miércoles, 7 de abril de 2021

Generación esponja. Preludio de la soberana idiotez

Lo he estado pensando, creo que sé algo más sobre esa generación con la que no tengo o he tenido realmente un verdadero contacto o convivencia personal. Hasta ahora siempre había aceptado el término generación de cristal, pero creo que la generación que se está educando a partir de nuestras redes sociales no se puede llamar de esa manera.

El feminismo hegemónico no ha creado jóvenes que se quejan por todo, no hay más que ver las entrevistas que se hacen por la calle: en realidad la juventud no ha cambiado tanto. Antes lo hegemónico era el punto de vista patriarcal, junto con la moralidad cínica del machismo; ahora lo que está de moda es ser políticamente correcto. Pero la gente no ha adoptado esa posición porque sea lo correcto, o esté reivindicando: la gente cínicamente a adoptado el rol de lo políticamente correcto.

Antes también habían personas que se quejaban por todo, y todo se denunciaba - y lo hacían desde las plataformas políticas apolíticas (sin un color político definido): los grupos de presión. Entonces se intentaba censurar según qué dibujos animados demasiado violentos, o se consideraba que había que usar un lenguaje inclusivo. Hoy día esas personas han ocupado las instituciones; como si fueran representativas. Sin embargo eso es un dogma: la democracia actual no es capaz de dar con lo representativo, sólo es capaz de difundir la propaganda mediante la prensa.

La generación no es de cristal porque no se siente afín a la clase política, pero se le ha enseñado que puede ser partícipe y que puede vigilar lo que sucede en la sociedad. Entonces encuentran mecanismos de participación en las manifestaciones o en las redes sociales; la participación efímera que necesitan para marcarse su fiesta personal, su forma de hacer "hate" en la sociedad.

Esta generación ha adoptado el rol de coger algo tan efímero como el machismo y lo ha convertido en el demonio a ritmo de reguetón. Se meten en una fiesta y, para cuando termina su juego, se cuelan en la siguiente. La consigna: "quiero volver borracha a casa" es ahora cuando ya se entiende - eso no es feminismo, no el que yo defendía cuando era veinteañero.

Poco a poco va sucediendo lo que nos avisó Simone de Beauvoir, y yo no paro de citarla y citarla, y volverla a citar. Creo que voy a tener que hacer algo para terminar de mencionar a este gran filósofo. Esta señora nos advirtió de que el feminismo radical le hacía el juego al patriarcado. Lo cual es obvio: de tanto repetir que todo es machista y, además, que es el demonio al final el término deja de ser coherente y deja de ser relevante - pierde su razón memética y se vuelve vacuo mientras se siga repitiendo.

Si el machismo pierde su sentido interno entonces el patriarcado se convierte en meros números. Por lo que no valdrá la pena luchar contra él: el neomachismo gana.

Esta generación lo ve todo, lo oye todo y está en todo: se ha endiosado y es la generación esponja. Quiere vivirlo todo y estar en todo, incluso pasar de todo como hace el dios cristiano. Están legitimados a todo ello porque esos son los valores que les hemos inculcado. Y es ahora cuando me doy cuenta de que no es una generación de cristal: se endiosa mucho y finge hacerse daño para luego romperse. En realidad creo que son irrompibles, creo que se divierten haciendo daño y haciéndose daño, son crueles... No he tenido el placer masoca de convivir con ellos, pero ahora poco a poco los voy comprendiendo.

Por eso es tan difícil mantener una conversación más o menos normal: porque absorven todo. Y si no se rompe su esquema de hegemonía de lo políticamente correcto al final ese esquema se adherirá a las últimas hordas feministas que queden y que sean auténticas. Podría ser la victoria absoluta de la misoginia.

Y se confirma: las feministas radicales que fueron advertidas por mí de que eso era algo que podría pasar no actúan por mezquindad, son cínicas que saben que su único dinero - lo que ganan, es a costa del movimiento. Son parásitos sociales, manipulan a las generaciones más jóvenes sin que se sepan víctimas. Las únicas personas que parecen reconocer la manipulación son los neomachistas primero, y luego algunos grupitos cuya contigencia sigo sin saber divisar del todo.

En una sociedad democrática, donde hay igualdad, la victoria de la misoginia es una ecuación simple: el estado marca los dictámenes de la moralidad. Así hasta que voten a partidos manifiéstamente misóginos. Pero, en cualquier caso, se trata de someterse a la tecnocracia en los asuntos donde el Pueblo debería tener opinión.

Cuando cocinas algo así al fuego lento de dos generaciones el resultado es idiocracia.

Y tenemos evidencias: cada vez que configuro el navegador, o el sistema operativo, automáticamente aparece una actualización que me desconfigura todo ¿Por qué ocurre? Porque nadie se queja, o porque le añaden una funcionalidad que nadie usa. En cualquier caso, se trata de un signo de completa idiotez. 

No es coña.


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