miércoles, 3 de febrero de 2021

¿Qué hacer?

 He estado palpando el avanzar en javascript, programación, etc..., podría continuar por ahí. También tengo algunos proyectos preparados para desarrollar el "Principal Component" en Python, asociado a ciertos logros de tecnología punta que mucha gente aún no entiende. Me he bajado unas normativas y he especulado en un método de estudios para prepararme alguna oposición, y sobrevivir en esta dictadura. Decida lo que decida será mejor ir a una.

En cualquier caso, otros proyectos como escribir otra novela, algún manual técnico, desarrollar para su divulgación ciertas teorías en filología, iniciar una revolución social, hacerme influencer en las redes sociales, postularme como proveedor en Fivers, y algunos pequeños etcéteras viables en parte pero cuya variabilidad es demasiado elevada dadas mis circunstancias lo debo ir apartando. Ese conjunto de cosas las puedo hacer en modo pasivo, como un espectador más.

Ya no digo lo que ya ha muerto en mí: las investigaciones tecnológicas, los avances en filología, los estudios de modelos neurológicos aplicados a la informática, etc... Poco importa lo que tengo, igual que no sé hasta cuántas personas estarán como yo con una gran revolución no reconocida debido a que no existe una comunidad científica. Todo es nepotismo, amiguismos, camaraderías, etc... Ni siquiera es todo tan turbio como para decir que es una plutocracia o que vivimos bajo el mandato de una oligarquía: esos conceptos son meras utopías, alimento para que la plebe entienda su situación - pero que la realidad es mucho más turbia, si cabe.

Puedo avocarme en mi desempeño de una de las tres grandes tareas, para darle terminación y así probar suerte en el más corto o medio plazo posible. Al fin y al cabo no hay dónde elegir ni qué hacer. Sólo probar suerte, mientras el que tenga la vida resuelta se limitará a mirar para sí y olvidar a quiénes pisotea - porque muchos lo hacemos y da la impresión de que importa más o menos a cada cual.

Esperan que lideremos un cambio social si algo estuviera mal. Pero sólo son como los mafiosos de Chicago de los años 20 ¿Quién mandaba en esa ciudad? Hasta que no se restaure la ley la democracia será cosa del pasado.

Los políticos han descubierto que esa es la fórmula que mejor encaja en la sociedad, que mejor se capitaliza. Y al Pueblo le parece bien. Entonces se traslada al mundo judicial. Y al Pueblo le parece bien. Y toda ley deberá de emerger de esas maneras. Y al Pueblo le parece bien. Entonces nos dicen: "¡Eh! Si hay algo que no os gusta, sólo tenéis que proponerlo". No hay sitio para las ideas, las propuestas, las exposiciones..., cuando todo está bien ¿Es eso democracia? Pues esperad a que nos termine de aplastar China y os siga pareciendo bien lo que se nos viene encima.

El estado está obeso, hay que ponerlo a dieta. Se ha puesto a toser youtubers y le echa la culpa no al tabaco y a sus vicios, sino a que corre por las mañanas. No va a pillar ninguna dieta, y lo peor es para cuando se ponga a competir en la carrera de fondo. La terminará andando, junto al resto de los competidores. Un espectáculo lamentable.

No hay estado capaz de enseñar músculo porque o es un país peligrosamente gordo de más o es un imperio con obesidad mórbida al que le permiten competir con un patinete. Al resto de los muertos de hambre que sí que compiten con cierta musculatura no se les permite ni desayunar antes de una carrera tan crucial. Y puede que ni la terminen.

¡Menudo panorama la economía internacional y sus políticas sociales!

Mientras tanto, veo escuchar al clásico sujeto que dice que no se casa con nadie y, al mismo tiempo, sostiene teorías que le mojan demasiado en el aspecto político. Lo malo es cuando no se reconocen a sí mismos como poseedores de una ideología: desde hace cien años se sabe que toda teoría no puede ser coherente y relevante a la vez. Nadie puede hablar defender teorías políticas desde la neutralidad sin citar posibilidades y contradicciones, referencias mutuamente excluyentes, enfoques distintos... Múltiples opiniones varias.

Se está perdiendo el lenguaje de la legitimidad del diálogo. Cada vez prevalece más el extremismo. El más intrínseco, el que hace que la gente no se dé cuenta de que está adoptando un lenguaje extremista: el lenguaje del que no quiere reconocer la relevancia de unos hechos que no encajen con su teoría personal. Se trata del más peligroso de los dogmas políticos: el de aquél que no se autoconsidera dogmático.


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