martes, 3 de noviembre de 2020

El Ministerio de la Preocupación. Cuando el cínico se hace filósofo

Cada vez que ETA mataba, un alto cargo acababa llamando al Ministro del Interior a su casa para despertarlo de la cama. El objeto de la llamada era, simple y llanamente, porque su trabajo era ese: debía recibir la llamada.

Los ministros no tienen ni cargo ni ocupación ni razón de ser. Están para fingir ocupación o cometido. Y tienen una jerarquía descomunal de secretarios, subsecretarios y otros elementos que, por supuesto, sólo están para fingir preocupación, para catalizar ideología o votos.

En definitiva, el aparato que usa el estado para el poder ejecutivo no es más que una antena de votos sin otro cometido salvo el fingir preocupación sobre según qué temas. 

Nos podemos imaginar qué pasará para cuando realmente necesitemos que se ejecute alguna clase de proyecto - como la creación de líneas de alta velocidad, o la gestión de una epidemia ¿Necesitarán valerse de subsecretarios, directores generales, subdirectores y todas esas poyeces? Toda esa gente, una vez más, sólo están ahí para captar encuestas, sondeos, apariencias...

Estos gobiernos bien podrían condensarse en un gobierno besugo con un único ministerio: el Ministerio de la Preocupación, el cual tendría como objetivo mostrar al Ministro único preocupándose por todos los asuntos del Estado. Debajo del Ministro de la Preocupación tendríamos al Secretario del Estado Preocupado, que se encargaría de lanzar planes de preocupación por cada uno de los asuntos que se den dentro de la agenda política. Tras considerar los distintos planes de preocupación los órganos directivos serían los encargados de ejecutar tales planes, en donde los propios delegados de las comunidades autónomas adquirirían la preocupación nacional y la contradirían con sus respectivas preocupaciones territoriales junto con los secretarios generales de la Preocupación.

Me parece curioso que a un sujeto se le ocurriera este esquema militar donde, efectivamente, funcionaría como trabajan los oficiales en el ejército salvo por un pequeñito y minúsculo detalle: están preocupándose a partir de un enemigo que no existe. No hay motivo de Preocupación, salvo para el besugo de turno.

Y es que el mundo está lleno de besugos. Porque, ¿qué es lo más cargante para el Estado? ¿Qué representa demasiada carga administrativa y sin sentido? Los que estudian ciencias políticas, y los que estudian política desde el derecho, suelen centrar sus discursos en conceptos dogmáticos y, de hecho, suelen sentir aberración por las palabras... Parece que se quedan en el discurso.

Me entristece. Porque yo, por ejemplo, no soy comunista porque me autoconsidere comunista sino porque mi manera de dirigir el estado (lo público) y cómo repercute sobre la gente (lo privado) muchos me lo han catalogado como "comunista". Así que yo asumo que seré comunista. Sin embargo, luego veo que dicen que el comunismo mata gente y cosas por el estilo..., mi sistema no mata. O dicen que la gente no quiere el comunismo, cuando mi sistema es democrático - no es una dictadura. 

Y entiendo que hay dos tipos de personas: están las que discuten sobre las etiquetas, y me parece correcto, y están las que aceptan esas etiquetas como una manera de entenderse. Sin embargo, tan pronto como te etiquetan te lanzan ad hominem dando a entender que cometerás los mismos errores, o asumiendo datos no contrastados debido a la maravillosa máquina de propaganda en el bando contrario.

No voy a decir que esté harto, diré que a mí no me vale ya cualquier clase de debate. Ya digo que en ocasiones la gente no debate libremente porque no es consciente de que sus términos han sido o alienados o intoxicados por la propaganda de las etiquetas. Y si no se supera antes el debate de la alienación y la intoxicación entonces las partes están destinadas a no entenderse. Ése debate es el debate del contraste de las ideas, de la falsación o deconstrucción de la moralidad que nos intenta dictar la conveniencia de terceros.

Los que integran el debate tienen que ser libres para debatir.

Y yo lo que veo es que los propios influencers se definen de manera que no querrán admitir que se equivocan. Raro es encontrar influencers que admitan sus errores - demasiado raro. Y esta gente se moverá por etiquetas y por lo que digan que han hecho supuestamente (documentarse).

 

¿Cuál será la fórmula que permita a un pedagogo hacer entender a alguien que está intoxicado?


Mientras tanto seguiremos viendo ministros preocupados en sus diferentes temas y rangos, por los cuales se valen de una red clientelar gigantesca que se preocupa de cada uno de tales temas sin que las estadísticas le den valor a todo ese gasto descomunal de dinero público.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Tierra: Día 19/07/24 punto de inflexión

Ayer se produjo el punto de inflexión a escala mundial. Dependiendo de lo que hagan y no hagan los gobiernos tras lo sucedido ayer las dos c...

Entradas populares