En estos últimos días el modelo con el que vengo trabajando lo he retocado como varias veces. Me da la impresión de que cualquier mínima variación supone un cambio realmente notorio, y no tengo una manera de establecerlo. Parecería que adoptar una decisión de diseño me lleva a un estado poco consistente porque en cuanto avanzo un poco es como si pudiera refutarla muy fácilmente.
A ese estado es a lo que llamo a mi modelo un estado coyuntural, y que no debe fusionarse con el entrenamiento general. Y es justo de eso de lo que estoy tratando, además del hecho de que estoy empezando a considerar que el resultado de la métrica de clasificación debe incorporarse al propio entrenamiento. Poco a poco parece que voy fijando la topología neuronal con una metodología más o menos clara.
La cuestión original podría ser: nuestro agente es un experto en bosques, conoce el tipo de animales salvajes con los que se va a encontrar, y ha tenido vivencias de todo tipo al respecto. Conoce cientos de bosques y cientos de animales clasificados en especies. Entonces un día su modelo de predicción empieza a fallar, y descubre un bosque donde aparecen animales muy extraños con mucha frecuencia. Ahora debe empezar a especializarse en su propio campo a través de este nuevo bosque. Pero la cosa es: ¿en qué medida debe tomarse en serio la experiencia de este caso? Es un caso anómalo, ¿y por ello debe tomar la experiencia como algo que no debe afectar a su sistema de predicción o por el contrario la predicción debe tomarlo en especial cuenta?
De una forma o de otra hay un cálculo diferencial en el proceso de entrenamiento que puede almacenarse para cuando el agente quiera especializar su campo. Que es como decir que un bosque podría ser el convencional o, para según qué caso, un bosque especialmente peligroso. Ese proceso de especialización podría cumplir ese pequeño principio: cuando se especializa el agente debe ser con respecto a una única dimensión. Algo así como especializarse en más discreto, o en más seguro, o en más rápido..., sea la dimensión que sea. Pero solo puede especializarse en una sola.
El problema es que no hay respuesta correcta cuando se trata de predicciones. Y cuando hay que predecir de qué manera la nueva predicción será mejor que la anterior el sistema se vuelve más laxo a la hora de hablar de respuestas correctas. Es ahí donde aparece el lado participativo del agente: la especialización de su campo es el juego al que juega, es su diversión personal y, por tanto, no es un problema de corrección, sino más bien si consigue ser suficientemente conveniente el comportarse así.
Por tanto, se trata de entender para qué existe la especialización y rondar el tema de manera coherente, o insistente. Si te preguntan es porque el experto eres tú, si no les gusta lo que les dices que pregunten a otro. Es un principio básico cuando hablas con la gente y esperas que haya una cierta concordancia.
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Pero el asunto es que me lo estaba planteando: si pierdo mi tiempo en perfeccionar mi perfil a un desarrollo profesional que no me va a rentar, ¿para qué entonces? ¿cómo saber si me va a rentar tragar con un curso de cartón piedra? ¿Acaso no estoy eligiendo el camino de la idiocia? ¿Y si el que me tiene que contratar descubro que no soy tan idiota como él? Esto último es la más cruel de las preguntas, porque ya me ha pasado de haber sido expulsado de una selección por ser demasiado inteligente - radicalmente.
Los seleccionadores suelen decir que no pasa nada, porque los más inteligentes pueden fingir ser más estúpidos. Lo dicen cínicamente siendo ellos mismos los que ponen las pruebas. No hay peor arbitrariedad y, al mismo tiempo, está siendo muy generalizada y subvencionada por los fondos europeos.
Desde hace años se normalizó esa discriminación racial. Y hoy día está en la práctica prohibido ocupar según qué puestos de responsabilidad teniendo ciertos excesos incómodos de inteligencia. En especial se observa inapelablemente esto mismo en política. Pero claro, la razón por la cual los políticos medran tan bien en el mundo empresarial es porque ese mismo perfil es el que se espera en el sector privado.
Ellos se dieron cuenta de que no podían especializarse en inteligencia, así que transformaron el mundo de los negocios para convertirlo en cómo funcionan en su propio campo. Es la "Escopeta Nacional" de Berlanga. Es la clase de juegos a los que les gusta jugar.
Recuerdo en Facebook una señora que se puso a criticar a un político por ir de mariscadas con los empresarios a la hora de desarrollar las concesiones, los pliegos y las licencias. De primeras empecé a decirle a esa señora que me parecía muy bien su crítica a este señor, porque interpreto que ella misma lo criticaría en los de su partido y porque ella jamás lo haría de ascender al poder. Claro, en cuanto publiqué esa suposición no es de extrañar que se cagara en mí y en todo lo bailao. Hablar con inteligencia y con concordancia a tener Principios es incompatible para los perros de hortelano que están esperando conseguir ascender a base de morder a los rivales políticos. En cualquier caso, no me sorprendió en absoluto su reacción y me reí bastante por su pronta respuesta.
Está claro que mi perfil no es muy corporativista, y que si me piden hacer una conferencia no se me verá lamiéndome el culo a mí mismo con trasparencias absurdas. Ya se ha visto cómo escribo mis artículos de medium, o cómo redacto mis ensayos. Puedo ser meticuloso, pero cada línea es el camino más corto para llegar al objetivo y cuando me cuestionan por no dar las respuestas cortas oficiales es porque simple y llanamente esos atajos son peligrosamente poco rigurosos. Si acorto no es para ser más laxo, sino porque no concuerda en nuestro entrenamiento personal el incorporar datos tan coyunturales.
Hay una idea equivocada de lo que significa "enseñar", parecería que consiste en divagar sin sentido. O en decirle a quien conoce un tema lo que ya conoce. Si el proceso consiste en un reciclaje, ¿para qué lo llaman enseñar? No. El proceso consiste en comprobar si pones la patita.
Mientras tanto los ansiosos sentimos que perdemos la vida al no tener ni la más leve certeza de que valga la pena esta pérdida de tiempo. Y es que es, en definitiva, un problema de persistencia: de ser o de no ser. Lo vivido es algo que está, pero para que permanezca debe formar parte del ser. Y esa fórmula, ¿cómo se determina? ¿Debo adoptar el perfil de la idiocia?
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