lunes, 25 de abril de 2022

Algo nuevo: Lógica de cuatro valores con los morfosemas

Con la lentitud de seguir documentándome poco a poco y de desarrollar mi propia aplicación he observado cómo he podido aportar algo realmente nuevo en el campo de la semiótica. Por pequeño que sea o lo poco contrastado que esté.

Podríamos empezar con una pequeña crítica a Derrida: ¿cómo es posible que los semas, tal como los define Greimas, se dividen siempre en dos valores posibles? Aún es más, uno es el vacío y el otro el relleno. De ahí que la categoría sémica "género" tenga un masculino y un femenino; ¿debemos entonces entender que el masculino es el relleno y el femenino el vacío? Desde el punto de vista de que solo son datos, que no aporta contenido intelectual la valoración entonces, ¿para qué esa catalogación? ¿En qué afectaría negativamente decir que el femenino es el relleno y el masculino el vacío? No lo entiendo.

Más bien parecería que se intenta justificar una visión de conjunto y, a modo de ejemplo, se manifiesta alguna clase de preferencia. Ahora bien, ¿no es eso también como decir que tal preferencia algunos intentan extrapolarla al mundo de las ideas, como si tuvieran carácter filosófico? Porque si es así entonces creo que Derrida o no se expresó bien o mezcló sustancias.

En oposición a ese aspecto hay un autor, ya reconocido en su estudio de la semántica por el mismo Greimas, que además de la tesis y la antítesis de la misma categoría sémica incorporaba la existencia de un tercer valor posible. Como en la oposición posible entre alto y bajo, donde reconocer un mediano. Y es lógico entender que como las categorías sémicas descritas por Saussure pueden ser cualquier cosa lo raro sería encontrar solo respuestas rellenas y su antítesis vacías. Es decir, si hasta un esperpéntico Hegel era capaz de darse cuenta de algo como eso para cualquier concepto, ¿cómo es posible que Derrida, muy contemporáneo a todos esos autores, no se adscribiera a ese lenguaje? La impresión que me deja es que los autores modernos olvidan a los antiguos; como Hegel olvidaba a Platón y a los múltiples errores que subyacen de los maximales. Otro que gustaba de mezclar sustancias.

Desde mi punto de vista, observo que el propio Hegel se quedaba con la síntesis para explicar la paradoja que puede montarse ante falsos dilemas; ahora bien, ¿y si la síntesis conforma con sus predecesoras un falso trilema? En ese caso habría que tirar de lo que yo llamo la contratesis; y no hará falta más, porque los cuatrilemas son constructos de trilemas - o eso aseguro.

A la hora de trabajar con los semas distinguiré entre los filosóficos y los morfológicos. Y bien es cierto que podría llamarlos como lo hace Greimas, y no me importará hacerlo, pero en esta entrada los llamaré filosóficos porque delimitan todo significado asociado al significante. Así, todos los semas que sean trasladados a ser morfológicos conformarán el marco del lenguaje y, de ahí, que la construcción no adquiera significado - aunque se pretenda por ser políticamente correctos.

Es decir, la vaca y el toro tienen el mismo significado, a menos que la categoría morfosémica de género no se les reconozca y el lenguaje los ubique a ambos en el mismo registro. Algo así ocurriría con el japonés, por ejemplo, donde ambos significantes parten de una misma palabra "ushi", seguida de un complemento que en japonés significa "de género masculino/femenino". Obviamente el significante al completo "toro de género masculino" tendrá un significado diferente al de "toro de género femenino", de lo contrario no se habría especificado el complemento de su género en oposición a usar solo la palabra ushi.

Visto así, el significado de hombre y mujer recluye al español a tener que atribuirles exactamente el mismo pues en nuestro idioma el género cambia a las palabras de registro. De lo contrario obligaría a tener que definir una categoría morfosémica adicional para ayudar a ver hombre y mujer como palabras que no son del mismo registro y, al mismo tiempo, poseen significados distintos. Más adelante explico esto mediante la lógica de cuatro valores.

Ahora fijémonos en un verbo que existe en árabe y que a los europeos nos parecerá terriblemente chovinista: tatzawaj. Huelga mencionar que la latinización del verbo a mí me repugna; así que me limitaré a decir "casar" directamente. Pero antes procederé a explicar por encima dónde están los semas en la palabra tatzawaj: digamos que la raíz está en sus tres consonantes "tz-w-j" y los morfemas sería todo lo demás. Por lo que los semas filosóficos del verbo estaría en esas tres consonantes, mientras que, por ejemplo, el "ta" inicial hace referencia a quién es el sujeto, la elección de las vocales nos permite jugar con el caso (sustantivarlo, volverlo gerundio, etc) y el sufijo también permite determinar no solo el sujeto sino también el dativo (con quién te casas).

Dicho esto, ¿por qué es importante? Resulta que cualquier arabista sabe que a un árabe - no necesariamente musulmán - le suena "mal" la construcción "él se casa con él". Ese significante observamos que tiene un fuerte calado moral, así que no podemos decir que la referencia que vincula significante y significado trabaja con ambos de manera arbitraria. Lo mismo ocurre por ejemplo en español cuando se nos pide que hablemos de "elles" en sustitución del masculino o el femenino. Sorprendentemente, para mí, a Chomsky no le parecía descabellada la idea. Ahora bien, ¿de dónde reside la dificultad de esa clase de deconstrucción? Al fin y al cabo, ¿no tenemos derecho a modificar el español a nuestra conveniencia como el árabe querrá que su idioma esté a la par de sus espectativas morales?

Vamos a ver si lo desarrollo bien y ya de paso se comprende la función de la contratesis sémica. La idea es que a un árabe le suena mal, no porque le parezca mal, el significante "hombre que se casa con hombre" porque de la raíz emergen dos categorías sémicas: una de género del sujeto y otra del género del dativo. Visto así al primero podremos llamarlo "solar" o "lunar" (masculino o femenino), pero al segundo habría que llamarlo "al-sol" o "a-la-luna". De ahí que él en nominativo sea solar/indiferente, pero "a él" sería más bien indiferente/al-sol. Por lo que observamos al menos tres valores. El asunto está en qué pasa con el verbo casarse: ¿solo pueden casarse los hombres? ¿no tiene género? Cuando deben casar todos los morfosemas la operación debe ser equivalente a la biyección, por lo que siempre existirá una operación que permita decir que "hacer casar" dos morfosemas equivale a hacer que sean "el mismo" morfosema. Así que en eso consiste la operación cuarta: casarse en árabe se construiría como indiferente/excepcional, para luego establecer que él debe leerse como "solar"/"a-la-luna" y ella como "lunar/"al sol", y así encajarían todos los registros.

Obviamente explicado en lenguaje natural es más difícil que programarlo directamente, escrito en javascript. Pero es que yo, personalmente, no puedo entender la semiótica si no es a través del código. Es decir, comprendo que hay como varios niveles de informáticos desde lo más irrisorio hasta el más amplio: están los que atienden un conjunto de requisitos para hacer una aplicación (nivel 2: te hacen una entrevista y de ahí sale la aplicación adhoc), luego están los que desarrollan el producto a partir de una microespecificación matemática (nivel 1: computabilidad, dirección de la producción...), los habrá también que pasarán de cualquier especificación y harán sus propias aplicaciones sin tener en cuenta a nadie salvo a ellos mismos (nivel 0: se les suele llamar autoinmunes, o lamers si se replantea de otra manera) y luego están los que tienen que adivinar las especificaciones a partir de toda una referencia bibliográfica inmensa y muy abstracta (nivel 3: me pregunto cuántos habrá así, que crean la aplicación a partir de libros y libros de explicaciones que intentan atinar en alguna dirección muy indefinida).

De una forma o de otra, la lógica de cuatro valores ya fue planteada por Codd - pero resulta que a los que estudian filosofía nunca les interesó las bases de datos. Luego se limitan a lo que puede representar la lógica modal sin percatarse de que la idea del modelo y el marco no tienen tanta potencia como una base de datos y su esquema.

Es como si viviéramos en un mundo donde todos se desentienden del trabajo de todos. Y eso pasará también con la idea del valor excepcional que sería aplicable en los morfosemas para establecer dependencias de reunión entre distintos significantes de colecciones que son invocadas por un contexto. La serialización de la invocación a tales significantes conforma un significante mucho mayor dentro de un marco, y el emisor solo puede elegir mezclar los significados de sus partes dentro del margen que le otorgue esos semas filosóficos que permitirá recalcar unos significantes por delante de otros.

Gracias al lenguaje simplificado que le otorgo a la semántica me resulta tremendamente sencillo operar con el sistema gestor. Ya solo es cuestión de que se pueda experimentar con la aplicación para ver si permite fortalecer la mentalidad de una persona dentro de un idioma.



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