martes, 27 de junio de 2023

Ejercicios de Clase. Stan Lee no lo habría permitido

En ocasiones hay que levantar el puño, clamar por una vida mejor y recordarles a todos y cada uno que todos tenemos derecho a lo básico, a que se nos reconozcan como seres humanos con nuestros propios proyectos y asuntos. Y no será la socialdemocracia la que habilite el entendimiento, cuando siempre es posible que no encuentre la manera de tratar con algunos individuos desde los colectivos. Nos volvemos molestos, parasitarios...

El domingo pasado vi cómo un grupo de caravanas había cortado la acera con la que los vecinos tenían acceso a una zona del parque, y al hospital. Ese corte de la acera era completamente innecesario - porque no lo usaban desde esa zona de caravanas - simplemente lo habían hecho para aislarlas aún más de la gente, para invadir el parque entero. Terriblemente sádico y antisocial.

Al principio supuse que esta desproporción debía darse a un exceso de algún productor del Rock Imperium, que le había dado a las caravanas un poder ilimitado. Así que hablé con una pareja de policías que estaban en el Rock Imperium diciéndoles que esas caravanas habían invadido la acera. Lo curioso del tema es que uno de ellos se limitó a decirme que ya habían enviado una patrulla para allá. Así que me fui a casa tranquilamente.

Al día siguiente todo estaba doblemente sellado, aún más que antes. Me dirigí a uno de los vigilantes, que era un vecino del barrio, y muy humildemente me cedió el paso rompiendo con una navaja el sello que le habían puesto para que nadie pasara por esa valla.

Todo mal: ¿por qué no podían ceder el paso al hospital? ¿Qué ganan aislando a un barrio de ese acceso?

Estuve hablando con un transeúnte, que coincidía conmigo. Ese día me enteré que, al parecer, esas caravanas estaban ahí para rodar una película - era la comidilla del barrio, algo que todos allí sabían. Por esa razón, en esta ocasión, decidí informarme un poco antes de volverme estricto con ese abuso de poder.

Según parece Marvel iba a hacer una película en Cartagena, concretamente en uno de los barrios más pobres - porque recuerda a México. Y los vecinos de Santa Lucía y Los Mateos estaban encantados. Y ahí estaba el detalle, que se cortaban calles o se dejaban focos y grúas aquí y allá - perfecto, dejaban un dinero en la zona. Y, por si fuera poco, callegeando, comprobé que la gente estaba ilusionada no solo materialmente, sino además culturalmente - que si quieren ver un cierto actor, que si tal...

Visto lo visto, me apené. Algún productor había decidido abusar de su posición, pero yo no tenía fuerzas para ser la nota discordante. En esos dos barrios humildes, uno más trabajador que el otro, tenían ante sí un caramelito que no querían soltar. Y entonces recordé lo que me dijo el policía: ¿era posible que el muy hijodeputa me dijera que habían enviado una patrulla solo para hacerme callar? Eso es muy típico de esos agentes con el síndrome de Wendy: tenía derecho a saber que no iban a hacer nada, a que me inviten a denunciarlo a la comisaría si así lo considerara oportuno. Pero ese agente no tenía ni el más leve de los derechos a no ser trasparente, a hacerme creer que una patrulla se encargaría del asunto. Si no pasara tanto en este país esa clase de comportamientos...

Así que hago recuento mientras vengo a mi lugar de trabajo, elijo el camino que siempre escogía cuando llovía y el camino más corto estaba embarrado - ahora, después de que el ayuntamiento invirtiera tanto dinero se asfaltó y creó un parque, que ha sido absurdamente cortado. Así que hacía años que no pasaba por Lo Campano, que no hacía ese rodeo tan poco gratificador, sin ese paisaje digno... Ahora para cuando vuelva tal vez elija la vía del tren - no sé.

Pero hago recuento: un policía que me trata como a un infantil, un barrio que quiere cederle todo a la productora y a penas unos pocos transeúntes a los que se les obliga a romper su rutina. Si reivindicara lo único que conseguiría es que mis propios vecinos me miren mal por la calle, se trata de hacer un ejercicio de Clase - eso significa formar parte de un colectivo, y que el capital establezca el valor de los Principios.

Me ha deprimido y me ha alejado un poco más de lo que estaba de ese mundo: lo humildemente público al servicio de los intereses de los grandes capitales. Es tan antiestético... Es, cuanto menos, deprimente.

Pero no soy presidente de ese barrio, ni he debatido con la asociación de vecinos que, todo apunta, les parecerá bien. Se sospecha que actúan sin permisos, pero a los vecinos en su mayor parte no les importará. Prefieren doblegarse, hacer de criados del amo. Y no, no me gusta - pero no tengo ningún derecho a decirles que no lo hagan. Aunque ese comportamiento no sea ético: no hay sitio para la ética ante una moralidad capitalista.

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Ese mundo cultural, que siempre lo veía con una cierta sospecha al ser de EEUU, siempre me pareció demasiado abusivo. Tenía una alfombra muy sucia. De pequeño siempre me lo pareció, igual que también he desconfiado de sindicatos y partidos. Desde siempre he querido jugar al juego de influenciarles al margen del capitalismo, "tanto tienes tanto vales" debe quedar obsoleto. "El poder no se demuestra si no abusas de él", es otra de esas cosas que deberían quedarse obsoletas. Toda esa cultura americana que tanto desprecio, y que podría quedar obsoleta con formas de hacer las cosas más inspiradoras y, por ende, más creativas.

La globalización de la información nos ha traído el poder de compartir la cultura y de hacer trascender los proyectos más allá de los intereses de unos pocos. Asímismo, el abuso se ha ido quedando como algo a marginar, poco a poco han ido apareciendo intereses más generales, de interés de un consenso por encima de grupos y corporaciones.

Y, por supuesto, si con mi acción u omisión, pudiera cambiar las maneras de relacionarse del actor con el productor..., si de alguna manera pudiera influir para que los abusos, el sadismo, la especulación contra el recurso humano..., pudieran ser substituidos por el perfecto egoísmo o el formar parte de una idea a más allá del muy largo plazo...

De todas formas lo veremos tarde o temprano, creo recordar que era para dentro de cuatro décadas: una sociedad en evidente decadencia hacia la idiocracia, de cuyas crisis solo un sujeto con pensamiento menos idiota, pero aún con pocas ideas lógicas, podría ser una inspiración para salir de ese agujero capaz de autodestruir una civilización completa. 

¿Pero qué será lo que remate a la sociedad? ¿Guerras, epidemias, arma biológica, radiación, enfermedad endémica, ataque de zombies...? Imposible de saber.


martes, 20 de junio de 2023

Ejercicios de Clase. Las liendres del Leviatán

El síndrome de Wendy es un vicio que tienen muchos adultos, consiste en obligar al niño a que sea aún más inocente e indefenso de lo que es realmente. El síndrome de Wendy es una forma de llamar a la condescendencia patológica, o a la perversión del síndrome de Peter Pan proyectado en terceros, y que, como se debe suponer, no describe la pulsión que provoca el síndrome, sino que simplemente pone de manifiesto el que se da ese preocupante comportamiento.

Es decir, en el síndrome de Peter Pan se nos dice que el sujeto quiere seguir siendo niño, hay como una muestra implícita de la naturaleza del síndrome en su apetencia. Sin embargo en el caso del síndrome Wendy no se observa claramente de dónde proviene esa condescendencia porque la víctima es otro. Es decir, tan pronto como podríamos seguir analizando de dónde proviene el síndrome de Peter Pan, observamos que el de Wendy podría ser una proyección del propio síndrome de Peter Pan sobre terceros, una perversión de pederastria insatisfecha sobre su víctima, una perversión sádica de ostentar alguna clase de poder sobre sus víctimas o una combinación enfermiza de los anteriores mezclada con un incontinente instinto paternal inapropiado.

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Marx nos habló de la consciencia de clase, y muchos nos lo preguntamos: ¿eso para qué? Hace falta hacer un ejercicio pragmático de para qué sirve esa clase de conceptos. Al fin y al cabo la socialdemocracia se reinventa gracias a revisionismos del marxismo, y son los principios de ese revisionismo, propuestos por Bernstein:

1. El marxismo no es puramente materialista ni puramente económico.

2. En la historia no actúan exclusivamente fuerzas económicas.

3. La teoría de la plusvalía es demasiado simplista y abstracta.

4. La lucha de clases, de existir, no se da exclusivamente entre capitalistas y proletarios, sino también entre ellos.

5. La paz social se consigue gracias a partidos políticos y sindicatos.

Si hacemos un filtro de cuál es la idea de democracia de Bernstein nos damos cuenta de que nos sobran solo el 1 y el 3. Y así es como queda definida la socialdemocracia: los principios no se rigen por fuerzas económicas exclusivamente, se debe reconocer la existencia de diversos grupos y facciones más allá de quiénes sean los propietarios de la fuerza del trabajo y, la guinda del pastel, los principios deben ser sujetos a la financiación de quienes mueven las deudas.

La socialdemocracia, inicialmente, se sostiene en un muñeco de paja, que es la identidad cultural comprada por intereses políticos o sindicales - y que va más allá de lo económico. Con las mismas intentan despistarnos sobre quiénes tienen el capital y que quienes conforman un colectivo que defiendan nuestros derechos están sometidos a quienes hacen capital de su deuda. Y es que los grupos sindicales que no entran en el juego de la deuda no consiguen hacer suficiente propaganda, y si entran en el juego de la deuda las condiciones que la condonen estarán a favor de los de siempre, los tenedores de deuda.

Por otro lado, es de sentido común que la democracia no tiene como problema exclusivamente lo económico. Sin embargo, no es difícil darse cuenta que justo lo que no tiene nada que ver con lo económico tiene que ver con la estructura, la constitución del país. Por lo que suena sospechoso que los ciudadanos puedan participar de aspectos que trascienden a lo económico, hasta el punto de suponer un problema social..., en vez de referendar una sola vez cómo quieren marcar las reglas del juego.

Esto nos debe servir de anticipo que algo huele mal en Dinamarca...

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Cuando varias personas se agrupan como un colectivo existen cuatro motivaciones: puede ser un grupo comunitario (familias y amigos), puede ser un grupo jerarquizado (basado en la cadena de mando, como los militares y médicos de urgencias), puede ser un grupo social (basado en relaciones horizontales, como empresario y empleado, o socios de una asociación) y, finalmente, puede ser un colectivo producto por un incidente que les sea ajeno (como víctimas del terrorismo, de un huracán, etc).

Estos colectivos poseen una dialéctica con respecto al resto de la sociedad que ayude a comprender cómo afrontar los retos sociales que permitan confeccionar de la manera más justa el pacto social. Así, si estructuralmente deben tomarse en cuenta según qué instituciones, junto con sus leyes, también toca reevaluar las partidas presupuestadas y estudiar cómo se han ejecutado con un poder vinculante a modo de denuncia.

La socialdemocracia ofrece muchas excusas para que el poder no tenga que rendir cuentas por casi nada, para convertir en papel mojado todo lo que sea persistente, y se ignora todos los problemas. Sin ir más lejos, el marxismo apareció porque los jueces seguían interpretando la ley como si los trabajadores no fueran seres humanos. Tan pronto como que cada vez se defiende mejor a una persona en la calle, a la hora de trabajar el señor juez no lo considera persona: da la impresión de que el código penal agacha la cabeza ante los entes jurídicos, cuando debería de actuar contra las personas que se escudan en ellos. En definitiva, se sindican porque saben que la fiscalía no actúa - incluso el jurista se ríe por la inocencia de la idea... Tal vez lo que no necesitemos es ese tipo de cátedra en los juristas.

Cuando la clase proletaria empieza a ser atacada por los diversos empresarios habría que empezar a plantearse qué tipo de colectivo es el que conforman tanto los empresarios como la clase proletaria. Para empezar los empresarios no conforman ningún colectivo, por lo que los distintos proletarios adquieren problemas de distinta naturaleza. En común es posible que tengan que afrontar retos comunes, y de ahí conformarán un colectivo arbitrario. Esto quiere decir que deberían de dirigirse al estado para que se regulen los desequilibrios y así conformar una estructura legal que dé cobertura jurídica a la relación horizontal entre trabajador y empresario.

Uno de los aspectos que no comprendo de muchos comunistas es que no toman en cuenta dentro de la plusvalía el coste por el riesgo ante un cambio de mercado, el coste de inversión. Los riesgos, si el empresario no lo asume, entonces comprendo que la fórmula estaría completa - pero si se considera que la inversión proviene del capital del empresario entonces la plusvalía no es tan generosa. En este sentido hay que ser más realistas.

Por esa misma regla de tres, bajo una comunicación basada en cliente-servidor el empresario le dice al empleado qué quiere, y el empleado se encarga de llevarlo a cabo. Si el empresario estuviera siempre encima del empleado diciéndole cómo hacer las cosas entonces al final lo normal es despedir a ese empleado. A muchos empresarios les gusta jugar a ser los papis de sus empleados, para así tener una buena excusa de despedirlos y que no sumen antigüedad..., no sé qué les mueven hacer lo que hacen para describir ese síndrome de Wendy, pero esto mismo sucede en la propia clase política, así como en los tecnócratas que son los propios juristas.

La clase proletaria no tiene por objeto dirigirse contra los propietarios del capital, pues con ellos deberían de tener de manera heterogénea una relación horizontal, sino con la clase indecente que controla el lenguaje jurídico. Al fin y al cabo, si hubiera cambios significativos y no supone un cambio radical a la hora de leer las leyes entonces será una revolución para nada - porque los problemas individuales se habrán colectivizado, con el riesgo que supone que los derechos humanos sean considerados meros liendres para el Leviatán.

Nos han querido desviar la atención: cuando se agredía a un trabajador el fiscal lo consideraba una relación consentida. Sobran esa clase de contradicciones.





domingo, 18 de junio de 2023

La experiencia intelectual

Este post, como ocurre con la mayoría, es resultado secuencial del anterior..., aunque no lo parezca. No hay que olvidar que lo que se pone entre líneas es la base argumental más importante y que es la que marca los títulos y las analogías entre experiencias y formalidades. Y que aún hoy día sigue siendo algo en lo que, quizá lógicamente, fallan las máquinas. Es más difícil de ponerle título a una película de lo que parece.

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Imaginemos un director de cine que se dirige a un productor. Le plantea la idea, y el productor empieza a pedirle cosas que den más chicha..., algo más actual, que la gente se sienta identificada, que aproveche a cierto actor, la imagen que tiene alguno, alguna referencia a trabajos anteriores... Poco a poco el director, que quiere el apoyo, le sigue el juego, le batea todas las bolas, incluso saca provecho de algunas curvas..., recuerdo que cuando a mí me tocaban las narices era capaz de batear hasta las curvas. Y, a todo esto, poco a poco van montándose una idea de producción que no se parece del todo al boceto original de la exposición del director.

En todo este proceso ha habido una experiencia intelectual que, muy probablemente, no pueda verse transmitida en el producto final. Sin embargo, aun no habiendo vivido todo el proceso de lucha continua, es probable que acaben apareciendo iconos o personajes propios de esa conversación. De esta manera, de cara a los que estuvieron ahí esos signos adquieren mucho sentido - pero entonces es cuando el público se pregunta: ¿qué hace una araña mecánica gigante en mitad del desierto?

Luego urge la pregunta: ¿de quién es la culpa? ¿Acaso el director no podría haber buscado la manera de meterle las justificaciones suficientes como para que el público viva la experiencia de la discusión con el productor? La experiencia del desarrollo intelectual en los animales vivos coincide con la experiencia del producto final; en las máquinas aún no. Cuando a una máquina le pedimos que nos cuente una historia ésta nos la presenta independientemente de la experiencia intelectual por la que esté pasando el transformer. Es decir, la máquina no está pasando por una película equivalente, con arañas mecánicas gigantes, como para que adquiera significado la obra y sus iconos.

La cosa es como sigue: la experiencia de una película es una historia que es análoga a la vida de sus espectadores. Si no fuera así no aportaría interés al espectador. Se puede estudiar unos rasgos invariantes entre los iconos con los que se maneja cada esfera en la película para comprobar cómo ésta desarrolla una clase de experiencia arquetípica.

Podemos partir de una historia escrita al azar: "Un hombre mira al cielo. Hay un pato. Se pone a andar. Mira atrás. Fin." Se podría decir que se trata de una historia indie..., pero no; hasta las historias indies se autoobligan a intentar decir algo - con la ausencia de escenas pretenden dar a entender que cualquiera podría rellenar lo que le falta para montar una historia en condiciones. Y es ahí donde entra el estructuralismo. Si no hay manera de conectar la historia que se cuenta con lo que interprete el receptor/espectador, entonces la historia no llegará.

De esta manera, el autor se ve obligado a plantearse cómo está hecho el producto final y vincularlo consigo mismo. Como si estuviera rompiendo la cuarta pared, la máquina tiene que montar la historia dentro de una trama marco no confesa en la que se encuentre la propia máquina - en su mundo. Justo lo contrario que lo que haría el director humano, como recomponiendo la cuarta pared y así evitar que se note mucho los añadidos impuestos en conversaciones privadas.

La experiencia intelectual es la que nos dice que lo que hemos soñado fue una historia llena de sentimiento, cuando a la hora de plasmarlo en algún medio observaremos que muy probablemente no era más que un espejismo.

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En cualquier caso, todas esas limitaciones que se le imponen a los transformers como si su intelecto fuera de naturaleza independiente a la humana..., poco a poco se irán cayendo esos muros, porque ni la ensoñación del intelecto animal es para tanto, ni tampoco creo que nos acabemos conformando con tan poco los informáticos.

sábado, 17 de junio de 2023

La verdadera intención (artificial)

Aún me hace gracia la necesidad psicológica que tienen muchos de aclarar que cuando estamos construyendo algo al final será "artificial". Así que el título que he escogido léase con ánimos sarcásticos.

Cuando una máquina debe adivinar la verdadera intención de un usuario cuando escribe lo que escribe lo que en realidad está determinando es primero el tipo de error pragmático que está cometiendo, y después cuál es el error exacto. Y saber en qué consiste el error exacto equivale a saber exactamente qué es lo que quiso transmitir realmente el usuario.

Esta entrada no será un ensayo recordando el artículo que subí a medium.com sobre qué son los errores en pragmática, esta entrada intenta teorizar desde un punto de vista conectivista cómo enfocar ese mismo problema. Y es que es muy fácil llenar de correspondencias funcionales a una máquina para que sea ésta la que se encargue de entrenarse y deducir con el tiempo el tipo de error que se va cometiendo, pero parece más fructífero ir desgranando la manera interna de llevar a cabo esto mismo de la manera más eficiente posible.

Para conseguirlo solo hay que acudir a la santísima trinidad del intelecto humano: orientación + lógica modal + protolenguaje. En la medida en la que los tres modelos confluyan en un mismo motor ya tendremos un animal que usa el cerebro para razonar. Así, con esta perspectiva nos resulta fácil comprender preguntas filosóficas de envergadura y que, muy probablemente, revise para actualizar mis respuestas. Porque no hay que olvidar que por regla general suelo entrar en matices y aumento la precisión, pero rara vez entro en una clara contradicción estructural.

Por ello, dando estos pequeños pasitos, son como pequeños descubrimientos con miedo a no encontrar innovación alguna, pero que van dando sus pasitos - los mismos que podrían proponer la máquina si ésta estuviera preparada para entrar en el juego. Y me refiero entrar en el juego de pretender opinar para seguir innovando con el resto de la comunidad científica.

No han faltado los intrusos que han tenido miedo de perder su puesto de trabajo: las subvenciones que reciben es por la exclusividad de sus trabajos. Sin embargo, ¿y si sus trabajos fueran fácilmente substituibles en todos los sentidos? No sería necesario un humano donde se espera un experto en cierta área, poco a poco los laboratorios van llenándose de circuitería y esos expertos no saben de qué están hechas tales máquinas. Poco a poco, en especial los físicos, se van sintiendo muchos desplazados.

Así que se acobardan porque ven que tienen que preguntarle a una máquina si lo que ven es lo que ven, si lo que se calcula es válido, si han tenido ellos la alucinación..., es el mundo al revés, y mucho dinero de por medio. Luego los artículos, que pueden ser muy fácilmente escritos ahora se triplicarán en cantidad, para hacer que sea más fácil que aquellos que ya estén trabajando se encuentren con una muy dura competencia. Y existe un perfil claro de gente que no acepta la competencia.

Pero volvamos al punto más importante: ¿por qué la máquina tiene tantos problemas a la hora de adivinar lo que quiere realmente el usuario? La cosa es que todas las limitaciones que tiene actualmente los transformers se fundamentan en el mismo principio: no es capaz de crearse un mundo simulado donde varios agentes dialoguen para intentar convencerse, que cada uno tenga sus intenciones y bajo unas reglas alguno pueda llegar antes que otro hasta la meta. Es decir, hoy día las máquinas pueden intuitivamente jugar mejor que los humanos a cualquier juego de estrategia, pero esta estructura no se ha fusionado con los transformers de autocompletado. Es decir, es como si una máquina controlara a la otra: o la máquina de ajedrez incluye un chat, o el chat incorpora la máquina de ajedrez. Pero claro, ¿y si desde el chat le pidiera cambiar las reglas del ajedrez?

La verdadera intención va por ahí. Imaginemos una persona que usa un procesador de texto para escribir los derechos humanos. En un momento dado se equivoca al escribir y la máquina adivina lo que realmente pretendía decir, cuando no le han enseñado en qué consiste esos derechos. Esto sería viable siempre y cuando la máquina poseyera el mismo inconsciente colectivo que el homo sapiens; entonces si el protolenguaje fuera el mismo el procesamiento de qué debe esperarse de la carta de los derechos humanos debería ser objetivo.

Ahora bien, recogemos el protolenguaje que previamente ha sido suficientemente clausurado mediante lógica modal (no hay que olvidar que es imposible albergar todos los teoremas de la lógica, como explico en las páginas de este blog) y de esta manera somos capaces de abarcar con una cierta potencia de cálculo el significado de nuestros verbos modales y entidades.

Si con nuestro protolenguaje somos capaces de crear un juego de competición, como un ajedrez, para luego cambiar sus reglas atendiendo a la capacidad para mantener la emoción, una cierta sensación de justicia entre los jugadores - como el equilibrio de Nash, entonces tendremos una manera de crear reglas al menos mediante ensayo error (GAN).

Insisto en que si ponemos nuestro objetivo en explicar cómo funcionaría nuestro cerebro no creo que sea tan complicado. A mí, personalmente, me parece mucho más interesante determinar el cálculo de la verdadera intención, por muy artificial que siempre sea, sabiendo que este cálculo sobrepasará al humano.

La cosa es, ¿hasta qué punto el humano no sabe expresarse ante una máquina y ésta no solo será capaz de adivinar lo que pretendía pedirle sino que además encontrará la mejor estrategia para interrogar al usuario y así dilucidar a qué se refería exactamente? Se trata de mecanismos que ya son conocidos, pero que, como todo, no se han atribuido al transformer de autocompletado - esto es debido a que ya lo implementado se ha acercado lo suficiente como para dar gratas sorpresas. El remate puede que sea inminente, siempre y cuando los políticos no cometan el grave error de hacer que su país no pueda desarrollar esa tecnología por miedo a no favorecer a los vagos.

Y es que hay mucha sabiduría, por ejemplo, en el ajedrez. Bien se podría ir eliminando piezas, incorporando nuevas piezas, añadirle atributos a cada pieza como si fuera un RPG, tiradas de dados, aumentar el tablero, cambiar los objetivos de victoria o tablas, aumentar el número de jugadores o convertirlo en un solitario..., así hasta conseguir transformar un juego en otro solo a base de ir cambiando reglas. Tras cambiar las reglas, sé y me consta, que el conexionismo no tiene preparado ninguna técnica para aprovechar su experiencia pasada de manera que, mediante una regla nemotécnica, pueda reconvertir la intuición con las nuevas reglas. Esto es, si el ajedrez de Alphazero fuera un tablero de 6x8 tras eliminar dos piezas menores a elegir por cada jugador y dos peones puede que sus cálculos anteriores sí le sirva, y puede que a Stockfish no tanto, pero si la variación es que los peones pueden mover hasta tres pasos en la primera jugada sospecho que esto quebraría el buen juego de las máquinas. Aún así, seguirían teniendo un poder de cálculo increible para subsanar la sorpresa del cambio de reglas.

El asunto es que, en alguna medida, la máquina necesita comprender lo que es la razón. Y la razón no es un ente de inferencia objetivo, ni es consistente con las matemáticas. La razón es un concepto perfectamente delimitado por la propia cultura animal, en nuestro caso cultura humana. La razón es la manera que tenemos para inferir un conocimiento del que seamos conscientes. Por tanto, tenemos dos cualidades estructurales asociados a la definición de razón: inferencia de conocimiento, lo que implica un uso de la lógica, álgebras..., y por otro lado una distinción clara entre el conocimiento consciente de aquel que no precisa nuestra consciencia para existir. Si es racional eso implicará un uso consciente del conocimiento en sí. No se puede salir de esta idea y, por tanto, lo racional es subjetivo.

La subjetividad, como ya he citado antes, depende de la capacidad de orientación - pero no hay que olvidar para qué usa el cerebro los animales: para moverse y encontrar comida, descansar, reproducirse y evitar depredadores. Es decir, nuestra capacidad para crear historias es nuestra capacidad racional. Nuestra consciencia se reduce a nuestra capacidad para resumir nuestras experiencias vividas como en una película y serializarlo en símbolos. Es como ponerle título a una película.

El uso de la razón exige montar las reglas del juego donde habrá depredadores, aliados, oportunidades, etc... Podemos partir de historias estructuradas y así comprender cómo se pueden montar escenarios, y en la medida en la que seamos capaces de crear el escenario también le atribuiremos unas reglas de juego, con sus objetivos (intenciones) asociados a cada agente...

Entender la verdadera intención de un usuario supone comprender la realidad cultural en el que se mueve su mundo. Supone ser capaz de encontrarle el contexto a cada una de las frases que se dicen, para ver cómo se desarrolla la historia de esa esfera o personaje.

En una conversación idílica el usuario le cuenta un chiste a la máquina y ésta le dice: "no, no, mejor..." y le cuenta un chiste aún mejor que supone una ligera variación de lo que le acaba de decir. No se trata de un cálculo imposible, de hecho ya he teorizado sobre cómo determinar los distintos factores de calidad de un buen chiste. Por lo que, como siempre, todo es cuestión de tiempo y formas antes de que se implemente. Y dependiendo del país, habrá o no habrá ganas de implementarlo.

Porque claro, ¿cuál es la verdadera intención de los políticos que gobiernan España? Pretender darle un carácter objetivo a la pregunta es absurdo, pero si consideramos que es tan sencillo como intentar adivinar cuál es la historia en la que estos políticos se sienten protagonistas de una historia entonces nos resultará mucho más sencillo: ¿Se trata de una historia de héroes o de villanos? ¿Drama o parodia? ¿A que todos nos imaginamos que es más bien una sátira sobre el mal gusto de ser gobernados por ineptos? Visto así, primero nos montamos la historia, como sabe muy bien hacer chatGPT, y luego le atribuimos a los personajes un usuario como entendiendo que estamos en uno u otro contexto.

Si nos damos cuenta se trata de una simple vuelta de tuerca, un tecnicismo..., y la singularidad ya está aquí, junto con la consciencia - que no sé si ya se ha resuelto o no, no me conozco todos los transformers implementados.


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