Ayer escribí la entrada que tocaba el primer eón zodiacal, el de la motivación - el carnero. Los memes eónicos como memes no debería de decirse que existen pero, mientras exista la literatura, siempre permanecerán - por lo que en realidad tienen una existencia relativa a la existencia de la humanidad. O, dicho de otro modo, manteniéndose el principio antópico, los eones sí existen. Pero cuando desaparezca todo atisbo de inteligencia en el universo esta estructura emic se desvanecerá también.
Esto nos lleva a interpretar qué se entiende por civilización. Parece que hay heterodoxos que suelen defender afirmaciones como que hay cuatro razas humanas y una única civilización, cuando en realidad es al revés: hay cuatro grandes etnias o civilizaciones y una única raza. En principio una etnia bien podría ser una agrupación de clanes que conforman una cultura común, pero cuando hablamos de las cuatro grandes civilizaciones oficiales reconocidas a lo que nos referimos es a la africana, la occidental, la oriental y la oceánica. Técnicamente, bien se puede hablar de la primera, la segunda, la tercera y la cuarta porque considerar a los polinesios y americanos como superextremo-orientales es correcto considerando las corrientes migratorias. Y, por otro lado, todo apunta a que las culturas más antiguas se encuentren en África.
En cualquier caso, ¿por qué distinguir civilización de cultura? En alguna ocasión mencioné que la civilización era una frontera cultural que incorporaba una mentalidad incompatible con otro grupo de culturas que conforman otra civilización. Básicamente lo observamos al ver que la África negra está detrás de las mezclas entre lo vivo y lo muerto, que la occidental se identifica por monopolizar las ideas, la polinesia corta todo lo ponzoñoso para mantener lo inmaculado sin mácula y la oriental es, simplemente, lo contrario a todo lo anterior. De todas las civilizaciones la occidental es la que más avanzó tecnológicamente, eso es debido a que las demás no mostraron a una iglesia inquisitorial que se metía en los asuntos del Pueblo, por lo que sólo pudieron evolucionar a través del laicismo de la civilización occidental.
Sin embargo hay que entender que una cosa es el nivel cultural y otra es el nivel tecnológico. La tecnología es la misma en todas las civilizaciones: es como un edificio. Un edificio tiene unos cálculos estructurales y unas mediciones de cargas o de habitabilidad; pero el estilo es otra cosa, que sea de una cultura o de otra es diferente. Por eso el edificio puede ser diáfano y ser un rascacielos, o ser una auténtica obra de arte de cuchitril..., el nivel cultural es una cosa y su nivel tecnonológico otra. El mundo dependiente de la voluntad creadora humana es una cosa y el mundo dependiente de los números enteros y la matemática constructiva es otra.
La cultura no se descubre, se crea, se decide, se consensúa. La tecnología no se consensúa, ni se crea, se descubre. Si una obra tecnológica, una máquina, no innova entonces no sirve. Si una obra cultural, una obra de arte, innova o no eso es irrelevante. Lo que interesa de las obras de arte es que transmitan una literatura, un mensaje artístico, que trasgredan en algún sentido. Y para hacerlo deben formar parte de una marca de civilización, de una firma común o marco de pensamiento.
Como ocurre con el lenguaje, el cómo se interpretarán algunos símbolos de una u otra forma es algo arbitrario, se decide; pero una vez adoptadas algunas decisiones existe un proceso de coherencia o descubrimiento. Es decir, la cultura está adherida a la tecnología. Cuando el pintor pinta su obra lo hará con óleo o acrílico, con cera o rotulador, o con minas o tiza..., pero en el proceso debe darle interpretación tecnológica a lo que hace; y esa interpretación tiene una marca cultural: ¿qué transmite la tiza, el acrílico, el óleo...? El asunto es que si siempre se usa la tiza para cierta clase de obras entonces en la historia de esa civilización ese canal adquirirá un sentimiento. Esa es la mentalidad exclusiva de la civilización.
Cuando un occidental visita las pagodas orientales la mayor parte de la información que percibe no la entiende, porque no conoce la historia de la literatura oriental. Sin embargo sí percibe una peculiar y conspirativa relación común en todas las obras; como si existiera esa historia de la literatura o fuente original del que parten esas ideas. Pues bien, lo conspirativo es que en realidad no siempre existe esa fuente, sino que en realidad en ocasiones las obras evocan a la existencia de fuentes que no existen. Eso forma parte del marco cultural que se crea en una civilización. Por eso el turista no ve lo mismo que el nativo; no ve más, ni ve menos, ni lo mismo. Por eso la multiculturalidad siempre suma.
Es la magia del mundo de la cultura: que en ocasiones podamos decir que dos personas no ven ni una más que la otra, ni menos, ni lo mismo y, al mismo tiempo, no ser contradictorio al defender algo de lo más normal.
Por eso, cuando veo al gracioso de turno que le da por decir que sólo hay una civilización, tras observar que confunde cultura con tecnología, me da por pensar ¿para qué habló Gustavo Bueno en España o Popper en el resto del mundo sobre los tres mundos? ¿Por qué Sartre perdió su tiempo insistiendo en la nada que supone el mundo volitivo y su enorme importancia? Veo muchos filósofos habiendo sido auténticos best sellers con sus obras, muy reconocidos y famosos - pero entonces aparece un conferenciante que seguro que los ha leído y se mea en ellos. En todos y cada uno de ellos. Y hablo de conferenciantes que viven de la historia de la filosofía, que son cultos y esas cosas - no como yo, que sí soy bastante lego. Pero, según veo, tonto no.
Puede surgir preguntas sobre cómo son las matemáticas de la civilización oriental, o cómo evoluciona el cerebro de un niño en una u otra civilización, pero el que hace esas preguntas haría bien en haberse leído antes mi libro: "The two exact philosophies". Porque al fin y al cabo estoy hablando de mi tema del que sí soy experto. Técnicamente nunca me he salido de la filosofía informática.
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