domingo, 19 de diciembre de 2021

Meritocracia. Definición práctica

Todas las sociedades basadas en un estado de derecho tienen como ideal la meritocracia. Sabemos que en los sindicatos españoles suele defenderse la mezquindad, la indominia y suele mirarse con malos ojos la meritocracia. Gracias a mi experiencia como mediador he visto cómo la reivindicación sindical tendía a buscar la manera de romper los puentes, y usaban un lenguaje propio de matones donde, además, lo último que aceptarían es que en la empresa recompensaran a los mejores - porque eso contradice el clientelismo.

Efectivamente, para luchar contra la corrupción - para tener un estado que no sea de risa - necesitamos un entorno meritocrático, basado en la meritocracia donde se respiren méritos dentro del lenguaje y la enarbolación de los mismos. Cuando vemos alguien incompatible con estos conceptos entenderemos que o bien es un conservador o bien es un mafioso..., que para el caso en un futuro tal vez se deduzca lo pertinente.

Esto mismo hay que entenderlo bien. De vez en cuando aparecen sujetos a los que les molesta la figura del monarca ¿Pero no es cierto que España es un reino? Deberían de quejarse no del monarca mismo sino de aquellos que necesitan un monarca. Asímismo, vamos a observar a los defensores de un mundo un poco más "laico"..., leamos sus estatutos: ¡ajá! Resulta que anteponen la figura del socio fundador para la toma de decisiones - por lo que no creen ellos tampoco en la democracia, por definición. Eso, señores es monarquía: que haya unos señores que tengan unos privilegios. La cosa importante: ¿si les preguntamos cómo afrontan esa contradicción te responden? Efectivamente les mandé un correo electrónico con los tres puntos que contradicen sus estatutos y no hace falta decir que no recibí ninguna respuesta convincente por parte de Europa Laica.

Por tanto, ¿esa anécdota es algo generalizado? Mi experiencia me dice que sí: cada vez que hablo con la gente y le pregunto por un modelo sin rey siempre pasa lo mismo, no pasan el tercer grado. Cuando les insisto que el socio fundador en realidad tiene el mismo papel que un monarca, o que cuando los hijos heredan la empresa del padre eso es defender formas de monarquía..., parecería que les estoy diciendo cosas muy raras. No tienen cultura democrática, tienen cultura mafiosa, basada en la corrupción. Un país sin rey sería un país aún más corrupto.

Ya he mencionado en este blog que cuando una persona no es capaz de ocupar su puesto de manera apropiada su mezquindad le puede llevar a irse por los terrenos de la corrupción; y además creerse con derecho de hacerlo. Como el votante que decía que votaba a los corruptos porque si le van a robar que, por lo menos, lo hagan bien. La imagen que se tiene de mantener la pertenencia a un grupo por el que se ha invertido tanto, esa disonancia cognitiva que hace que no puedas echarte para atrás.

Pasó con Aznar: tan pronto como se bajó el sueldo para aparentar ser una persona humilde, luego se lo "sobresubió" a través de su partido, y sin declarar. Además, ante la prensa, aún sin contar las prebendas de esa clase de escoria inmunda la prensa les seguía el juego dando a entender que eran personas que cobraban bien poco. Y no es de extrañar el encontrar un periodista que siga pensando que para conseguir un modelo meritocrático hace falta pagar por ello - en realidad es al contrario, pagamos por no tener un modelo meritocrático.

Meritocracia no es que el triunfador sea competente en su cometido, eso es lo fácil. Malo sería que el sistema contradiga ese principio, pues ya sería la más evidente de las idiocracias: donde los técnicos se ocupan de su tarea sin tener ni pajolera idea de lo que hacen porque obtuvieron el puesto por ser amigo o hijo de alguien. Meritocracia es que el que no triunfa sea debido a su torpeza. 

Cuando observamos tantos fracasos anunciados de productos válidos podemos imaginarnos que es posible que no sea justo para cada uno de esos autores: hablaríamos de redes sociales, estrellas de cine..., los productos estrella no tienen porqué triunfar todos porque el escenario es muy pequeño. La ley zipf, por otro lado, obliga a que muy pocos puedan estar en la palestra - por lo que no tienen porqué triunfar, por muy buenos que sean (las aplicaciones, los artistas, las películas de cine, etc).

Es decir, en ocasiones se generan fracasos que afectan a grandes autores/creadores, por lo que no debería de ponerse el foco en conseguir el éxito en esa clase de áreas. Es legítimo intentarlo, pero no puede ser que nuestra definición de meritocracia se base en proyectos estrella - eso es más bien casual. Es como el que analiza el ganar dinero mediante apuestas.

Si a la hora de levantar un restaurante, por ejemplo, el que sea bueno no es suficiente el estado bien podría estar ahí para preocuparse por el riesgo adoptado - cumplir unas exigencias marcadas por los estatutos del pueblo de lo que se entiende por restaurante debería de darle al empresario el margen de poder trabajar con los almacenes de la ciudad, a modo de stock de seguridad, y también con la opción de ver restaurada su inversión por si el mercado boicotea el restaurante sin un motivo claro. Las empresas deberían de ser una extensión del estado, para así calcular su plusvalía de una manera un tanto más marxista.

Lo sorprendente es cómo los que no son marxistas no quieren oir hablar de la protección del estado a proyectos importantes, pero porque cada cual ya se ocupará de sacarse sus márgenes. Ahora bien, esos márgenes podrían acaparar el dinero hacia un mercado financiero especulativo que podría congelar al país: esa clase de empresarios es justo lo que no necesitamos. Cuanto más productos fijos para la tasa de cambio tiene el banco más oferta al empresario para que acapare y no invierta en el crecimiento de su empresa. De la misma manera, cuanta más capacidad tenga el empresario para exportar y crecer en otros países menos hará crecer la empresa en el suyo propio. Es terriblemente sencillo gastarse las bonificaciones políticas cuando el presupuesto está orientado a unas pocas cabezas visibles, que acumularán los capitales para sacarle el máximo lucro. Pero si la explotación consiste en repetir la misma fórmula que las pocas cabezas visibles conocen eso podría llevar a una sobreexplotación de esos pocos terrenos de los que son propietarios y un daño ecológico que provoca cisnes negros.

Todo lo dicho es lo conocido. Y es debido a la preponderancia del poder ejecutivo para pretender resolver lo que sólo puede hacerse mediante concursos diversificados en un sistema de concesiones previamente tipificado - planificado por los legisladores. No hace falta un poder ejecutivo, que en realidad es una extensión de la idea que tenemos de los que es un rey.

Y un rey elegido no es mejor que un rey que ha heredado el trono. Porque con el segundo sabemos a qué nos atenemos. Un rey elegido por el pueblo será buen presidente de la comunidad de vecinos, pero mal presidente de un país. Y un tirano en el imperio.


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