lunes, 19 de octubre de 2020

La guerra es la ética del desentendimiento

Dos grandes frentes enfrentados. Como dos grandes familias, cada cual se vale del lenguaje para afrontar los mismos problemas desde perspectivas diferentes. Dos grandes gurús que no consiguieron entenderse y, de ahí, dos grandes facciones que sucumben al extremismo para defender lo que creen que es Justo. 

A medida que una sociedad avanza aparecen nuevas reflexiones, además de nuevos retos. No es lo mismo la política que hay que seguir para organizar a una tribu que la política que hay que adoptar para dirigir un país. La política que se rija por una doctrina igualitaria debe comprender la defensa del más débil como fundamento primero de sus preceptos. La política en un estado de derecho democrático debe desvincularse de la definición de "búsqueda del poder".

Las minorías deben ser defendidas dentro de leyes que recuerden a una ley natural en el ser humano. Es por ello que aparecen fórmulas, mejor o peor explicadas, que intenten evidenciar por dónde aparece esa ley natural - para que haya un consenso, a su misma vez, natural y así evitar conflictos.

Ése, a mi juicio, fue el papel del Pacto Social: el contrato que tiene cada individuo por separado con el colectivo al que pertenece si, al mismo tiempo, espera que sea el colectivo el que se encargue de velar por la garantía de una ley natural que un individual no sería capaz de llevar a cabo.

Esta manera de pensar, francamente, no me parece una ideología y, al mismo tiempo, es a lo que llamo socialismo.

--

Siempre que hay un fuerte desentendimiento creo divisar dos grandes influenciadores, sin embargo uno es el filósofo y el otro es el tóxico. Y, en el caso de Rousseau, si bien no tuvo un famoso opositor, es bien sabido que Marx quiso rescatar su doctrina para criticar el programa de Goethe de su partido socialista y, a raíz de ahí, parece que fue donde emergió el verdadero discurso - de donde debe dilucidarse dónde nació la toxicidad ¿Fue Marx el tóxico o lo fue su detractor liberal Mises? Y, claro, para mayor simplicidad he decidido centrarme en ese debate virtual - considerando que varios posts atrás ofrecí una guerra entre Marx y Proudon, dando a entender que el mutualismo no era la respuesta, ahora toca hablar del liberalismo austríaco.

Mucho se ha hablado de la escuela liberal británica, como si eso tuviera sentido. La corona británica era de las primeras en promulgar OPA's propias de su época convertidas en patentes de corso contra países extranjeros; es decir, el liberalismo británico siempre fue nacional y conservador. Quizá yo, al no ser historiador, erre en algunos de estos planteamientos, pero creo que no diste demasiado de la realidad.

Cuando observamos las críticas que se le hicieron a Marx ésto fue debido a que fue el primero que promulgó unos principios socialistas estableciendo qué no era socialismo y, al mismo tiempo, dando a entender que el comunismo (el programa político íntegramente socialista) tarde o temprano emergería en contradicción al interés burgués. Al final, como todos sabemos, el primer programa político que emergió, y con revolución y todo, provino del movimiento burgués. Y eso es objeto de estudio por si hay que depurar conceptos.

Un tipo de tan autobombo como yo podría explicar, a toro pasado, cuáles fueron los errores y cómo debieron haberse hecho las cosas para que el comunismo marxista original hubiera prevalecido por encima de dogmas e imposiciones no científicas, pero ése no será el objeto de esta entrada.

Cuando Mises pretendió entrar a saco contra el comunismo fue a criticar el socialismo directamente como algo inviable, como si naciera muerto. De hecho, entendió que su exposición era suficientemente razonada - para así prodigar una y otra vez a favor del uso de la razón. Repitiendo una y otra vez que son los otros los que insultan y él, aladid de la portavocía de la ciencia, el que usaba argumentos. Bien, ¿cómo decía esa frase? ¿Dime de qué alardeas y te diré de qué careces? Por mucho que leo en Mises todo apunta a eso mismo.

Para empezar tocaremos la supuesta inviabilidad del socialismo como sistema económico: entendemos que el estado supuestamente no puede ponerle precio a los productos en virtud de su necesidad y que tales precios no sean objeto de especulación. Bien podría poner como contraejemplo Cuba, pero es bien sabido que cuando un contraejemplo es demasiado bueno los marines y voceros se encargan del resto... Así que expondré una paradoja:

Cuando era un adolescente un profesor muy de derechas nos explicaba cómo funcionaban las grandes empresas. Entonces nos comentó que había una cosa que no les permitía hacer a las grandes compañías de EEUU: si la compañía era demasiado grande podría tener, por ejemplo, tres pequeñas "factories" (F1, F2, F3) y, pongamos por caso, F1 podría ser cliente de F2, F2 cliente de F3 y F3 cliente de F1. Pues bien, este tipo de ciclos eran perseguidos en EEUU, así nos lo contaba en clase este profesor. Ante la duda de porqué el estado prohibía a las empresas a desarrollarse internamente como quieran la respuesta fue: "porque se dieron cuenta de que no podía ser".

Efectivamente, "no podía ser" ¿Qué pasa cuando hay varias empresas que se entienden cíclicamente entre sí? Pues que se pueden enviar la manufactura las unas a las otras pactando un mínimo precio y, contra ese tipo de pacto, no podrían (salvo que ofrezcan productos exclusivos) competir las "factories" de otras compañías. Bien pensado, si esas grandes empresas (que facturaban tanto dinero como un país entero), contenían los suficientes sectores estratégicos entonces estaríamos hablando de PAÍSES. Es decir, de países que, internamente, no se rigen por el libremercado: estaríamos diciendo que en países supuestamente capitalistas emergerían países (llamados Cocacola, Nestlé, etc) regidos por entidades jurídicas propias (factories) que tendrían relaciones comunistas.

Y claro, ¿no decían los señores que el socialismo no emergerá por sí mismo? ¿Por qué tienen que prohibir el crecimiento natural y completamente egoísta de una empresa? Su factorización, que sería la moneda (deuda) de esas empresas, no sería objeto de especulación entre ellas y, por tanto, no habría oferta y demanda entre esas empresas; sólo habría una aplicación directa a un "plan maestro de la producción" - o como quiera que se llame la última versión del algoritmo de planificación de recursos.

Traducido en cristiano: los economistas saben que el comunismo es perfectamente viable. No es cierto que haya nacido muerto porque las propias empresas podrían adueñarse de todos sus activos para que no haya tensión entre sus partes. De hecho, es lo que se hace siempre. 

Contra este modelo de empresa tenemos las franquicias; éstas sí se atienen al modelo liberal íntegramente: porque sus factories son llevadas por los franquiciados que, a su misma vez, compiten entre ellos. Ahora bien, nótese que no todas las empresas son franquicias; planificar la economía es natural en una empresa con la misma facturación que un país. Por tanto, el comunismo es perfectamente viable.

--

Aún así, hemos observado cómo en EEUU se prohiben tales prácticas. En Japón, sin embargo, como son capitalistas por fuera y comunistas por dentro no tienen ese problema - y su legislación es completamente diferente.

Pero hay algo que debe llamar la atención: ¿por qué ningún país en toda la historia fue capaz de arrancar la economía de un país de manera liberal? ¿Por qué, como acabamos de ver con EEUU, debe el país tomar partido y evitar que las empresas sean un ejemplo de cómo funciona el comunismo? La respuesta más simple es, en ocasiones, la más sensata: porque el liberalismo austríaco es pura demencia. Lo natural en la ciencia es pretender planificar y hoy día, con la informática, somos capaces de planificar más y mejor - hasta el punto de no necesitar ni tanto papeleo ni tanta gente. Es decir: es posible que el comunismo se adelantara a su tiempo, que faltara por descubrir conceptos como la revolución industrial japonesa, la calidad total, los estándares y, por ende, la ingeniería informática. Todo eso antes de reinventar la dirección de la producción, sin darles retoques ideológicos.

¿Quién dice que no se pueden planificar los recursos cuando tenemos modelos mareantemente absurdos que regulan el mercado financiero muy por encima del entendimiento humano, controlados por máquinas, que nos rigen las agendas y nuestras crisis financieras?

Por tanto, como conclusión, el socialismo observamos que tiene como cuatro jinetes por donde acabará por resurgir cual Ave Fénix:

1) El crecimiento natural de las macroempresas, traducido en la creación de cooperativas internas, economatos y sistemas poblacionales autóctonos. En una economía global donde venza el neoliberalismo a las fronteras marcadas por la soberanía los países del futuro serán las empresas y, además, la mitad serán comunistas.

2) El descontento de la estancación producida por la superpoblación y la trinidad imposible. El no querer reconocer la existencia de una moneda local que proteja los intereses de la soberanía del país frente a los percances financieros extranjeros provocará que el país tenga aumento de paro independientemente de la subida de impuestos y, de ahí, al remate de Keyness. Dos monedas, una de cálculo especulativo y otra de cálculo local es la solución socialista que planteó Fidel Castro. En el fondo todos sabéis que es cierto, algún día lo admitiréis, él murió sabiendo que lo sabían.

3) La revolución de los disidentes si lo anterior se evita: ante el crecimiento de las minorías, al final, las minorías serán una mayoría heterodoxa con un enemigo común. Sólo falta que se den cuenta de que no tendrán trabajo, o de que éste no les dará solución a largo plazo. Así como que las empresas que creen serán minadas con leyes que le devuelva el protagonismo al Gobierno reinante: un estado coercitivo que pacte con las macroempresas con un sistema de partidos y tenga controlados a la prole con ayudas en falso.

4) Si lo anterior falla, el último caballito del apocalipsis es el más mágico de todos. Al demostrarse que el estado es especulativo y que lo público está lleno de sinsentidos, la corrupción será el único lenguaje asociado con la política. Con el cambio generacional la abstención o los partidos anti-stablishment aparecerán generando rupturas en el sistema que abrirá brechas para cualquiera de los otros tres caballitos.

--

A mí, personalmente, me da igual formar parte de una empresa llamada "Walt Disney" si ello me posibilita vivir bajo unos preceptos socialistas; si puedo desarrollarme y permitir que cualquiera se desarrolle.

En cualquier caso, ya hemos visto grandes movimientos que han demostrado que la propiedad privada no es imprescindible para evitar actos violentos. De hecho, la existencia de la propiedad es lo que induce al conflicto: la creencia de Mises es directamente tóxica. Quizá debamos aprender qué fue lo que le hizo tan influyente a sujetos como Osho, y qué fue lo que provocó su declive.





No hay comentarios:

Publicar un comentario

Tierra: Día 19/07/24 punto de inflexión

Ayer se produjo el punto de inflexión a escala mundial. Dependiendo de lo que hagan y no hagan los gobiernos tras lo sucedido ayer las dos c...

Entradas populares