Merlón acababa de abandonar su mundo, para siempre. Podría volver a él, pero ya nada sería lo mismo. Tras abrirse el puente de la nave, el capitán ya le permite hacer turismo para conocer a los distintos tripulantes. Cada individuo es de un planeta o tiempo diferente, y sólo suelen relacionarse entre sí a través de los simuladores de mundos - donde se transforman en la nostalgia del anfitrión.
Al abrir la primera puerta no había nadie.
- Esa podría ser tu propia estancia Merlón - dijo el capitán por alguna clase de altavoz.
- ¿Me estás viendo?
- En esta nave desde mi puente se controla todo, no dudes en disfrutar de mi cola..., ahora no te puedo atender. Prueba a hablar con los demás tripulantes.
Efectivamente Merlón no tuvo ningún problema en probar otras puertas ¿Cómo serán los demás tripulantes? Al intentar abrir una de las puertas observó que estaba cerrada, pero automáticamente sonó una especie de timbre desde el interior seguido del encendido de una luz verde. Y la puerta corrediza se abrió con un sonido que envolvía.
- Espera - dijo desde dentro un anciano realmente cochambroso y decrépito.
Éste se fue acercando desde el interior de una habitación muy oscura muy lentamente. Ciertamente era un humano, como de 130 años como mínimo. Pero podía andar, con un bastón de hierro y prótesis cibernéticas. Según parece, el bastón lo usaba para andar con estilo y guardar el ritmo de sus prótesis; mantenía el equilibrio con sus andares que, por otro lado, parecían artítricas.
- ¿Entras o sales? - le dijo el viejo.
Acto seguido Merlón entró rápidamente con enorme curiosidad, no esperaba encontrar a alguien más viejo que él mismo. Pero cuando observó lo que hizo el anciano poco a poco fue alejándose de la puerta para adentrarse en la oscuridad de la habitación... El anciano se puso a tocar varias veces el botón para que la puerta abriera y cerrara varias veces... Y la puerta "chus", "chas", "chus", "chas"...
- ¡Si es que no me canso! ¡Cómo me gusta el ruidito que hace! ¡Waaa!
Merlón se percató de que había tropezado con algo muy pringoso. Era como un peluche de 30 centímetros escamoso. Por un lado estaba hecho de escamas y, por el otro, era blandito y con forma de tiranosaurus.
- Hola, me llamo Wack - le dijo esa especie de juguete automático.
Merlón dio un salto, y empezó a darle con la pierna para ver si reaccionaba.
- ¡Eh! ¿Qué haces? ¿Así saludáis en vuestro planeta? ¡Qué loco!
- ¿Qué le haces a mi amiguito? - le preguntó el anciano - ¿Te crees que no es de verdad? Se llama Wack.
Merlón todavía no salía de su asombro.
- ¿Qué clase de nombre es Wack?
- No - respondió Wack - ¿qué clase de saludo es ese? Yo te doy mi nombre y tú te pones a criticarme el mío. Así no se hacen las cosas.
- Venga - dijo el anciano - vamos a darle la oportunidad de que lo intente de nuevo.
Merlón dio unos cuantos pasos atrás, respiró y concluyó que debía empezar de cero:
- Hola, me llamo Merlón. En mi mundo era una especie de astrónomo. Pero ahora veo que mi verdadero poder era que podía entenderme con cualquiera sea cual sea su idioma o si es un juguete.
- ¡Pero qué juguete! - dijo Wack - ¿Quién te dijo que los dinasaurios eran grandes? Somos grandes pero en el otro sentido.
- ¡Venga no os peleéis! - dijo el anciano
- Eso, hagámosle caso al anciano - dijo Merlón.
- ¡Oye! ¿Qué anciano? Tengo nombre. Me llamo Viejete. Y Wack en su mundo se traduce como Escamas.
- No entiendo - dijo Merlón - puedo comunicarme con vosotros y soy consciente de que me habláis en otros idiomas. Pero algunas palabras no se traducen.
- Eso es cosa de la nave - dijo Wack - la nave recoge las ondas sonoras y las distorsiona justo en el último momento para cuando vayan a entrar en nuestro cerebro.
- Es un comecabezas - dijo Viejete.
- No, es un traductor que en realidad no tiene todas las palabras - corrigió Wack.
- ¿Un traductor automático? - pensó Merlón en voz alta... Y se puso a mirar las paredes, y a las esquinas, por si observaba algo fuera de lo habitual. Pero no veía nada en especial.
- Técnicamente no has salido del puente, y nosotros tampoco - explicó Wack - La cola de la nave es como un simulador de la verdadera nave, que es el puente.
- ¿Y qué hacéis en la cola?
- Principalmente nos pasamos todo el tiempo simulando otros mundos - respondió Viejete.
- ¿Y por qué no lo hacéis desde el puente?
Dicho esto, los dos se rieron..., mientras se iban acomodando en los asientos que daban a unas computadoras. Se veía unos tentempiés en una mesita, además de que toda la estancia estaba habituada para hacer vida. Incluso, bien mirado, los sillones eran como unos retretes bien condicionados. Con muchas funciones.
- Nuestro cuerpo no podría vivir sin hacer algo de ejercicio - explicó Wack - para eso está la cola..., está para usarla...
- ¿Cómo?
- Sí - dijo el Viejete - que disfrutes de nuestra..., cola.
- ¿La de la nave?
- Claro, ¡hay que moverse y relacionarse con otros tripulantes! - decía Wack - si no, ¿para qué crees que existe esta parte de la nave?
- Sois realmente raros ¿Y tú también tienes tu propio habitáculo? ¿Dónde están las camas?
- El pobre no se entera - dijo Wack.
- Vamos a ver - dijo Viejete - dormimos en el puente, la cola es para que nuestros cuerpos no se marchiten. Y los simuladores es para estar en cuerpos mucho más escultóricos y perfectos ¡No es tan difícil!
- Vale, ya voy entendiendo...
- Bueno, voy a por los mandos y así ve desde la pantalla cómo nos manejamos - dijo Wack saltando sobre un cuadro de control.
Al pegar el salto Merlón se sobresaltó al observar al dinosaurio bajo todos los ángulos. Lo cual le dio de pensar, ¿por qué los dinosaurios son nudistas? ¿es porque de todas formas no están adaptados para fabricar su propia ropa?
- ¿Pasa algo? - le preguntó Viejete.
- No sabía que los tiranosaurios tuvieran dos colas.
- ¡Oye! - gritó Wack - eso da malrollo. No mires donde no tienes que mirar.
- No si... - dijo Merlón para ver si suavizaba la cosa - digo que me ha impresionado...
- ¿Im-presionado? - dijo Viejete
- Gratamente el...
- ¿Gra-tamente? - dijo Viejete
- Digo que la cola...
- ¿La- cola? - dijo Viejete
- ¡Wuaahh! - gritó Merlón - Estáis como una cabra. Voy a seguir visitando más sitios.
- ¿No te irás porque te has ex-citado? - dijo Wack.
- A mí nadie me ha citado... ¿Pero qué digo? ¡Me lo estáis pegando!
- Pues no te pegues tanto a..., su cola - dijo Viejete.
- ¡Qué! ¿Entonces te gusta o no te gusta mi-cola?
- Ciertamente - dijo Merlon mientras se alejaba - esto es como Alicia en el País de las Maravillas pero para adultos.
- Pues me voy a tomar una-cola - dijo Viejete mientras cogía un refresco.
- ¡Eh, no! Que esa es otra de mis-colas.
Quizá eso fue lo último que escuchó antes de darle veinteveces al botón para que se abriera la puerta y en un chas probó a salir corriendo por los corredores de la cola de la nave. Mientras huía los corredores se tornaban como en una espiral infinita lleno de puertas que se perdían para escuchar la voz de Wack.
- ¿Has probado a mirar a lo lejos? Donde hay un camino siempre hay un origen y un destino. Pero donde se pierde el camino siempre es el Pasado o el Futuro del comportamiento que ha tenido alguien. Cada parada es una puerta y la primera es la que marcará tu punto de comienzo.
- ¡Qué quieres decir! - gritó Merlón.
A lo que respondió Viejete:
- Seguir la senda de lo normal no te garantizará ni que avances ni que retrocedas, sólo que desaparecerás entre la multitud como si fueras un turista de este mundo.
Dicho esto, Merlón se paró en seco, ¿acaso no estaba realmente en el puente de la nave? ¿De qué manera salió del puente sin haberlo hecho? Poco importaba eso ahora. Si seguía en el pasillo entonces seguirían acosándole a sermones. Así que decidió atravesar la puerta más cercana. Y, nada más pulsar el botón, la puerta se abrió sin más..., una bruma se escapó de la oscuridad sin dejar ver del interior absolutamente nada.
- ¡Oh no! - gritó Viejete - ha abierto LA puerta.
- ¿Te refieres a la-puerta?
- Bueno, sí, la-puerta..., entra entra y te abrirán la-puerta... jijiji.
- Eso, eso...
Decididamente, cualquier cosa que encontrara en esa puerta quedaría estanco de esa conversación absurda si entraba, cerraba la puerta y que sea lo que diosquiera...
Así que entró, cerró la puerta y observó en plena oscuridad dos ojos luminosos tremendamente enfadados junto a una respiración muy fuerte...
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