Hoy día lo que se lleva son los influencers. Talento no faltará, pero es el público el que hace a las estrellas. Como pasó con el Sugar man, que me entero hoy que ha muerto. Sixto Rodríguez creo que es la estrella más tranquila y humilde que nadie habrá conocido, con un brillo excepcional en lo simple.
Todos habremos conocido gente con un talento excepcional, que sobrepasa al de muchas estrellas - pero eso no es ni suficiente ni completamente necesario. Para ser estrella hay que tener un poquito de todo: aguante, talento, público... No hay que ser excepcional en nada en concreto. Eso es algo que nunca se pidió.
Ya digo que con los años se verá cómo la música pierde a sus grandes rockstars, pues el fenómeno de masas y los conciertos no tienen la misma llamada. La radio puede intentar crear héroes, pero la conexión del público para hablar de música se ha perdido. La gente está cada vez más aislada en sus redes sociales, el tema de conversación ya no es largoplacista, ahora es la noticia del momento - que ya es bastante impactante.
Hablar de temas culturales persistentes es propio de grandes ferias. Yo mismo me habré planteado ya qué modelo de empresa podría conseguir vender libros por 200 euros, o cómo recuperar la pasión por los grandes festivales en casinos diarios, las grandes conversaciones en maratones de cine... Pero me temo que ya no se cree en gente como yo. Y no basta conque me hablen uno o dos..., pueden ser grandes estrellas, pero sin un público, sin un fenómeno de masas... ¿Tendremos herramientas para luchar contra el apocalipsis intelectual que está por venir? ¿Habrá tanto orgullo con la basura que se crea que se seguirá manteniendo el sistema a flote sin arriesgar?
El día a día es un devenir muy intenso, sobretodo cuando algunos se despistan y creen que pueden seguir ganando dejándose llevar por la inercia. La única inercia en la que creo es en la autogestión de la renta básica universal y, de ahí, el crowdfunding - la vuelta a la moneda local para separar las dos economías. Mientras no se haga los productos financieros seguirán incitando a África a salir a flote por su propio pie. Y entonces aparecerán revoluciones sorprendentes como la de Sugarman.
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