Estas últimas semanas he estado dándole vueltas, y ha sido de lo más curioso: primero descubrí tres nuevas técnicas que eran demasiado arrolladoras para ser verdad. Al final la primera de todas la tuve que desechar, aunque me sirvió para resolver un par de problemas que tenía en el aire, y entender cómo se resuelven otra clase de problemas. La segunda, que empezó siendo...
Nada, acabo de volver a inhabilitar el Windows update, con razón el equipo iba FATAL. Completamente colapsado, sin poder hacer nada. El Deep Microsoft algún día descubrirá la horna de su zapato con tanta intromisión y competencia desleal.
En cualquier caso, ahora que puedo volver a escribir, digo que la segunda técnica la he conseguido refutar, aunque me ha servido para perfeccionar la primera técnica de manera que sea irrefutable. Y, efectivamente, tan pronto como empecé con tres técnicas vagas ahora tengo una bajo una certeza matemática.
Al mismo tiempo que procedí a escribir introducciones desarrollé una técnica formal, matemática, que me servirá para incorporar más explicaciones y comparativas. Porque no es lo mismo demostrar que tengo razón formalmente a hacerlo constructivamente. Con esa comparación volveré a reincidir en que la cuestión de las clases de problemas NP y P podrían tener respuesta diferente, pero no explicaré en ese ensayo el porqué. Mi intención es hacer una mera introducción al problema.
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Con esta nueva tecnología será posible resolver el problema de las n-reinas en tiempo polinomial con respecto al número de reinas, resolviéndose más rápidamente cuantas más reinas se dispongan previamente en el tablero. Esta resolución posee una lógica aplastante, y ya veré si referencio a mi primer libro "Satisfiabilidad lógica resuelta", porque ha servido como referente y permite prever resultados que han ido apareciendo.
En cierta manera es una satisfacción pensar que ese libro, tan ignorado por la editorial de una manera tan rastrera, ha conseguido ubicarse poco a poco donde le correspondía.
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Aún así aún no he escrito nada. Eso de no poder usar el ordenador que tengo conectado a Internet debido a la gran cantidad de snifers que hay por aquí es un peñazo. Pero lo estoy aprovechando para depurar las técnicas sobre el papel, sobre los formalismos matemáticos.
Empecé con tres técnicas sobre un tema y acabé desarrollando unas cuantas teorías más y perfeccionando mis conocimientos sobre el tema. No me ha ido tan mal. En cierta manera ha sido un pequeño fraude comprobar cómo dos de esas técnicas no funcionaban como esperaba, pero esto es ley de vida - interpreto que es como jugar al ajedrez: crees tener la jugada controlada, pero a la hora de la verdad hay que demostrarla, y puede que incluso hasta la máquina se equivoque, por lo que nada está fijado ni prefijado.
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Lo que ocurre en matemáticas pasa como cuando en filosofía observamos a varios señores discutir sobre qué criterios tuvo Kant relativo a un tema. Y el caso es que las circunstancias de un muerto sólo pueden ser objeto de especulación, porque es tremendamente difícil saber si sus pupilos en realidad en vez de darnos contenido intelectual sólo nos dan propaganda para vender sus libros o conferencias. La distinción entre contenido y propaganda es lo más complicado en filosofía, y afecta incluso a las ciencias exactas.
Nos podemos plantear cosas como si Séneca fue sincero cuando escribió en su testamento que Nerón ordenó quemar Roma ¿Se debe interpretar literalmente? Aún sería creíble que Nerón fuera terrible con el arpa, aunque en sentido figurado puede que simplemente el mayor enemigo de los cristianos fuera odiado en secreto por, simplemente, un cristiano que convivía con él. La filología podría mostrar técnicas que ayuden a distinguir cuándo un documento no tiene contenido objetivo. Y es fundamental trabajar de esa manera. Pero lo que tiene la filología como herramienta da la impresión de que la historia de la filosofía no le da uso, más bien trabaja de manera subjetiva la lectura de los documentos filosóficos.
Cuando un historiador de filosofía nos comenta un texto lo que hace es transmitirnos su experiencia, y eso no puede ser correcto. Lo más correcto sería desarrollar un estudio filológico del autor al abordar el contexto de manera que podamos comprender el extracto de su pensamiento de manera que se entienda con nuestros ojos. De la misma manera, en el proceso de análisis sería crucial establecer el significado propio del autor y de su obra por parte de todos los elementos que se van a extraer.
Consideraría, por tanto, que cuando un conferenciante habla de un autor en materia de filosofía parecería preciso plantear la falsación de su tesis exponiendo los autores que discutirían su planteamiento, o citando las fuentes del autor referenciado que no parecen encajar con el objeto de la conferencia. Sin embargo esto último sería más objetivo, y la gente prefiere la fórmula de la propaganda. Nadie cuestiona al conferenciante, pues sería un pesado.
Observamos, de hecho, a conferenciantes que esperan que las preguntas sean de su bando o del bando contrario, pero el carácter académico de exponer de manera concisa y clara una contraposición a la cátedra defendida no es ni mucho menos lo que se observa en las preguntas de la gente. Hay como una cierta tendencia hacia el fanatismo, ya sea por parte del conferenciante como por parte del espectador. Y se van desvinculando del deseo de objetivizar la realidad.
Lo que en Ortega y Gasset podría ser poner el foco en las circunstancias, o lo que podría ser en el existencialismo centrarse en las cosas en sí. Se trata de centrar en lo objetivo, lo que está fuera de la manipulación propagandística, antes de estudiar el centro de la atención. Y es que el centro de atención sólo puede ser objeto de un resumen para cuando tengamos bien delimitados los límites del contexto y el análisis de las ideas a exponer. No hay nada más difícil como hacer un resumen filosófico.
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Cuando tienes un trabajo bastante extenso puedes observar la filosofía científica que emerge de todo esto. Lo ideal es observar la coherencia de cada una de las partes. En el fondo, que los errores tecnológicos sean coyunturales y que la estructura se mantenga sólida sólo es un buen ejemplo de que tu filosofía tecnológica funciona. Entonces es cuando puedes resumir tus ideas para transmitirlas en un documento bastante bien condicionado pedagógicamente hablando.
Introducir la tecnología debe ser considerado más difícil que desarrollarla. Y esto es lo mismo que cuando tienes un buen análisis y adoptas una manera de referenciar cada uno de los conceptos dentro de tu criterio de demarcación y entonces es cuando quieres orquestarlo todo de la manera más simple. Todos acaban introduciendo las ideas de la misma manera, pero porque dentro de la introducción no hay un afán transformador del individuo para acercarlo a la tecnología - sólo hay un afán pedagógico para enseñar cuál es el problema, lo muy útil que és, la gran cantidad de gente que ha hablado del tema..., la propaganda.
Lo más fácil es introducir con propaganda y concluir con propaganda; podría copiar y pegar, y listo. Estaría bien y me aplaudirían por ello. Pero claro, ¿es ético hacer eso? ¿Acaso se supone que pretendo hacer eso sólo porque me simplifica?
Quizá el que no me acepten el documento, tras haber sido éste pasado por las más duras cribas, sólo me confirme que debo cambiar de ambiente. En mi entorno mi cuerpo me pide compartir de esta manera, obviamente si cambiara de entorno podría trabajar de manera que mi vocación de servicio se viera suplida por la capacidad de absorción de los colectivos que conforman mi clientela.
Bien pensado, las frustraciones que sentía para no escribir el documento era porque en el fondo no estaba convencido - había algo contradictorio en mi filosofía que me obligaba a ser excéptico con lo que pretendía poner por escrito. Ya digo, es como si todo fuera bien.
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