El color "beige" es como un blanco marrano, o con un peculiar brillo mate. El principal problema de algunos humoristas es que no saben distinguir entre el humor blanco y el humor veis.
Hay quien dice: "esto es sólo humor", y se equivocan - se trata de una opinión con tintes jocosos, pero el humor es otra cosa. Yo, al menos en mi opinión, entiendo el humor como un entretenimiento para terceros; es decir: un tipo de espectáculo. El arte escénico, así como las distintas formas de arte literario, acústico, etc..., supuestamente está dirigido hacia un público y, por tanto, tiene por objeto entretener.
Pero las opiniones no tienen por objeto entretener. Las opiniones son un mecanismos de exposición al gran público - el objeto es valorar una información que se tiene en común. La diferencia entre entretener y valorar datos puede ser crucial; porque el amarillismo consiste en confundir los objetivos.
Basura es venderte un caramelo de fresa en un envoltorio de menta. Amarillismo es venderte una noticia que no es más que puro entretenimiento. Humor cochino es el humor que esperas y la opinión que te hacen tragar.
En España se ha estado dando una proliferación de humor veis: ese humor donde aparece un sketch y los artistas escenifican unos acontecimientos. Sin embargo tales acontecimientos están plagados de mensajes interpretativos de la realidad - se trata de mecanismos de difamación encubiertos.
Bien es posible quemar a los políticos en unas fallas, que entendemos que es lo habitual. Así como representarlos cagando - lo difamatorio sería una forma de discriminación al determinar que alguno no tenga representación de esa guisa. Obviamente, el humor veis es otra cosa - el enmarranamiento del arte va por otros tiros.
Cuando observas un verdadero humor blanco observas figuras que sí existen pero que hacen algo completamente absurdo de pensar que vayan a hacer. O cuando observas figuras que existieron haciendo cosas actuales. Asímismo, también hablaríamos de figuras imaginarias que hacen cosas muy posiblemente reales. Nada de eso enmarrana las formas artísticas.
En estos planteamientos deónticos es obligado el mencionar las canciones paródicas, o roasts..., cuando una persona se encara contra otra para ponerla a parir no vemos humor blanco, pero tampoco es veis: es un humor negro - pero suele ser un humor confrontado y, en cuanto deportivo, adquiere un significado. El sentido que tiene el humor negro no es informativo, ni de opinión; se puede enmarranar cuando se mezcla el propio encaramiento con una exposición de "pruebas" objetivas que certifiquen las "acusaciones". Insisto, cuando se mezclan los objetivos se enmarrana la situación.
La falta de deportividad es algo que se puede estudiar en los encaramientos, pero en las parodias la relación es más indirecta: no tenemos a la víctima de las acusaciones delante. Las canciones parodia suelen ser humor blanco, pues ficcionan situaciones llevándolas a extremos imaginarios, para caricaturizar comportamientos. Sin embargo, con el riesgo de que la caricatura en plan humor negro pueda volverse marrana hay que evitar la exposición de pruebas de tales acusaciones: una parodia no es un juicio, es una mera exposición de lo sorprendente de algunos comportamientos o noticias.
Las personas que, obviamente, menos pueden quejarse de ser parodiadas son aquellas que ostentan un cargo público. En este sentido, la indignación que puede producir al Pueblo su comportamiento debe de poder trasgedirse mediante parodias u otras expresiones artísticas. Es algo que nos pide el cuerpo y que, hoy día, he sido capaz de comprenderlo mediante fórmulas que afectan al mundo de la filología desde los automatismos y que entran en justificación con estados alterados en el comportamiento de la psique humana.
Ultimamente he estado perfilando más y más mis conocimientos sobre la programación del lenguaje natural, y he percibido la idea de pedagogía y frivolidad en el cuerpo humano. He comprendido de manera supina el origen del pensamiento a través del razonamiento - y el pensamiento que le trasciende. Veo que el razonamiento, efectivamente, es el montaje de una historia y que, a medida que se analiza, observamos párrafos, luego sentencias, luego palabras... Y esas palabras deberán estar ligadas con experiencias, pero las experiencias son resultado de la síntesis - de lo que se percibe. El cuerpo humano se monta historias y las liga con sus experiencias: se trata de un sesgo cognitivo, y de ahí nace nuestro razonamiento. Los informáticos lo estamos diseñando mal.
Sé muy bien cómo funciona el análisis morfológico según la informática, y no tiene nada que ver con lo que tengo desarrollado. El problema está de por sí en el propio análisis de las formas que tienen las propias palabras.
De la misma manera que una persona cambia su tono de voz en los idiomas monotonales para ser más pedagógica lo que nace siendo humor puede ir incorporando un enmarranamiento..., algo que una máquina aún no es capaz de percibir, por un lado porque las fórmulas normalizan al 1 y no al 2, y por otro lado porque ni los propios artistas suelen tener la costumbre de ser conscientes cuándo su propia obra es adoctrinante.
Esto me recuerda cuando tuve un conflicto con un compañero en un curso del paro. Ese conflicto lo tuve exclusivamente con él, pero al día siguiente todos sus compañeros ya me estaban intentando dar lecciones de civismo. Pero claro, como eran conscientes de que no tenían legitimidad para juzgar sin haber sido testigos de ninguno de los hechos que daban por ciertos entonces lo que hacían era enmarranar sus mensajes, sus indirectas..., podían ser las miradas, los comentarios... Podían decir que se dirigían a todos sin mirar a nadie cuando, poco a poco, acababan dirigiéndose más y más a por el mismo (a mí). Recuerdo que cuando pasó me reservé el derecho de reclamar el silencio que yo les otorgué a ellos, y les hice pasar una enorme vergüenza por no haber tenido la capacidad para ser sinceros consigo mismos - por haber hecho prevalecer la historia que les contó su amigo sin espíritu crítico de contradicción.
El enmarranamiento de la información se ve habitualmente en la escuela pública. Observamos profesores mezclar tocino con velocidad: tienen una programación pero, de vez en cuando, introducen algún dogma que la ciencia no ha confirmado. Y, claro, ¿qué importa? Puede que importe, y mucho: porque queremos que los alumnos aprendan a pensar por sí mismos, no que los funcionarios le enmarranen la mente y aprendan a agachar la cabeza para que no sean linchados socialmente. Y es que, efectivamente, el linchamiento social es el día a día en la mayoría de los centros de educación primaria por parte de esos señores a los que les pagamos para que los niños tengan una educación plena.
Pues bien, cuando a una persona se le lincha su comportamiento se vuelve más dócil (en general) y tiende a ser linchada en el futuro por otras personas que suelen gustar linchar. Es por ello que el mensaje que hay que usar es el que se observa en la película de Clint Eastwood, con la Jolie, "El intercambio": las peleas debes terminarlas, no hay que dar concesiones. O lo que se percibe en "V de Vendetta", lo que dice Valerie: el centímetro que te reservas es lo que marca la diferencia. Es lo que necesita el ser para defender su individualidad - que es la lectura más pura e inconcedible que puede tener el ser humano y que ningún puto funcionario tiene derecho a arrebar.
La pedagogía puede enmarranarse, como cualquier servicio público. La socialdemocracia no contempla la posibilidad de que el funcionario sea corrupto - por ello plantea la creación de cargos vitalicios, fomenta el sistema vertedero donde se rotan los cargos y no pierden el puesto de trabajo..., se funciona como en los campos de concentración nazis. Todas las socialdemocracias sucumben a la dictadura a la larga - por eso Hitler acaba siendo mencionado tan fácilmente en las conversaciones donde se debe estudiar con rigor las palabras.
Lo cual me recuerda la última conversación que tuve con los hacktivistas antes de que cerrara la puerta de un portazo: la licencia era "not to be radical", que en castellano significa no ser extremista - pues la palabra radical la usamos en castellano para ser rigurosos ("extreme" en inglés) con frases como las licencias. Si no somos muy rigurosos con la hermenéutica, la etimología, las intenciones de quienes aprobaron los términos..., entonces no podemos ser demócratas. Pero claro, ¿qué significa entonces ser "radical" en inglés y que no puede serlo jamás un hacktivista que se valga de ese software? Significa que ante situaciones imprevistas lo normal no debe pisotear al disidente, ni al diferente: eso es de extremistas. La disidencia y la pluralidad, la contradicción y la multiplicidad de ideas deben ir siempre fluyendo...
Cuando un señor nos dice cómo debemos pensar lo que está haciendo es enmarranar su posición y su opinión.
Por eso abandoné a los hacktivistas catalanes..., a mi juicio rigurosamente no aplicaban la licencia.
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Cuando disponemos de una máxima que nos dice cómo debemos actuar lo primero y más importante es comprender lo que significa..., lo que significa la palabra máxima. La máxima que afecta al código deóntico aún es posible que no tenga formato de ley - puede que sea una descripción inapelable, que se da en todos los casos. Puede que se trate de un principio que se cumple y define al objeto en cuestión y que esta declaración sea fundamental para comprender algunos preceptos posteriores.
Ése es el principal valor de las máximas: que sean el soporte de afirmaciones posteriores, como la causa de aquello que le damos valor.
Las máximas para Aristóteles bien pudieron tener un carácter más material, porque la lógica artistotélica era una lógica donde el experto era participante de las conclusiones gracias a su conocimiento de las leyes naturales. Pero desde 1950 tenemos una lógica freguiana, donde las operaciones lógicas funcionan como una notación matemática con diseños autónomos que llegan a conclusiones perfectas. Es por ello que el filósofo puede llenar de premisas la entrada de la maquinaria lógica pero no podrá cuestionar las conclusiones lógicas a la que llegue esa maquinaria para cuando termine de cumplimentar su salida.
Hoy día, desde la experiencia de la computación, soy consciente de que la idea de lo que es una máxima seguirá siendo conflictivo, como lo es el papel de la propia lógica: ¿un experto en lógica objetivo como el moderno, o uno más participativo como el aristotélico? Existiendo como existe la estadística aún puede ignorarse el trabajo de algunas ciencias naturales, pero las correlaciones no son tan fáciles de aislar.
El enmarranamiento la lógica con sesgos es difícil de denunciar, porque los sesgos cognitivos están involucrados con el propio pensamiento humano. Un sesgo cognitivo no funciona como un teorema de la lógica, sino como un postulado previo a la hora de confeccionar las premisas o interpretar las conclusiones lógicas o estadísticas.
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En definitiva, una máquina es posible que pueda comprender y calcular el humor. Con ciertas variaciones puede darle toques de humor a lo que dice, ser más pedagógica, dar ciertos tonos irónicos..., pero tan pronto como sea capaz aún no tenemos unas directrices internas que nos digan cuándo la historia ha pasado de ser una historia de superación y despertar a una historia de mezquindad y sometimiento.
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