sábado, 18 de julio de 2020

Conveniencia y responsabilidad

Me hace gracia el papel que desempeñan los altos cargos funcionariales: ¿son responsables de lo que hacen o, por el contrario, valen lo mismo que un mono amaestrado?

Solemos verlos por televisión para que el ministro no tenga que rendir cuentas por sus decisiones. Si dicen que salgamos a la calle y que nos montemos los unos sobre los otros a coscoletas rápidamente estarán ahí los policías poniendo multas para ver quién se libra de subir sobre sus riñones a su querido compatriota. Ahora bien, si luego un tribunal tumba una propuesta tan absurda, ¿de quién es la culpa?

Es muy fácil presentarse delante de una cámara y luego esconder la mano. Pero una y otra vez vuelve a surgir la pregunta: ¿a santo de qué le pagamos un mísero euro a este señor? Mejor contratar a un becario que acabe de salir de arte dramático y que haga el papel de "experto", seguro que suena hasta más convincente.

Lo que ocurre es que no podemos ser tan cínicos: sabemos que realmente adoptando las decisiones más absurdas es como funcionaría de una forma más eficiente nuestra democracia..., ¿no será que lo que fallan son las premisas? ¿No será que tenemos mucha titulitis y exceso de funcionarios? Demasiados cargos vitalicios, liberados sindicales, catedráticos de nada... Gente que no rinde cuentas ante nadie.

Y claro, ¿qué es rendir cuentas? ¿Presentarse ante las cámaras e inventar una propaganda gobeliana a favor del candidato de turno? Eso es muy socialdemócrata..., eso es puro parasitismo. Y son las bases de la democracia moderna.

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Hoy estaba terminando un nuevo sistema de información que hace una evaluación sobre textos en español. Con el fin de abaratar los recursos y obtener las mejores métricas con la mínima información tuve que adoptar serias decisiones, y debo confesar que estoy bastante acojonado porque no sé cómo va a salir al final - debido a la gran cantidad de postulados sobre el idioma, su procesamiento, etc. que he tenido que adoptar.

Ahora mismo ya me puedo dar por medio satisfecho, sólo me falta algún remate, y me he estado tranquilizando preparando los ficheros y cocinando datos para adaptarlo todo a las mediciones que tocan. Y fue así, con todas las investigaciones pendientes, y sin saber si van a ser como desearía estimar una innovación, cuando me vino a la memoria un peculiar grato recuerdo - quizá como resultado de haber estado viendo películas románticas últimamente.

Recordé cuando tenía entre doce y trece y estaba de vacaciones unos días en un albergue con mis compañeros de clase. En realidad se trataba de una clásica actividad extraescolar organizada por las escuelas públicas - pero vamos, ése no es el asunto. En esos días una compañera que podía reconocerla como de las menos preparadas para saber ligar (por su ímpetu, su estética o sus maneras en general) intentaba emparejarse con el posiblemente tío más guay del albergue (con su mirada pasota, guapo, etc.).

El asunto es que me lo confirmaron, de manera que tuve consciencia de que era así y de que iba a ir a por todas, así que me decidí: me dirigí a por ella y le di, a palo seco y sin conocerla profundamente, buenos consejos para "ligar". Que si ignóralo, que si hazte la interesante, pero no lo dejes esperar, etc.

Me monté un buen ejemplo tratando así a una delante de ella, y todo fue muy directo. Todo fue tan diáfano que esta chica, en su lógica, desconfió..., pero preguntó a terceros y, según parece, no sólo siguió mi consejo sino que además le salió bastante buena la jugada - o eso me contaron porque, como era lógico, delante de mí nunca se habría atrevido a seguir tal consejo.

Un tiempo después ella intentó aplicarlo conmigo. Y entonces obviamente le dije que conmigo no lo hiciera, que no fue ese el objetivo... Y es entonces cuando tuvo la oportunidad de preguntármelo expresamente: "¿Había entonces un objetivo? Entonces, ¿por qué me ayudaste?"

El ayudar a una amiga a que se pusiera las pilas bien podría ser mi responsabilidad, pero como no la conocía mucho no podía tener esa necesidad solidaria. A mí me podía dar igual que alguien tuviera una mala vivencia siendo tan joven: con los años lo reparará con experiencias más intensas. Cuando la ayudé, y se lo expliqué, no era por una cuestión de responsabilidad: era de mi conveniencia que el chico que podía llevarse a todas las chicas acabara con una que a mí no me interesaba para así tener más posibilidades con las que sí me interesan.

Dicho de manera directa podría parecer una crueldad, pero la verdad no debería de ofender porque la lógica era imperturbablemente sólida. Y, por supuesto, sólo porque algo me convenga no iba a quebrar mi responsabilidad de cara a mis compañeras o compañeros de serles sincero. Se trata de dos parámetros que son inquebrantables.

Como yo era bastante inocente de pequeño me sorprendió el hecho de que le sorprendiera, pero claro: los años me dicen lo peculiar que es el pensamiento normal. Lo acortado en unas cosas, y lo rapidito que va en otras: cuando se trata de no pensar por sí mismos aquí todo el mundo es un genio, cuando se trata de salirse de lo establecido..., eso ya, poco a poco.

Esa clase de cosas lo que me reafirma es la teoría peculiar de que el genio es el que fue capaz de desarrollar la teoría de la mente tanto ordinaria como asperger. Pero eso ya es otra historia...

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Cuando veo cómo los funcionarios y cargos de responsabilidad demuestran ante la ciudadanía que no sirven absolutamente para nada, nos percatamos de que lo que nos convendría a todos sería liberar carga. Es como ocurre en el final de la historia de Phineas Fog, en la Vuelta al Mundo, cuando decide liberar del peso del barco al propio barco, que había comprado previamente para poder hacer lo que le fuera más conveniente - todo en haras a la responsabilidad de todo buen caballero inglés que no tiene por objeto el irle robando nada a la gente.

Entonces veo a la gente, saben que esos funcionarios son un estorbo, que lo son los ministros, que lo son los políticos en general, que todos esos palacios inmensos con sujetos haciendo como que trabajan sólo sirven para aumentar la deuda..., ¿entonces? ¿Por qué no se salen del discurso ordinario?

Saben que las diputaciones no sirven para nada, que se crea una nueva embajada con cargos muy caros para sus correspondientes cónsules, que se invierte en estudios y gráficas que están llenos de relleno y mucha paja, que hay funciones sobrecargadas y otras que están vacías de todo contenido..., pero claro, se trata de crear apariencia de democracia, apariencia de tener instituciones que trabajan.

No se ríen de nosotros: somos nosotros. Por supuesto, no me siento identificado con ese "nosotros". Yo no voto: soy abstencionario. Pero una y otra vez me lo pregunto: ¿por qué la gente sigue haciendo esas cosas tan ordinarias que no les llevan a ninguna parte? ¿Es que no comprenden que esa gente no está ahí por responsabilidad sino por conveniencia? ¿No comprenden que cuando alguien les hace un favor es posible que sea por un motivo cuyo nivel de inteligencia sobrepase a lo que esperan descubrir por ellos mismos debido a una limitación estructural generado por nuestra propia cultura?

Pero no seré yo el que sea capaz de darles a cada cual la llave. Porque yo mismo me siento aprisionado con rejas en forma de llave que se han preocupado de soldar son su indiferencia.

¿Quieres cambiar algo? ¿Está en tu mano a partir de las opciones que te dan?

Para mañana estudiaré lo bien o lo mal que funciona mi métrica, deberé ajustarlo a lo que dice la documentación que funciona bien y contrastaré resultados. La inteligencia en un documento, la capacidad que tiene una máquina de adaptar su pensamiento al nuestro, se puede reinventar - y así ofrecer nuevas perspectivas. Pero el pensamiento trascendente es justo el que reconoce la conveniencia y la responsabilidad de los actos: algo que hasta ahora nadie ha sabido recoger en formato fórmula y, de hecho, aun hablándole a la gente en su mismo idioma suele no entender.

Hace años la ONU revolucionó de la mano de grandes pensadores, y se redactó la carta de la declaración de los derechos humanos: un concepto tan complicado como el de la presunción de inocencia y su contradicción con el del deber de vigilancia aún hoy día veo por las redes sociales que la gente no comprende. Y si no se comprende esto difícilmente se puede esperar encontrar un pueblo que desee que haya democracia, que no haya un jefe vigilante controlando los ejércitos y las instituciones para que no sean víctimas del crimen organizado.

Hay ideas que ni se quieren comprender.

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