miércoles, 26 de abril de 2023

No tener una idea clara de lo que se espera de ti

La creatividad puede ser bombardeada de manera continua. Sobretodo en países como España..., y de España para abajo. Es bien sabido que cuando un jefe grita a su empleado en realidad es imposible que consiga mejorar la productividad gracias a eso, ¿acaso el empleado actuó de mala fe y solo a través del miedo podría someterse a los designios de su jefe? ¿Acaso es el miedo lo que hace que un empleado se vuelva más atento?

El juego de la atención se llama ajedrez. Si queremos que una persona preste atención lo que tenemos que hacer es pedirle que estudie las jugadas, que evite salirse de la ortodoxia o que, cuando lo haga, tenga un plan bien definido ¿Se imagina alguien a un patrocinador gritándole a un maestro de ajedrez? Es todo un absurdo: si cambia su percepción del juego es más probable que se desconcentre y juegue peor. Además, es el maestro el que determina cómo estudiar su propio juego - si no, no sería un maestro.

De la misma manera, bien puede parecer que el jefe de una empresa debe decir qué hacer y cómo, como de hecho suele ocurrir con los profesionales que están adaptándose a su nuevo puesto. Se puede ser un experto en el tema, pero aún debe resolverse los problemas de conflicto con el cambio de sociedad a la que se pertenece.

Por eso el miedo sabemos que no funciona, porque a alguien que acaba de entrar, con toda su ilusión, gritarle..., ¿para qué? ¿Para qué infundirle miedo? Si alguien no vale para el puesto se le echa, si tiene potencial entonces se le comunica sus posibles errores. Ahora bien, un lunático que te grita no es alguien con quien quieres discutir, por si termina de írsele la pinza. Es decir, el infundir miedo a base de gritos o insultos es para evitar que tu empleado demuestre que es más listo que el jefe: es una inequívoca muestra de debilidad.

De esta manera, hay formas de violencia en el trabajo; una de ellas podría ser exigir mucho y no ser claros en las especificaciones. Yo recuerdo cuando contraté al dibujante de mi novela que una de las cosas que hacía en ocasiones era ser muy riguroso en que se dibujaran cosas concretas y, al mismo tiempo, muy vago en conceptos inefables que debía decidir cómo expresarlos. De esta manera, cuando no me dibujaba lo que específicamente yo le pedí se lo echaba en cara, pero en la temática en general, las decisiones que adoptaba..., él sabía que no había sido claro yo mismo, así que también asumíamos un deber de aceptación del trabajo tal como él lo presentara, que aceptara su tiempo de estudio y resultados. No hay que olvidar que, en definitiva, le pagaba por obra y sería crucial determinar quién fue responsable de la pérdida de tiempo.

Por ello, si eres vago en las especificaciones también debes ser generoso en los resultados. Forma parte de la deóntica en toda buena clientela a la hora de demandar servicios.

Este mismo planteamiento tiene que ver con la idea de democracia: si a la gente no le interesa las administraciones públicas entonces tampoco su voz y voto debería ser tan influyente en esos temas. Ahora bien, de ahí a que el sistema sea el socialdemócrata - que se basa exactamente en hacer valerse de un interesado que represente cualquier forma de participación ciudadana..., horrible: nos obligan a elegir a nuestro dictador.

En mi caso, llevo décadas desarrollando un currículo, para descubrir tarde que el currículo no sirve para nada. Me basé en la mentira repetida de todos los que hablaban sobre el tema. Era como si en el fondo todas esas personas no creyeran en el sistema actual, y prefirieran formar parte de la propaganda para crear una disidencia controlada. Algo así como: repitamos la mentira común aunque sepamos que así no van a conseguir nada. Visto de esta manera es imposible que los mejores destaquen por encima de los que no son tan buenos.

Por alguna razón que no entiendo, especialmente en España las personas más sádicas, los que más proyectan su odio contra los demás, son los que infunden más confianza. Así, esa gente es la que ocupa los puestos más elevados en recursos humanos: son los que seleccionan quién entra en la empresa.

Recuerdo el vil caso, y no es aislado - es representativo, de una empresa joven llevada por informáticas a las que sus mecenas les habían impuesto como obligación que para contratar a un informático debía hacerlo un señor en concreto. El asunto es que hablando con ese señor, que no tenía ni el más mínimo herbor en informática, además tenía un claro desprecio por el puesto que ocupaba al demostrar el recalcitrante y creativo cinismo que tenía a la hora de hacer la entrevista con el fin de hacer el máximo daño posible al aspirante. Me quedé estupefacto en su momento y se lo comenté a las jefas, después de decirles que yo esa empresa jamás la pisaría. Por una cuestión de coherencia y honestidad, claro.

Durante décadas he hecho muchas entrevistas para ser informático y, por alguna mágica razón, jamás en la vida me han puesto a prueba como informático. Recuerdo la vez que le demandé a mi entrevistador que me hiciera una prueba de informática, que si tenía algún problema con mi supuesto nivel que lo que tenía que hacer era darme un folio, un objetivo a cumplir en una plataforma y, a partir de lo que dejara por escrito, que determinara qué nivel tengo. Sin importar si funciona del todo bien, si está perfecto el código o no..., solo para ver mi nivel. 

Esto es como cuando vas a una entrevista de trabajo para ser traductor de inglés y no te ponen a prueba en inglés ¿Qué sentido tiene?

Como aquel entrevistador se negó a ponerme a prueba yo me negué a seguir esa conversación tan absurda: ¿qué evidencias iba a tener yo de que soy bueno? ¿Cómo iba a tener para todas las plataformas una muestra de mi trabajo, cuando es más fácil copiarse el trabajo ajeno y cambiarle el nombre del autor? ¡Menudo absurdo!

Es por ello que la imagen que tengo de buscar trabajo está ligado a que te exigen muchas cosas, pero lo hacen desde la vaguedad. Es cuestión de que alguien me conozca para que me recomiende. Eso mismo lo he visto en varias ocasiones: prevalece el nepotismo. Y es en los modelos más liberales donde prevalece las decisiones privadas del empresario, que no encajan con su afán de ganar dinero - el empresario, así como todos los acorbatados con los que maneja, busca mejorar la situación de las personas que tiene a la vista. Es decir, la privacidad de las empresas en sus procesos de selección aumenta la brecha de la discriminación del país y el nepotismo, por lo que es más injusto social y económicamente hablando. Es peor tanto moralmente como desde el punto de vista del propio capital.

Pero eso ya lo sabíamos. Lo sabíamos los que no nos tragamos la propaganda, claro.

Esa es la razón por la que en ocasiones, tras un proceso de alto estrés de trabajo, luego vuelvo a lo que vengo haciendo..., y pienso, ¿realmente sirve de algo? Resolver los problemas más importantes sin feedback, para ver cómo te responden los pares de esa manera tan cínica. Para luego ver cómo no pasas ningún proceso de selección, como si mi currículo fuera inventado - o porque en el fondo están esperando encontrar en un desconocido un milagro de mentiras que, al ser imaginativas, serán mucho más fascinantes que mis aportaciones reales.

Este modelo no puede funcionar y tarde o temprano colapsará. Y lo hará porque poco a poco los usuarios (los clientes) irán demandando más y más a sus informáticos, y se habrá eliminado a las personas influyentes con la deóntica necesaria para dirigirse al gran público. No olvidemos el nacimiento de este blog: una crítica a los administradores de Twitter, que me echaron dentro de una farsa. Así que serán los propios twitteros los que acaben con Twitter, considerando lo enormemente cínicos que son sus administradores.


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