Resulta que Twitter considera que aseverar que una mujer que fomenta las amenazas de muerte a políticos contrarios a su ideología se comporta como una zorra es fomentar el odio. Pues vale, no me creo que sean coherentes. Veré si con la excusa dejo de usar Twitter.
Para empezar me obligan a "borrar" el Twitt, cosa que no haré. Al parecer hasta que no lo borre no me restablecerán la cuenta. Pues vale. La última vez no borre absolutamente nada y, al mismo tiempo, me enviaron un correo diciendo que "gracias por hacer lo que tenía que hacer" - no hice nada, así que que me lo expliquen.
¿También se han dedicado a cerrar cuentas a los que ponían que Pablo Iglesias era una rata? Porque digo yo que decir que es una rata es peor a decir que se comporta como una rata.
Las verdaderas políticas de esas redes sociales no son capaces de pasar el primero principio que debe cumplir cualquier valoración ética: la coherencia. Si no son coherentes entonces no pueden aseverar que se valen de un modelo lógico dentro de su propio marco normativo.
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Hace poco vi un debate sobre la ética y la moral, así como la presencia de las religiones. Quizá el problema es que no se entiende lo que es la ética. Pues bien, en ocasiones lo habré hecho - sólo reincidiré con unas pocas ideas no mencionadas: no tiene sentido incidir en palabras en singular o en plural, porque lo que importa son las relaciones de conceptos, por eso diré que para cada persona habrá muchas moralidades para una única religión que siga en cada momento, pero que la gente con ética siempre antepone una ética - que son sus Principios - imperturbables y única por encima de cualquier tradición, rito o dogma que se le venga encima.
La ética es un modelo lógico dentro de un marco de referencia que abarca la lógica circunstancial. Por eso mismo, cuando una persona se comporta con unas fuertes convicciones éticas empieza a ser tremendamente molesta. Significa que esa persona está moviendo ideas demasiado coherentes - lo cual es un requisito absoluto en la ética y no en la moral, y eso obliga a replantear debates sobre la deontología de las relaciones sociales (lo cual supone un sobrecoste si los estatutos de las relaciones sociales son llevados por una empresa y no por el estado).
La moral no tiene que ser coherente, de hecho no debe ser ni relevante siquiera. Cuando unos principios éticos no se mueven con relevancia en el mundo que vivimos automáticamente acaban siendo deshechados; por eso solemos usar un criterio válido a la hora de aceptar unos principios como buenos principios éticos: no nos fijamos en cómo son redactados, más allá de estudiar su coherencia, ni nos fijamos en una fórmula que calcule lo relevantes que son - porque la manera de reconocerlos es simplemente observando cómo todas las culturas los aceptan y los mantienen.
Es decir, toda tradición o propuesta que trascienda a las culturas y al tiempo tiene pinta de ser un buen principio ético. Puede que no lo sea, pero es una buena fórmula, porque actuar bajo una ética impoluta es tan absurdo como buscar la felicidad absoluta: son utopías innecesarias. Más nos vale entender qué significa ser sociable o porqué le damos importancia a ser ejemplares. Por tanto, qué idea tenemos de lo que es un estado y qué entendemos por nación - si realmente nos vale la pena reconocer esa palabra. Es decir, igual que el estado es el que garantiza las relaciones sociales, la nación es donde se reconoce un proyecto conjunto por parte de todos los clanes. Por lo que no es posible mantener o crear un imperio si antes no se tiene una nación.
Los derechos humanos, en sustitución como ya dije de los devaneos de Stalin, es un buen objetivo nacional para defender un modelo imperial. Son conceptos realmente simples e importantes como para ser ignorados.
Dicho esto, he mandado a Twitter al SPAM, porque no quiero hacer caso a sus misivas tóxicas, tan faltas de ética. En la vida hay que ser coherente con lo que se defiende.
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