceptos sociales) y no se puede analizar el nosotros para-sí con instituciones, se debe evaluar la calidad de las herramientas constantemente.

Al fin y al cabo, hay un problema y la solución es crear una comisión ¿Y después qué? La persona sensata pregunta por el poder vinculante de la comisión, mientras que el supranegacionista se conforma conque haya una comisión.

Y no, señores, no hablo de mi ideología..., la ideología es algo mucho más noble. Lo que digo es que me parece lamentable, como ya cité en mi test para evaluar si se es tonto, que el nivel que tiene la sociedad en su consenso esté tan reducido educativamente para comprender qué se entiende por coherencia en política. Cualquier política me parece razonable, siempre y cuando sea una política que supere el tercer grado. Y ya lo vengo diciendo: "si vais a ir a votar, al menos hacerlo a un partido político". Razón por la cual hace años que descubrí que no podía ir a votar. No estoy a favor de que se voten partidos políticos, pero es mejor un partido que un grupo mafioso y el sistema favorece a las mafias.

El papel del buen dictador consiste en hacer parecer que su posición es imprescindible en la sociedad por el mero hecho de no hacer nada.


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