lunes, 10 de mayo de 2021

Sobrepasar la normalidad antes de abordar la excepcionalidad

Todos tenemos nuestros fallitos, como pequeños vicios y defectos de fábrica que nos impiden ser como cualquier otro. Las circunstancias de la vida, además, nos ha impedido descubrir cuáles son las inversiones más adecuadas que debemos hacer a nuestro tiempo: esto es, si debemos gastarlo leyendo una u otra cosa, si debemos capitalizarlo según las reglas establecidas de una o tal manera, etc... Si el sistema fuera principalmente meritocrático entonces tendríamos una ligera idea de hacia dónde dirigir nuestras inversiones.

Pero claro, no lo es.

Nos podemos encontrar casinos, que son empresas pensadas para que te gastes en ellos tu dinero a cambio de diversión, que te venden que son una forma de ganar dinero. Y te puedes encontrar posibles colegas que, al no haber terminado de salir del huevo, se ven encandilados por esos casinos. No es lo mismo trabajar en un casino que ser usuario del casino o, peor aún, cliente del casino. Hay que tener cuidado con las inversiones y el modo de vida que se tiene.

Lo digo porque me he parado a pensar: hay dos tipos de países, están los tecnológicamente autóctonos y los tecnológicamente dependientes. Están los países con industria propia, y los que dependen de la industria extranjera. España es un país dependiente, y China es independiente. En EEUU me desprecian, pero en el imperio chino, ¿tendría una oportunidad?

Cuando se intentó hace más de una década crear un parque tecnológico en Fuente Álamo, a pocos kilómetros de mi casa, yo también quise creer en la oportunidad para el desarrollo de algo tangible y nuevo, de ir por cuenta propia. Pero Shenzhen no es Fuente Álamo: en Shenzhen podías encontrarte tiendas donde te venden microchips para que puedas diseñar tu propia máquina, podías crearte tu propio ordenador por piezas - y diseñar tus ranuras de superescalar... 

Recuerdo cuando fui a una tienda en Cartagena y pregunté por la compra de unas puertas lógicas para empezar a practicar la electrónica (y bien que pudo haberme vendido un entrenador electrónico), entonces tendría 19 años y estaba ilusionado por poder fabricarme mi propia calculadora. Entonces ese viejo empezó a hablarme con un enorme desprecio haciéndose el sueco, diciéndome que lo primero que tenía que hacer era leerme unos libros... Yo no tenía ningún problema con leerme libros, si el objeto es documentarse, pero ese señor lo que quería era hacerme perder el tiempo - eso era evidente. Me sentí profundamente ofendido, reprendido... Cuando se lo comenté a mi profesor éste casi que disculpó la actitud asquerosa del vendedor: ¿qué había pasado ahí? Que en España no tenemos un entorno compatible con el carácter autóctono. Se protegen las estructuras gremiales, no puedes dedicarte a algo más de lo que hayas estudiado - porque si lo haces algunos se sentirán ofendidos. Un estudiante de informática no está autorizado a experimentar con componentes electrónicos... Bueno, pero en países como China o EEUU sí. Y en la Japón revolucionaria pudieron saltarse algunas normas antes de empezar a crear transistores. Y esas normas, tras haber yo estudiado electricidad e informática, sé que son estupideces soberanas - ahora lo sé con conocimiento de causa.

Lo que falla en los parques tecnológicos españoles no sólo es la actitud corporativista de defender la titulitis, sino que es incluso peor: los propios empresarios no se fían de los que ofrecen soluciones porque el mercado laboral está lleno de intrusistas. Hay mucha gente que asegura ser capaz de hacer lo que no es capaz de hacer y, si le pillan con el carrito de los helados, no se les puede reclamar la mentira con la que entraron a trabajar.

Todavía recuerdo cómo una compañera traidora se puso a acusarme a mí de haber entrado a trabajar tras engordar mi currículo. Desde mi punto de vista esa no sólo sería una buena razón de despido, sino que además lanzar esas acusaciones a grito pelado en el despacho sin fundamento también podría serlo. Hay comportamientos que son incompatibles con el trabajo profesional en una oficina - y es en las oficinas donde supuestamente se llevan a cabo las innovaciones. Y desgraciadamente he trabajado en oficinas donde los compañeros saboteaban los trabajos de los compañeros, o se apoyaban y trepaban a partir de lo que hacían los demás. En este sentido también he sido víctima de tales comportamientos... 

Visto lo visto, ¿cómo se puede crear un entorno de trabajo orientado a la innovación en España? Para empezar no tenemos ni los empresarios, ni los trabajadores, ni los proveedores, ni el espíritu educativo. Sin ir más lejos, ¿acaso se me olvida de que en la universidad cuando un profesor se ve acorralado por falta de ideas éste se alza violento y hay que llamar a la policía? Habiendo denuncias luego está el juez que, además, disculpa al violento dentro del espíritu de la transición socialdemócrata propuesta por la UGT: el sistema vertedero, por el cual el funcionario siempre será disculpado y el empresario vivirá en un caos burocrático hasta conseguir un paraíso donde todas empresas sean sin afán de lucro.

Obviamente España necesita una revolución cultural de aúpa, o poco a poco se autoconsumirá hacia un idiocracia aún más evidente.

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Y visto lo visto. Puedo actualizarme una vez más como informático para asegurarme de que nada se me escapa. Puedo intentar ser un poquito más normal de lo mío para permitirme el lujo de abordar lo excepcional. Pero no hay que olvidar que el espíritu infantil es indomable y puede que mi error fundamental sea el quedarme en un entorno tan hostil.

Algo así me pasó en medium: creo recordar que hablamos de miles y miles de vistas de un artículo, y de sólo unos 10 aplausos. Eso es como decir que hay menos de un uno por mil de posibilidades a que guste mi tecnología - o también de que la envidia es cercana al 99'9% en la gente ¿Cuál de las dos posibilidades es más cercana a la realidad? ¿Debemos pasar a la síntesis de ambas ideas? Para empezar, ese artículo no para de ser visitado constantemente y tiene utilidad innovadora trivialmente constatable e innegable en cualquier experto en la materia. Por lo que todo apunta a una dirección predominante.

Por eso no tiene sentido seguir divulgando: hay que encontrar tu Shenzhen. Hay que encontrar el lugar donde puedas investigar y crecer.

Por el momento, la idea de tener un cliente que me pide que le ayude con la parte tecnológica en sus investigaciones es una delicia para mí, y para mi crecimiento. Pero hay un techo de cristal en lo que se refiere a lo que le puedo ofrecer, debido al miedo que tengo a que no le dejen publicar sus resultados.

Mi Shenzhen, en definitiva, bien podría ser Shenzhen. Por lo que la normalidad que tendría que conquistar sería hablar chino. Sin embargo vivir en un imperio no es algo que recomiende, es como pretender pasar de extramuros a intramuros: por muy tecnólogo que yo sea, el ruralismo no tiene que ser incompatible con el desarrollo tecnológico y - al mismo tiempo - no creo que la mentalidad cosmopolita del pensamiento único sea positivo.

Allá donde vaya siempre habrá una valla.

La cosa es simple: si publico sin más puede que me lluevan visitas, pero la represión del endurecimiento del techo también puede que aumente y probablemente mi única manera de evolucionar se quiebre.


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