sábado, 30 de noviembre de 2019

Un sueño trascendente

Siempre que  tengo en una noche un sueño el segundo suele ser más consciente, más arraigado al mundo en el que vivo. Estos sueños labergan mensajes que simplifican, soñar es como resolver un laberinto: ideas que están enmarañadas cobran una forma y conforman una suerte de explicación.

Las elucubraciones que sobreviven en nuestro cerebro, en cuanto a que no vienen de los sentidos, sino de un vago recuerdo de cómo se introdujeron en nuestra mente, bien pueden ser deshechadas como buenos científicos o buenos escépticos que somos. Sin embargo, la huella que dejan en nuestra experiencia, la manera en que nuestro cuerpo se simplifica y se siente mejor, nos ayuda a comprender que existen pasillos y complicaciones cuyas resoluciones mentales nos preparan y nos allanan el camino.

Aunque el primer sueño que tuve fue mucho más animado, basado en un escondite principalmente, lo que me pareció más llamativo fue lo que vino después; después de esa fase preparatoria. Y es que tras ese calentamiento de sueño me vi en el interior de una clase con gente joven recibiendo alguna clase de formación profesional. Entonces yo era mucho más viejo que ellos en algún sentido, pero nos estaban enseñando filosofía científica - algo inaudito.

Mediante una especie de test el profesor se dirigía a toda la clase y les daba varias pistas; las pistas las tenían que leer en la parte de abajo de la pizarra, mientras que las dos posibles respuestas se leían al final en la parte de arriba.

En la parte de abajo las pistas eran, y no eran estas porque no me acuerdo, tiene orejas de gato, patas de gato, todos dicen que es un gato, etc... Las dos posibles respuestas que se leían al final eran: o era un gato o Mariano Rajoi.

El profesor explicaba que la ciencia debía centrarse en dar la explicación más obvia, nunca obcecarse en la afirmación que más nos guste o más llamativa..., la clase era participativa, gastaban bromas... Entonces tuve la oportunidad de disentir, se me cruzó la manera de ver las cosas como cuando iba al instituto, dentro de una clase como la que tuve cuando hice la formación profesional en informática.

Principalmente le dije que él tenía razón, pero que había un matiz, algo que había que decir. Y ese matiz tenía que ver con todas estas décadas que he tenido de lucha contra la ciencia, de cómo era imposible que me dieran la razón porque no tenía fachada para ello, y el profesor, muy ilusionado, simplemente me dijo: "pero has escuchado lo que había dicho, ¿verdad?"

En ese "sí", en esa insistencia del uno con el otro de concesiones, fue cuando sonó el despertador, sin haber tenido la oportunidad de lanzar mis matices y discurso. Por supuesto, para cuando desperté me olvidé de todas las enseñanzas que había transmitido ese profesor con los alumnos.

Y eso es por una sencilla razón: el mensaje no era la cosa trivial que pudiera estar diciendo ese profesor, la cosa del sueño, lo que resuelve, es el hecho de que debo aceptar el hecho de que el mundo político es incompatible con la verdad, de que habrán muchos premios y conferencias, pero la sociedad no está preparada para asumir lo evidente. Ese sueño era una manera de aceptar la derrota de nuestra civilización: yo estaba de acuerdo y seguir luchando contra esa mentalidad era lo que me hacía perder los nervios.


Una vez recuperada la compostura, ahora asumo que ayer el teclado volvió a tener un comportamiento azaroso: volví a ser atacado desde la BIOS. Si no puedo hacer nada entonces, ¿para qué preocuparse? Debo avanzar en una dirección más adecuada: ellos solos se condenan con sus obsesiones, no puedo hacer nada. Esta máquina no la controlo yo, pero las vidas de esos desgraciados tampoco es controlada por ellos mismos y, lo más gracioso,  es que lo sospechan (aunque no lo saben).

Así que me toca representar mi papel.

Para hoy había negociado mi tiempo para hacer realidad un hito que necesitará esta civilización. Ahora ya no puedo influenciar a los más grandes de mi tiempo para que la sociedad avance, así que me tocará hacerlo a mí mismo con mis medios - si me da la gana. No creo en el proyecto, porque exige una apreciación por parte de la gente en lo que se refiere a entender los pasatiempos desde una filosofía muy diferente que, al mismo tiempo, ha estado siendo considerada muy oscura en nuestra sociedad (al estar asociado a asesinatos, me refiero a los juegos de rol). Pero es fundamental pegar el salto, y así evitar tantas pastillas que destrozan el cerebro.

Puede que algún día me dé por incluir las pruebas de ciego necesarias para comprobar que estos pasatiempos "rejuvenecen" el cerebro. Si me da la gana.

Pero para hoy pensaba empezar a meterle caña, aprovechando que  el Windows no se ha puesto tan pesado con herramientas que no necesito y que me obligan a no poder tenerlo configurado de una manera funcional (porque ellos se encargan de deshacer las configuraciones..., ¡bendito Windows 95! ¿qué te han hecho?). Allá Microsoft porque esta misma senda ya la inició Apple y todavía están buscando el queso que han perdido.

En cualquier caso, veré si me centro esta mañana. Tenía muchas cosas en mente que poder decir pero, claro, son cosas que se olvidan, se pierden... No serían tan relevantes.


viernes, 29 de noviembre de 2019

Me he estampado

Bueno, pues ya estoy recuperado. Mi teclado creo que fue atacado por un virus que destruye los dispositivos físicamente. Emitido por la secta de Microsoft. Pero he vuelto a tener ganas de comer.

Ayer, pensando que era viernes, creí que las ofertas serían más buenas, y al final resultó que el viernes negro era hoy. Seguro que si hubiera esperado hasta hoy me habría ahorrado una gran cantidad de dinero. Pero no me importa. Nunca me importó el dinero. Quien crea lo contrario es porque no me conoce en absoluto. Lo que me importa es mi futuro, y con quién tenga derecho a vivirlo.

Ya, por lo pronto, he comprobado que aún siguen leyendo mis artículos en Medium. Nunca en una conferencia podría conseguir tantas visitas. Se podría conseguir que he hecho el equivalente a hacer unas cuantas conferencias exitosas. Y ese era mi objetivo al fin y al cabo: que mi tecnología fuera conocida. Ya, el reconocimiento, no va por mi cuenta.

De la misma manera, he podido percibir la ausencia de notificaciones de Windows Update. Cuando una persona percibe la ausencia de algo así es cuando nota que había una auténtica patología detrás. Una obsesión enfermiza. Ahora ha vuelto el zen. Ya tengo la calma de nuevo, mi ancho de banda vuelve a ser mío, mi pantalla mía, mi tiempo vuelve a ser mío. Aunque con una tecla menos en el teclado. Cosas de sectas.

Dentro de poco me llegará el equipo nuevo, sin Windows, y empezaré a juguetear a ver si puedo instalar los servicios de mi tienda y no tengo problemas. En el peor de los casos le meto Ubuntu por vena, que es una distro que conozco. Quizá tenga que comprarme un teclado, pero son asuntos menores. El matiz es que, por primera vez, voy a tener un verdadero control en mi propio laboratorio. Sin intromisiones. Trabajaré para particulares, o ya veré cómo me lo monto.

Sigo sin ver nada claro en el futuro, pero este creo que era un paso necesario. Tropezar es algo esencial; aunque lo que realmente marcará mi rumbo es el descubrir un nicho de mercado donde nadie quiera censurarme o sabotearme. Donde nadie quiera acosarme. Donde pueda resolver sin que necesite preocuparme por lo más básico.

No me gusta el mundo donde vivo. Pero esto es lo que hay. Sólo puedo ser condescendiente con mis semejantes.

¡Cómo me gustaría vivir un momento ilusionante donde las grandes masas se quieran sentir implicadas en un proyecto común! Un proyecto que sirva de algo: lo máximo que podemos hacer a la vez es cumplir años en las campanadas. La voluntad de la gente es un olvido continuo a lo que nos define como seres humanos. La queja va en una dirección, pero el miserable se aferra con más fuerza a sus miserias cuantas menos tenga; o cuanta más importancia les den los demás. He vivido etapas cruciales donde he tenido la oportunidad de independizarme, pero siempre ha pasado algo..., un cometa, un arteluz... Cometí el error de depender de mi familia.


No volverá a pasar.





jueves, 28 de noviembre de 2019

Me he lanzado

La última vez que me arriesgué se quedó el producto arrinconado sin tocar. Para muy pocas cosas me valdría la pena ponerme usar "las manos". Es posible que antes de hacerme un manitas debo recordar lo que es tener en mis manos un superordenador.

Así que lo he hecho. Voy a apostar por el futuro. No creo que salga bien. Pero es como si me hubiera desvirgado. Quién sabe lo que acabe por hacer. Es la primera vez que compro una máquina con una cierta sensación de independencia..., quién sabe..., puede que le meta el Ubuntu. Depender de las grandes corporaciones para todo no ha sido buena idea ¿Acaso no puedo gestionar yo un poco mis cosas? ¿No puedo hacerme responsable de mi propio trabajo?

Si pudiera disponer en la misma máquina de todos los productos, sin hacer guarismos, compresiones y cosas así..., me imagino cómo sería ejecutar mis propios sistemas por lotes sin miedo a que se recaliente la máquina. Hablamos de trabajar en serio. De levantar un poco el vuelo, pero de verdad.

Quién sabe. En este mismo edificio un antiguo colega trabaja en mantenimiento informático. Nos tenemos un especial respeto mutuo, tal vez le involucre en mis dudas sobre hardware y..., no sé. Quizá sí. No lo sé.

Mi idea era que por mis trabajos con el ordenador gané lo suficiente como para invertir en un equipo más en condiciones. Por tanto, debía aprovechar la inversión para ofrecer servicios mucho más..., no sé la palabra: ¿impactantes? ¿Que me arriesgue de verdad? ¿Que pruebe a hacer productos finales?

El mundo no iba a acabar hoy. No sé porqué pero es como si muchos se lo hubieran olido. Yo al menos sí lo he sentido..., pero no. No tengo ganas ni para querer ver destruido este mundo tan absurdo. De hecho, he intentado escribir una novela donde el supervillano que intenta destruir el mundo (una mujer, como en cierto videojuego) al final se ve justificada su decisión..., pero se me ha hecho tediosa la necesidad de escribirla. Tal vez sea por la flecha izquierda que, misteriosamente, se rompió por sí misma - sin una explicación racional, salvo la conspirativa.

En cualquier caso, ya es imposible volver atrás. Es como un pecado mortal que no puedo escribir. Y, aunque mi teclado no esté en condiciones, es como si tuviera más necesidad de escribir que nunca. Para no volverme loco y esas cosas. Al fin y al cabo anoche me desperté con una ira de soledad que me aprisionó de manera muy triste. Cada vez me pasa menos..., pero eso es aunque esa compañía sucedánea se me haga cada vez más tangible que no exista.

Hummm, esa última frase no sabría traducirla al inglés, bien pensado. Hacer tantos estudios filológicos sobre traducciones me está haciendo un tanto estricto con el sentido de las frases.

¿Estoy siendo demasiado audaz para lo altamente reprimida que está mi voluntad y capacidad de motivación? ¿Conseguiré dar con una frustración mayor en cuanto me llegue la nueva torre?

Si quiero apostar fuerte debo actuar de manera mecánica a partir de todo lo aprendido - no hay otra.

En cualquier caso, no voy a esperar a que me dejen actuar, pisotearé a quien se me ponga por delante. Es la única manera de intentar llevar esto en alguna dirección más o menos coherente con la idea de que exista alguna clase de Futuro.

No tengo ganas de comer

Anoche me desperté sobresaltado. Malos recuerdos y ganas de matar. Entonces me sentí culpable porque quise imaginarme que dormía alguien querido a mi lado. Es lo que me hace sentirme agradecido, plácido..., vivir esa ensoñación de viajar y dormir en otros mundos, acogido por alguien que quiera compartir una vida conmigo.

Pero ese mundo ya lo deseché. Es como si no fuera posible. Puedes conocer a gente pero, como es lógico, ellos tendrán sus problemas (90% económicos), y nos podemos imaginar la clade de mundo que es este cuando todo gira en torno a algo que a la mayoría no nos importa.

Nos han arrebatado el futuro. No tenemos derecho a ser. En la medida de que somos, nos convertimos en una carga, y para ellos somos una molestia. Cuando trabajas da la impresión de que te hacen un favor: ¿cómo se  puede vivir de esa manera tan impropia? ¿Cómo se puede defender un esquema tan absurdo?

Así se te quitan las ganas. Tampoco puedo expresarme al completo porque el teclado lo tengo como lo tengo: saboteado. El fabricante me ha dado una salida..., aún no me he decidido, es un enorme coste que tendría que asumir él, y una carga que debería asumir yo.

Supongo que haré la trasmigración. Pero claro: ¿para qué invertir? ¿Acaso hay futuro?

Disponer de un equipo mucho más bueno, y empezar de cero con un sistema independiente. O también contactar con el fabricante y tener que volver a instalar lo que tengo. O puedo buscar la combinación por mí mismo  y reinstalar lo que haya que instalar de nuevo. O puedo dejarlo todo tal como está, porque no hay dolor si no hay camino, ni camino sin dolor.

Será cuestión de tiempo antes de que esos pervertidos quieran volver a llamar a mi puerta. Como pasa con mi móvil: ¿a qué clase de imbécil se le ocurre que es una buena campaña publicitaria acosar todos los días a alguien que mantiene su móvil apagado porque no les respetan su derecho de oposición a recibir publicidad? Viven una mentira: saben que no van a vender su producto. O quizá sea peor: que se pueda pensar que realmente lo consigan. Entonces viviríamos una completa idiocracia y, en este contexto, vivir libre o acabar en prisión es exactamente lo mismo.

Es una locura.

En cualquier caso, sólo espero no tener que volverme a cruzar con ningún representante de Microsoft o de Apple, ya por lo pronto. Así como unas cuantas teleoperadoras. También me pasa lo mismo con algún banco, y aseguradora. Estoy bastante mal con ellos. No me gusta que me acosen. Me parece de un especial mal gusto. En otro tiempo habíamos encontrado la manera de que mis consejos pudieran ser aprovechados por las grandes empresas..., hoy día me asquea pensar lo  estúpidos que pueden llegar a ser los directivos que creen que su función consiste en acosar. O en permitir acosos, como ocurre con Gran Hermano.

Se te quitan las ganas de  comer..., o así sería si no fuera porque un anunciante: Schweppes, ha dicho que retiraba su publicidad de Gran Hermano. Quizá en cuanto me tome esa bebida  me vuelvan las ganas de comer. Tal vez hay gente que piensa diferente, en verde... Puede que haya una esperanza en algunos directivos.

La lucha se hace desde lo pequeño. En ocasiones no hay que esperar grandes logros. Pero para conseguir una revolución hay que pensar a lo grande. Lo que ha hecho Schweppes para mí es grande: si fuera demasiado pequeño habría pasado desapercibido. Así que el destino debe ser dar grandes espaldarazos, que sean flagelados los directivos a los que se les ocurrió que era buena idea acosar a una persona.

Con un poco de suerte, gracias al juicio comparativo, consigamos un poco de juicio crítico: sobre cuál es el código deóntico que se espera por parte de los que se ponen en una posición de poder. Y si se van a valer de su posición para practicar la extorsión, con nocturnidad, alevosía, repetición... Y siempre al mismo..., siempre al mismo.

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