viernes, 26 de junio de 2020

Desear el desentendimiento

Hace poco se me ha planteado formar parte de un ensayo, debido a mis aportaciones al mismo. La verdad es que ahora que he vivido el desengaño se me han envejecido mis inquietudes y mis ganas de publicar mis resultados. El reconocimiento me sabe como a poco, o eso me parece.

Años atrás me emocionaba con esas películas en las que el científico obtenía su merecido reconocimiento. Era algo que necesitaba ver; porque era signo de madurez en la sociedad, hacer acopio de las espectativas - obrar con fe.

Pero las masas están perdiendo su ilusión y sus ganas de defender la meritocracia; su exigencia en las instituciones. Poco a poco ha habido un crecimiento en el desentendimiento de lo que la gente espera de las instituciones públicas y lo que acaban ofreciendo. Porque sabemos que el servicio que ponen a nuestra disposición no es vigilado por ningún concurso, pero tampoco vigilado por ninguna clase de auditoría que pueda velar por la calidad de los servicios prestados a la ciudadanía.

Así que aparecen dos términos: uno nacido posiblemente en España y otro posiblemente en Francia. Se valían de términos conocidos muchos años atrás por otros filósofos, pero las corrientes principales nacieron posiblemente de allí.

El liberalismo de 1812, promulgando una República para aprovechar la invasión francesa; ésa sería una idea. La otra idea sería el socialismo presentado por Rousseau. Son los dos grandes conceptos que movieron a enormes contingentes, porque defendían ideas que no eran ninguna utopía sino fórmulas que resolvían un pesar en las masas.

El liberalismo puedo redefinirlo como el movimiento que rechaza el monopolio del estado a la hora de resolver los problemas, y antepone la importancia del individuo y su manera de organizarse. El liberalismo español decretaba que la nación española no podía ser heredada por nadie y, por otro lado, defendía una tributación, la llamada a armas en nombre de la patria, así como la religión católica como la asociada a la nación española.

Es decir, el nacimiento del liberalismo estaba plagado de un conservadurismo y defensa del estado que no parecía obedecer a las ideas de los liberales que andaban por las calles, sujetos como "el empecinado" que se desentendió de las leyes escritas y se dedicó a luchar contra los franceses. Se hace muy complicado analizar aquella época y, por tanto, si el liberalismo nació o no raptado por el conservadurismo de la época.

Por otro lado, el socialismo de Rousseau sí tenía visos de estar mejor definido: se llama socialista aquél que antepone la necesidad de un pacto social, quien establece la vigilancia de los actos del gobierno en virtud de lo pactado por cada individuo.

Es decir, socialismo con mi definición es a liberalismo lo que gobierno es a estado. Así, considerando que el estado es un órgano que se define por ejercer el monopolio de la fuerza, el liberal pretenderá resolverse mediante su propia empresa al margen de las leyes del estado. Y si el gobierno es el ejercicio del poder ejecutivo, el socialista pretenderá ejercitar la asamblea para constituir un poder representativo de los problemas de los ciudadanos.

El liberal se centra en la relación de la democracia con el individuo y el socialista se centra en la relación de la democracia con el colectivo. Es decir: liberalismo y socialismo son dos formas de llamar al poder legítimo del Pueblo. Hasta el punto de que, tal como veo las cosas, eliminar el liberalismo o el socialismo supondrá una merma de la calidad democrática en el país.

Visto así bien podría pensar alguien que la solución es "algo intermedio". Como la socialdemocracia. Y ésta es una solución simplista: la socialdemocracia defiende el monopolio del estado y la imposición de los partidos políticos al control del gobierno. Es decir: socialdemocracia es exactamente lo peor que se podría escoger, porque es directamente contrario al socialismo y directamente contrario al liberalismo.

Sin embargo, es más fácil de venderse una filosofía de sociedad que tiene como objeto manejarse con un sistema propagandístico. La propaganda de la socialdemocracia se consigue creando falsos debates: como votar a un partido o a otro. Y, por otro lado, eliminando de la educación palabras que sean importantes: como la diferencia entre gobierno y estado.

Desean que nos desentendamos de los conceptos que permitan organizarnos como Pueblo y así evitar que se pueda reconstruir una idea de democracia (como lo fue la griega) pero moderna.

¿Y quiénes desean el desentendimiento? Pues obviamente los que mercadean con los conceptos políticos para provocar el desengaño, la mentira al votante, la traición...

Es bastante simple cuando lo observamos: nos hemos metido en una jaula para canarios. Cantamos, chillamos..., poco importa, nuestros carceleros no distinguen nuestra manera de trinar. No hasta que vean peligradas sus instituciones - entonces es cuando aparecerá de nuevo la violencia y su monopolio.

Originalmente los conservadores vieron en el liberalismo una respuesta a sus planteamientos orgánicos, a la consolidación del sistema tal como estuviera concebido. Mientras que los progresistas observaron en el socialismo una oportunidad de cambiar el gobierno y replantear la moralidad de los colectivos. Así que el debate se fue enmarranando en base a los que podían gritar más fuerte: los extremistas. De ahí que prevaleciera esa bipolaridad cuando lo natural sería el entendimiento de las dos grandes áreas.

El hecho de que ambas partes poseen verdades trascendentes provoca que la apariencia de debate deba mantenerse entre las dos grandes facciones; sin embargo el único origen del debate reside en que nadie es poseedor de ninguna verdad absoluta. Así que la socialdemocracia hace creer que la propaganda partidista aviva el debate, cuando en realidad lo entorpece y lo oculta.

Pensar que una asamblea de ciudadanos, o legisladores, pudieran acordar unas normas que deban ser objeto de interpretación por unos magistrados, sometidos a la jurisprudencia y a órganos que sancionen sus decisiones, suena demasiado poco conveniente para aquellos que se han preocupado de escribir por los demás lo que debemos definir por liberalismo y por socialismo.

Stalin ya se preocupó de definir el socialismo de alguna manera. Pero sus escritos ya lo delatan como un completo chovinista, un amante de tradiciones absurdas y, por supuesto, un defensor acérrimo del estado y los dictados del gobierno. Cualquier parecido con el comunismo es pura ficción: Stalin era tan socialdemócrata como Hitler o Mussolini, aunque se tuvieran tirria.

De la misma manera, ¿cómo van a permitir las grandes corporaciones que el liberalismo sea definido por cualquier empresario? Inherente al liberalismo son las palabras de Ayn Rand cuando criticaba a EEUU como un nido de megacorporaciones que someten a la pequeña empresa mediante sus peligrosos oligopolios: el liberalismo establece el monopolio de la vigilancia por parte del estado de que haya una competencia deportiva. Es decir, el anarcoliberalismo es algo que jamás defenderían ni los propios anarcoliberalistas - salvo los que quieran abogar por los más fuertes.

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Y aquí me encuentro yo, escribiendo para evitar hablar solo. Redescubriendo lo conveniente que es el premio Princesa de Asturias al dárselo a una institución sospechosa - pero que sí nos consta de que ha salvado miles o millones de vidas. El precio de nuestras vidas..., es como el precio por usar Microsoft, lo vemos a posteriori. Por sus obras lo reconoceréis.

Pero claro, ¿por qué el premio es tan conveniente? Pues porque Bill Gates representa con sus asociaciones el falso debate, el seguir apoyando a los oligopolios y el machacar a las pequeñas empresas sólo para hacer que el más rico sea más rico aún. Todo por un ansia de ser el más poderoso, de tener sensación de control. Un control que no necesita nadie, y que deslegitima a quien lo busca.

Los que sabemos lo que es el Deep Microsoft, lo que costó construirlo, el montaje de fingir que no existe..., todo eso opera contra principios sociales y liberales. Es incluso peor que las actividades de la banca - pero parece que me adelanto a nuestro tiempo, otra vez.

Defender a Bill Gates fue como cuando defendió a Stephen Cook..., consiste en dar una y otra vez un varapalo al portador del anillo: Galadriel sabía que si Frodo perecía entonces ella sería destruida por los orcos, pero si Frodo triunfaba y destruía el anillo entonces ella perdería todo su poder dependiente del anillo.

El rey Felipe opera contra el heraldo de su destrucción. Ni triunfo ni fracaso para los portadores del anillo. Y así podrá mantener la corona y la socialdemocracia.

En cuanto consiga que las mafias se instalen en su bella España el empudrecimiento le irá consumiendo a su propia hija: ése es su legado, el no querer destruir el anillo de la socialdemocracia. Pero claro, si se destruye el anillo, será cuestión de tiempo antes de que las asambleas se planteen el reinado de Felipe como no imprescindible.

Por eso desean el desentendimiento, para prolongar la historia lo máximo posible.

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