miércoles, 20 de enero de 2021

Ansiedad infantil

Es horrible tener esta clase de sensaciones: la idea de que tienes el poder de cambiar las cosas y, al mismo tiempo, el pleno conocimiento de que te es imposible adivinar qué se supone que debes hacer. Cuando matas al joven y todos sus sueños siempre te queda la percepción más infantil y su capacidad para evocar sus intenciones.

Poco importan los proyectos cuando no hay sociedad a la que pertenecer, el joven quería formar parte de colectivos, constituirlos..., pero el niño lo que quiere es terminar su proyecto de vida más individual. Al fin y al cabo no hay destino en los viajes, ni futuro con quien compartirlo cuando éste es un desconocido. El joven ha muerto, el nido se ha volatilizado, las ramas y otras pajas se difuminan y sólo queda encontrar el nicho en el que te tocará terminar tus días.

Pero incluso con esa disposición ahora tienes toda una experiencia, observas jóvenes dándose de hostias bien limpias mientras intentan hacerte daño. Algunos de esos jóvenes tienen más estudios que tú - en cierta manera, otros incluso son más viejos y han viajado más que tú. Pero mantienen un espíritu joven que les invita a crear proyectos de constitución de colectivos, de cambiar el mundo. Luego te miran y piensan que eres un perdedor. Ya morirá el joven que tienen en este mundo. Mientras tanto, yo les daré todo mi apoyo, evitando recordarles cuál es su verdadera posición - porque no lo entenderán. No saben que no saben, al menos muchos de ellos.

Es fácil plantearse la posición de ventaja en la que uno se encuentra: pero se genera una triste ansiedad infantil. Cada día que pasa es como si se acercara el día del juicio final y no veo la manera de justificar el pan que me tenga que llevar a la boca. Acabar mis días en la indigencia - ¡es tan agobiante!

Pero está ahí: tener la sensación de que puedo hacer realidad cualquier fórmula, o casi. Ser capaz de programar quizá cualquier cosa; al menos saber presupuestar tal proyecto para darle buena terminación. Y, desde el acceso que tengo, tener la sensación de que podría constituirme con el perfil profesional que quisiera. Sabiendo que cualquier y ningún perfil te ofrece todo o te garantiza absolutamente nada. 

La inseguridad jurídica que ofrece un estado que sólo es garantista con las redes clientelares de los políticos es algo que te congela los instintos patrióticos. Y es cuando entiendes a los que se van a Andorra. Aunque en mi caso no será porque gane mucho dinero, o algo de dinero... Sin ganar dinero entiendo a los que se marchan de España.

Pero cualquier país es garante de todo y de nada. Es la misma ansiedad. No cambia nada, sólo perder el tiempo y costearme movimientos.


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