Quieren dar sensación de que se ofenden

Me pregunto qué clase de vida es esa en la que se busca la manera de sentirse ofendidos por cada cosa que ocurra. La verdad es que hay motivos para manifestarse, pero no con los de derechas, sino contra toda la clase política.



Cuando la derecha tiene motivos para manifestarse de manera conjunta es porque la izquierda ha cometido alguna clase de error grave. Y así lo pienso: de una manera o de otra han empezado a discutir sobre temas que no les interesa a nadie. Pero para darle bombo, van a tener que introducir una enorme gama de insultos y remiendos.

Hace tiempo que ya no veo la tele, ni a penas leo prensa. Las cosas como son: si lo que conozco está tan adulterado, entonces qué debo pensar sobre lo que me cuentan cuando no sepa qué ha pasado. Por ejemplo, leo la noticia de que una persona ha metido a su pareja en el maletero de un coche en mitad de un parque público a plena luz del día tras una fuerte discusión. Lo primero que se me pasa por la mente es: ¿y no pudo ser ese psicópata un poquito más discreto?

La cosa es que no me encaja: ¿desde cuando los que delinquen son tan bastos y tan sinvergüenzas? ¿Es que quería que le atraparan? ¿Era un acto de poder ante los vecinos? Nada encaja, nada concuerda. Pero al periodista le da igual; tiene una noticia: un guardia civil rescata a la víctima tras perseguir tal coche y frustra el secuestro. Sí pero, ¿y lo que ha omitido el periodista? ¿No se les ha olvidado preguntarles a las autoridades algún detalle esclarecedor sobre la educación del detenido?

Esas cosas no interesan: ¿de dónde nace ese desparpajo y esa idea de que se puede actuar al margen de la ley? Lo vemos en el PP, no se cortan un pelo: tan pronto como les han pillado dopándose en las elecciones daban lecciones de democracia a Venezuela.

Y ahora tenemos en esta semanita absurda llena de sinsentidos la figura del relator: como si no hubiera suficientes absurdos en esta novela, ahora vamos a llamar a un funcionario para que nos redacte lo que quieren unos señores a los que pagamos para representar contingentes. Y no diré que es buena o mala idea, lo que pienso es que sobra gente..., a saber quién o quiénes sobran.

Pero yo vuelvo a lo mío..., en estos últimos días he podido profundizar en mis conocimientos sobre los arquetipos que conforman los ladrillos de los géneros literarios, así como, en el lado opuesto, me he estado documentando sobre las técnicas existentes para constituir una estructura de datos capaz de entender el lenguaje natural. Poco a poco la mente se me va a abriendo más y más, al mismo tiempo que veo que el mundo a mi alrededor se vuelve cada vez más y más loco.

Me gustaría pensar que una vez resuelta la estructura me la reconocerían, sin embargo las evidencias saltan a la vista: ya tengo estructuras evidentes que no son reconocidas ¿Qué se supone que tengo que hacer que sea aún más evidente? ¿Un traductor? Aunque lo hiciera pasaría desapercibido...

Crear un traductor exigiría pasar por la figura del relator: de una manera o de otra habrían dos frentes que tendrían que solaparse, una entrada en un idioma y una salida en el idioma contrario. Ese proceso de mediación lo tengo previsto con las estructuras y estrategias oportunas para evitar la indecibilidad y la intratabilidad. Se me erizan los pelos de solo pensarlo..., ¡es tan emocionante! Y no tengo con quien compartirlo.

Hace poco pude mejorar mis técnicas gracias a la venta de mis servicios como programador a la Facultad de Traducción e Interpretación de la Universidad de Murcia. Mi buen amigo me pidió ayuda y, al ofrecérsela, me obligó a vender mis servicios que, fácilmente, pude facturar debido a que soy autónomo. Luego pienso en esos otros servicios que sí intenté vender a tantos online y que no llegaron a puerto, cuando eran auténticas joyas..., ciertamente el capitalismo es una burda broma de mal gusto.

Puede que, con el tiempo, encuentre un hueco como investigador. O también es posible que algún ricachón malvado financie con sus intereses un proyecto que sea incompatible con mi futuro. Es un hecho: cuanto más se me machaca más loco veo que evoluciona el mundo. Pero al final acabará ocurriendo: cuando La India demuestre la viabilidad de la Renta Básica Universal será el final del dolar, porque EEUU no quiso olvidarse del petróleo cuando aún estaba a tiempo.

Mientras, la izquierda española sigue desbaratándose poco a poco..., ¿ley de violencia de género? ¿Por qué se defienden posturas acientíficas? Cada vez que la izquierda defendía dogmas chovinistas, años después se la bombardeaba por sus errores. Pasó como cuando el castrismo castigaba a homosexuales, lo hacía todo el mundo: era una tradición impuesta internacionalmente, pero el estigma se lo han llevado estos señores. La izquierda es incompatible con los dogmas: imponer la ideología de género por encima del pragmatismo es un acto de fuerte discriminación. Y tener que recordar discursos marxistas a estas alturas demuestra que en España la izquierda ha muerto.

Mientras se deshace como el azucar en un vaso de agua, tengo la oportunidad de observar que nadie por televisión defiende un discurso ausente de barbaridades inquisitoriales. No sé cómo me estoy volviendo tan esquisito, pero he descubierto entre los arquetipos una posible explicación de porqué se produce la secuencialidad de los mismos, y un mecanismo para calcular la adicción de un videojuego. Poco a poco todo empieza a cobrar un especial sentido, de manera mucho más consciente que como lo tenía hasta ahora determinado.

Mis álgebras van cobrando sentido. Pero escribir sobre esto supondría revolucionar las cosas mucho más allá de lo que tenía pensado con el álgebra de juguete que diseñé para lo que yo llamaba arcontes: tengo una teoría literaria casi completa. Con todos los géneros abordables, como cuando siendo joven hacía recomendaciones sobre cómo crear videojuegos de éxito. Pero ahora automatizado. O, al menos, en teoría.

Si redactara esa teoría no podría esperar que nadie me comprara el libro. Y tengo problemas más tangibles a la vista, la verdad. Problemas que siguen sin tener representación, ni relator en ningún Parlamento. Aquí mandan los que se ofenden.