domingo, 12 de julio de 2020

El que atrae los problemas también hace sus fórmulas

Anoche tuve un sueño de ideal de felicidad. Era un sueño absurdo, pero aún así habría sido una idea más o menos estable de lo que entiendo por felicidad. Y, sin embargo, veía esa idea completamente ajena a mí - más que lejana, ni la busco, ni la espero, ni nada de nada...

Miras a tu alrededor y sabes que te gustaría aislarte de esta realidad inconclusa e inconsecuente donde gente bastante torpe marca el rumbo de los demás, sin que nadie ponga por ello el grito en el cielo. Ayer mismo, con el calor que hacía, quise concentrarme para dormir; me atosigaba en la mente el hecho de que nada cuanto pasaba a mi alrededor me cuadraba y, para conciliar el sueño, mi mente quiso elucubrar una solución de ideal que desearía para mí.

El sueño era, básicamente, que vivíamos dos parejas en una casa; pero que mi pareja y yo básicamente dependíamos de los ingresos de la otra pareja. Y, allí, aislados de la realidad y sin especialmente molestarnos porque tampoco encajábamos en nuestras ideas hacíamos vida de manera separada.

Es por ello que la idea de convivencia, con los años, se me ha estado deformando. No me gusta la simpleza de la gente, sus trivialidades me chirrían los oídos. Y las mías me chirrían el que les pueda tener que enturbiar su mundo, porque dudo que mis asuntos deban de ocupar la mente de terceras personas.

Ayer por la tarde en mi afán de intentar sacar ideas en claro recordé un problema abierto de la teoría de la complejidad. Crucé ese problema con un teorema que desarrollé cuando tenía veinte años y que algo me decía que sería el teorema más importante de la informática - aunque no sabía porqué. Unos años después desarrollaría esa máquina hasta hacerla más genérica: un demostrador de teoremas, dentro de su ámbito de aplicación - claro.

El asunto es que retomando el famoso problema de computabilidad, y con la experiencia que había adquirido con la idea de dos filosofías en el mundo de la informática, observé que el problema se resolvía también mediante una doble respuesta dependiendo de la filosofía escogida. Y para comprobarlo hacía falta usar mi antigua máquina.

Es decir, sin comerlo ni beberlo pude explicar cómo se confrontan las clases NC y P. Quizá no haya desarrollado la demostración doble con el suficiente rigor, pero si no es así la habré perfilado en un 90%.

Tener en mente los problemas más complejos puede que haga que mi mente se vuelva más compleja pero, al mismo tiempo, consigo encontrarle las soluciones más sencillas a los problemas más cotidianos. O eso al menos he creído comprobar.

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Podemos imaginarnos un grupo de personas que han sabido organizarse de manera que sean capaces de comunicarse entre sí eficientemente. Cada persona ha factorizado un problema de envergadura desde su punto de vista, haciendo que éste tenga una solución localizada de una manera subjetiva. La pregunta es si habrá problemas que le resultará más eficiente resolverlos un jefe de estado de manera sencilla (P) frente a una manera organizada por parte de una asamblea (NC).

La clase NC (Nick Class) es la clase de los problemas que sí se podrían resolver de manera eficiente dentro de su correspondiente asamblea. Y, claro, la idea habría sido hasta qué punto el hacer las cosas de la manera más eficiente usando todos los procesadores a nuestro alcance puede prevalecer a tener que contratar un único megaprocesador que secuencialmente vaya resolviendo todos los asuntos.

El asunto es que, bajo cierta filosofía matemática, ya habría demostrado que una asamblea puede ser tan eficiente como un puto dictador matemáticamente hablando - sin margen de dudas. El matiz radicaría en el aspecto gnoseológico: existe una asamblea igual de eficiente que cualquier dictador, aunque su organización aún no la conozcamos.

Para demostrarlo, una explicación de una página muy hermosa llena de fórmulas muy simples; y una breve referencia a una técnica que hace años perfeccioné.

Lo gracioso del tema es que la clase NC nunca me interesó; sabía que existían estos problemas, pero claro, se me cruzó porque yo defiendo el modelo asambleario y la eliminación de la hegemonía del poder ejecutivo: si ponemos a alguien en el poder ejecutivo debería de ser un burócrata que rinda cuentas a legisladores y sus magistrados.

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Hace unos minutos visito el cuarto de baño del hospital: "Fuera moros de nuestros hospitales". Esta es la realidad del niño que irá al cuarto de baño sin que sus padres sepan lo que se le pasa por la mente, lo que tiene que asimilar día tras día. A mí eso me sangran los ojos. Las mujeres no tienen que pasar por ese calvario, pero ellas tienen triplicadas sus funciones en su "instituto" gracias al ministerio de igual-da. Son presupuestos que destina el estado para la disidencia controlada, la red clientelar, puertas giratorias, etc... Mientras, hablemos del monarca - como si eso fuera lo importante.

Al mismo tiempo, muchas personas pasarán hambre en lo que acabe del año. Habrán sido apartadas hasta donde estén destinados los albergues sociales, para que no sean vistas por nadie. Claro..., si existiera ese "ingreso mínimo vital" desaparecerían los albergues..., ¿verdad? ¡Menuda patraña! Todo sigue igual, y va para peor con la crisis financiera que viene y para la cual no se están preparando socialmente.

Cuando el PP estuvo gobernando..., no cuando Alemania estuvo gobernando a España subida de impuestos, recortes y ayudas estuvieron apareciendo y desapareciendo, por supuesto los autónomos en teoría siempre recibimos muchas ayudas, ya me gustaría saber quiénes son esos - yo no soy uno de ellos. Y ahora toca otra de vacas flacas, con oleada de suicidios y gente flamélica por las calles mientras los diarios niegan los hechos o miran a otro lado.

Si cada barrio tuviera a su representante, éste no podría elegir a un alcalde salvo que se pongan de acuerdo todos los ediles elegidos en su barrio. Y éste alcalde no podría ser senador en el país, salvo que no se ponga de acuerdo con el resto de alcaldes de todo el país sobre quiénes serían tales. Mi modelo parece simple, pero no necesitamos que nadie ocupe un sillón si no es capaz de ponerse de acuerdo con sus semejantes. De hecho, puede que incluso nos vaya mejor sin gente en ningún sillón.

Los magistrados pueden ser designados para que ejecuten cada presupuesto, que atiendan a los proveedores que se postulen públicamente y así elegir al que puntue más según lo legislado. No hace falta concejales, ni ministros..., podemos denunciar la mala praxis de un juez de lo ejecutivo, ir a lo contencioso si no estamos de acuerdo con su fórmula - con un político, dice la jurisprudencia, aunque haya concurso público y por puntos no.

Mi mundo es más sencillo, pero también más barato y, por tanto, más convincente. Puedes vetar o quitar a tu representante de tu distrito, sujeto al que conoces por sus políticas, y así las fórmulas pueden revertirse. Lo que antes era un problema ahora se puede convertir en solución.

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No vale la pena montarse estos ideales cuando sabes que no los vivirás nunca. Sin embargo, algún día es posible que alguien pregunte si realmente teníamos ideas en la cabeza antes de la hecatombe. Siempre podremos echarle la culpa al poderoso porque sabía cómo hacer bien las cosas y nunca quiso permitirlo.

Deshazte de la carga pesada del aparato del estado, estructura la orgánica con los pilares de la democracia simplemente y reclama a quien trabaje para el estado que se haga útil o que se haga a un lado. Son las bases de una buena anarquía que, con la tipificación penal y contractual, podría constituir las bases de un buen país planificado donde a cualquier empresa le gustaría invertir por jugar con un mercado prolífico gracias a una renta básica.



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