Hacer negocios con la guerra tiene un precio: las personas mayormente tienen sentido común y desprecian tales actos. La democracia es contraria al negocio de la guerra y los partidos políticos que no lo comprendan vivirán periodos de vacas flacas. Estructuralmente la socialdemocracia premia la mezquindad en política, pero realmente cada vez que ocurren sucesos como los que pasan en Israel la propia democracia pone en entredicho la socialdemocracia y sus esquemas.
¿Qué hacen Biden y Netanyahu?
La gente quiere participar en política, pero al final se hará evidente que no se puede sostener un sistema de partidos ¿Hace falta partidos políticos para promocionar a alguien para legislar? ¿Hace falta un poder ejecutivo cuando el único problema es que nadie respeta las sentencias judiciales? ¿Hace falta un sistema basado en normativas regionales o provinciales cuando todos estamos interconectados en una red automática?
Toda esta estafa acaba fomentando el negocio del terrorismo: pagar a unos desgraciados para que se inmolen en una operación urdida a gran escala y financiada gracias a la especulación de saber que se va a producir un conflicto que provocará cambios en las divisas previsibles. Cuanto mayor es el conflicto bélico más se somete el sistema financiero, más dinero se gana en especulación, más fácil es sostener a grupos terroristas y más gente muere.
Hacer creer que existe un conflicto en una región es terriblemente lucrativo. Pero como las mentiras tienen las patas muy cortas el Pueblo también acaba castigando a los que habilitan la trama mafiosa.
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