Mi intuición me dice que algo va mal

No sé qué es lo que es, pero es como si las cosas estuvieran peor, o más inestables. Hay algo que me está reconcomiendo.




Han llegado las elecciones y, ¿escucháis? Es el silencio de la gente. Las personas han querido personificar sus problemas a partir de un salvapatrias, y eso hace que no se puedan vender soluciones - porque no se reconocen más problemas que los que te venden desde el partido de turno.

En definitiva, ¿se pospone el levantamiento? En Francia no parece que estén dispuestos a claudicar y, claro, como no tenemos políticos que quieran resolver los problemas de su correspondiente país, pues tenemos lo que tenemos.

El caso es que tengo la oportunidad de divulgar donde antes no podía. Tengo la oportunidad de que se conozca mi tecnología..., aún tengo que adivinar cómo..., pero hay algo que me echa para atrás. Y es que en el fondo yo no tengo madera de divulgador.

Eso quiere decir que, si doy con un mercado, será demasiado exclusivo. Mientras tanto, sigo viendo ofertado el exponer mis trabajos en un journal indio. Sea como sea, no parece que esto vaya a cambiar; los que quieran sacarle provecho a mi trabajo lo harán, pero no me lo gratificarán. Veo el futuro muy turbio porque donde estoy la vida no es muy estable.

Mientras tanto tanto en Venezuela como en Francia luchan por lo mismo: el petróleo. Los chalecos amarillos no quieren pagar impuestos por trabajar y los venezolanos no quieren que les impongan a quién vender su petróleo. Pero al final, la verdadera lectura es la misma: unos señores que se quieren apropiar de lo que no es suyo y, encima, son gente con mucho dinero - no es porque lo necesiten, es por la más ruín de las avaricias.

Muchos medios de comunicación no están comunicando este hito histórico de ambos países. Obviamente no son medios de comunicación, son centros de propaganda. EEUU está perdiendo todos los avances que hizo Obama en Cuba, que bien pocos eran, y si consigue convertir a Venezuela en Puerto Rico eso sólo podría hacerse tras iniciar una guerra abierta o haber conseguido convencer a las Naciones Unidas que hay legitimidad en cuestionar las últimas elecciones venezolanas.

No sé: pero esta historia que se repite constantemente, a diferencia de asuntos pasados, ahora lo tenemos con mucha más información - podemos saber mejor de todo cuanto sucede. Y es entonces cuando nos encontramos con los desinformadores y los dogmáticos. Se te quitan las ganas de hablar con esa gentuza: sabes que mienten, pero usan redes sociales y piensas que si les dejas decir la última palabra pensarán que no tienes otra y otra y otra respuesta... Lo hacen por eso.

El diálogo juega a favor de los desinformadores y los dogmáticos.

Por eso, se corre el riesgo de que no valga la pena escuchar lo que se opina en según qué medios. Entiendo que los desinformadores sólo pueden sentirse a gusto entre sus amigos dogmáticos. Raro es encontrar un lugar donde la gente debata y discurra; recuerdo aquella página de filosofía donde me reprendieron por denunciar un linchamiento social. La manera que tiene la gente de relacionarse es realmente lamentable.

Así que tampoco sé si me va a valer la pena divulgar incluso lo que aún no he compartido en Internet. En el fondo, todos esos modelos no sirven cuando no se aplican. Y corre el riesgo de que mis explicaciones se queden arrínconadas en algún rincón sólo porque los pares no terminaron de convencerse, o de buscar la prueba, o porque no supe ser simpático (esto último es lo más difícil para mí, considerando que no tengo vida social y pretendo enseñar lo más difícil de la manera más fácil).

Así que me quedaré esperando a que pase algo. De mí no se demanda mucho más.