No hay misterio cuando el ser humano se comporta según la ética oportuna, pero todo animal es torpe naturaleza y no entiende cuáles deben ser los procesos que conforman una sociedad ordenada, civilizada...
De manera instintiva los individuos conforman sociedades comunitarias. Estas sociedades son fáciles de identificar: es ahí donde está tu familia y [el resto o no de] los seres más queridos. Estas sociedades cuando pretenden sustituir a los grupos sociales conforman una suerte de nepotismo, mafia, etc..., justo lo que Engels criticó en su famoso libro sobre la familia a partir de estractos de la antropología, para desarrollar una idea de sociología que nos permita comprender mejor el contrato social.
Cuando aceptamos que la naturaleza humana se vuelve violenta ante la ausencia de recursos comprendemos que es el estudio de la economía de lo común lo que nos devuelve a una posición digna, sociable..., nos hace personas. Una buena filosofía económica reordena y reorganiza al ser humano para que no entre en disputas absurdas de posesión y egoísmos.
La lucha por el poder está llena de miedos, miedo a morir de hambre, a no tener opción, sucumbir a la esclavitud..., esas cosas. Y es cuando emergen las ambiciones, los egoísmos y el resto de las formas de violencia en el comportamiento humano. El poder es un concepto inútil. Como me dijo una vez un artista del que nadie recordará su nombre salvo por los iconos que protagonizó exclusivamente él, "resuelve el hambre en el mundo y el resto se hace solo".
Las políticas y tensiones: izquierdas, derechas... Se puede comprobar lo fácil que es dar un puñetazo en la mesa cuando muestras una fórmula con la que todos estén objetivamente de acuerdo conque resuelve los problemas más trágicos e importantes. El resto, es tema de burgueses, de ricos, adinerados, acomodados, gente con corbata, yupis... Que se acomoden a partir de lo importante; pero que sólo discutan lo importante con temas de la misma envergadura - o con la refutación de la teoría imperante. Es lo único que exijo.
Y en estas exigencias encontramos eruditos en la derecha y en la izquierda, que erran y saben de unos temas u otros. Capaces de constituir un proceso capaz de entender mejor el mundo. No hay fórmula maestra, como pasa en el software: no habrá una descripción universal que reduzca cualquier problema a la trivialidad.
Sin embargo, cuando era pequeño, ya me di cuenta de que sí existe un algoritmo capaz de resolver todos los problemas. Hoy día, superando la cuarentena, puedo permitirme el lujo de sancionar el procedimiento para observar en él lo que podemos llamar "el proceso constituyente". Y es que para conformar dicho proceso siempre deberemos tratar con los miembros que acepten unos postulados comunes: si alguno de ellos no comparte tales postulados lo propio sería que se dediquen a conformar su propio proceso constituyente de manera independiente.
Esos principios que les debe ser evidentes debe incorporar también una jerarquía a la hora de entender qué es la ley, la ética y la moral. Pues si bien no se acuerda tales principios de algo estoy seguro: lo que se redacte volverá a ser como un golem, una criatura semiviva y semimuerta que, con el tiempo, deberá ser rectificada.
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He tenido que abandonar la redacción, ya ni me acuerdo de lo que estaba escribiendo. Bueno..., tenía la intención de exponer el algoritmo social que resuelve los conflictos hasta volverlos triviales. Así que me limitaré a exponer la jerarquía tal como la defiendo:
En principio toda criatura que se comporte según la ética oportuna dentro de su marco no necesita mayor dictamen que el que provenga de su propia conciencia. Así que diremos que ante la ausencia de la ética oportuna siempre es bueno acudir a la moral imperante, la dictada por la cultura en la que pertenece el individuo. Esto es, las costumbres pueden ayudar a enderezar los comportamientos falstos de ética.
Si no disponemos de una moral que esté a la altura de las circunstancias es ahí donde entra la ley. Esta ley irrumpe como un contrato o compromiso mutuo. Y, por tanto, la ley se convierte en el referente necesario o explícito que encasilla a la moral para que no sucumba al caos.
Y hasta aquí algo que habremos oído tantas y tantas veces...
Pero cuando no tenemos una ley necesitaremos establecer el marco en la cual se sitúe. Ese marco establecerá los organismos y la dogmática necesarios para aprobar las leyes que nos regirán. El marco, por tanto, estructurará la ley de manera que no se pueda aprobar cualquier tipo de modelo lógico.
Ante la ausencia de un marco es cuando reunimos a los expertos que ayuden a confeccionarlo. Éstos deben reconocer unos preceptos comunes para entenderse a la hora de comunicarse entre ellos y, al mismo tiempo, un objetivo común. En la medida de que el objetivo sea diferente bien se pueden redactar varios marcos de convivencia desde el mismo comité; pero en la medida de que partan de puntos de vista irreconciliables éstos deberán separarse para dirigir la redacción del documento.
Si no disponemos de los expertos entonces deberá reunirse un comité de seguimiento. Este comité deberá recoger los perfiles oportunos para confeccionar una idea de comité de expertos. Se presupuesta el coste de reunirlos y cómo fijar sus objetivos para así aprobar el plan de seguimiento.
Sin embargo el propio plan de seguimiento deberá ofrecer un estándar al comité de expertos sobre cómo deberían debatir, sobre qué, qué clase de documento redactar... Así el comité de expertos sabrá qué es lo que se espera de ellos presuntamente.
El estándar a cubrir bien puede ser el objeto de ultrasimplificar las leyes y de determinar cuáles deben ser los estándares por los que se regirá el estado para ofrecer un cierto continuísmo a partir de unas normas de convivencia muy meticulosas.
Es decir, el texto a aprobar por parte del pueblo no tendría sentido que se extendiera más allá de unos decálogos; como así debería de estar redactada la Constitución del Pueblo. Y, de la misma manera que tenemos leyes extensas sobre el enjuiciamiento criminal y tipos penales, la mejor manera de afrontar la continuidad sería convirtiendo el 90% de tales obligaciones en meros estándares consultivos que deberían acatarse exclusivamente cuando un poder fáctico decida que éstos son el medio para llegar a alguno de los dogmas impuestos por la ley - siempre que no contradiga alguna emergencia social.
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El pueblo suele reaccionar de manera natural ante los problemas y la gran diferencia entre una revuelta y una revolución es que en la revuelta el Pueblo demanda lo que quiere, mientras que en la revolución la sinceridad es el grito común - no la proclama aparente de lo que nos diga las circunstancias. Por ello, lo primero que hay que hacer ante una revuelta/revolución es determinar cuáles son los líderes naturales: pues en una revuelta el líder podrá frenarla tras entenderse con él, pero en revolución no hay líderes, hay catalizadores.
Entendiendo cómo funcionan hay dos maneras de actuar; y cada cual desde cada bando ayudará a hacerla crecer o a hacerla menguar. Para asímismo descubrir que si cada facción opta por contradecirse en su intención de hacer crecer o menguar la acción de levantamiento entonces la apreciación de qué actos son autoría de cada resultado quedará más y más ofuscado.
Nadie puede decirnos por dónde se relaja el levantamiento, como nadie puede decirnos hacia dónde saldrá disparada la expansión de una explosión.
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