Se me desboca la cabeza, me cabrean muchas cosas que veo, no puedo concentrarme..., otro gallo cantaría si al menos la realidad que viviera fuera agradecida. Me siento para trabajar, todo me resulta superfácil, pero nada está hecho - ni tampoco hay necesidad de hacerlo, porque no le interesa a nadie.
Ayer mismo encontré un curso gratuito ofrecido por Google que me interesaba, para fiscalizar conceptos. Y lo más gracioso es que aun después de ponerme de alta en ese curso todavía Google no se ha dado cuenta de que me he puesto de alta en ese curso..., todo un caos. Igual de caótico es el hecho de que ofrezca cosas y que la gente interesada solo pueda enterarse a través de terceros. Así como caótico suele ser el sistema de cursos, cuando le pone un cronómetro que es irreal y un insulto para los que confeccionan cursos, o los siguen - más que irreal, se trata de una clara estafa, pero es lo oficial (entiéndase que es el tiempo que tienes para descubrir dónde ésta y clickear el botón "siguiente" y así hackear el curso, el que no lo haga así no supera el curso).
El nivel de descontrol y caos es tal en el sistema de cursos gratuitos que, como pasaba en Datacamp y otros tantos, las preguntas para controlar si sabías o no se notaba que habían sido creadas por una IA o, peor aún, eran afirmaciones propagandísticas que en ningún momento fueron mencionadas en el curso. Así que si mi pretensión era fiscalizar mi conocimiento a través de la oficialidad de esos cursos en realidad va a ser exactamente al contrario: jamás recomendaría tales cursos a nadie, porque quedarían intoxicados.
¿Es posible que Google esté ofreciendo esos cursos para marear a la competencia?
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Acaba de ser investido Milei..., esto va a ser muy divertido: cuenta atrás para que el planeta se vuelva idiota. Parece que en Ucrania se están empezando a dar cuenta de que Zelenski no era una buena baza, se le está cayendo la careta a Biden. Netanyahu cada vez más aislado en la ONU, y la ONU se ve a sí misma sin poder representativo ante inminentes conflictos como lo que pueda pasar en Venezuela.
Todo es un completo caos, sin tomar en cuenta Taiwan que, si es arrasado por China, EEUU ni se inmutaría - tiene demasiados frentes abiertos. Frentes que son una derrota para el uso de su industria. Los conflictos, como ocurrió en la Alemania de Hitler, tienen por objeto financiar la economía del país: ése es el modelo de EEUU, si hubiera ganado el de la renta básica en el partido demócrata entonces la manera de afrontar el imperio del dolar habría sido muy diferente. Pero ganó un genocida a punto de palmarla que muy probablemente acabe antes con la economía de su propio país.
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Cuando un país como Argentina tiene que pagar con una carretilla de dinero un teléfono móvil lo que observamos es que ya estamos conociendo los primeros indicios de cómo funciona la idiocia. Lo ideal sería que esa persona fuera con una mochila de billetes y se lo llevara al banco nacional argentino para que se lo cambien por otra divisa - pero eso al parecer su siguiente presidente no lo va a hacer, allá cada cual con lo que tenga en su casa; aún no sé cuál es su plan, pero de algo estoy seguro: se hará desde un punto de vista macroeconómico, moviendo grandes fortunas y arrasando con las masas. Es la fórmula de las carretillas de billetes, lo que sabemos que no funciona.
¿Cómo acabar con la hiperinflacción? Aumentando la productividad combinado con una política de reparto deflacionario. Suena difícil, pero es fácil de entender cuando tienes la fórmula: renta básica áustera, homogeneización de los impuestos directos, que se pague más tasa impositiva cuanto mayor sea la renta y menos cuanto mayor sea el tamaño del ente jurídico (apadrinazgos o relaciones laborales)..., asegurar la educación, la sanidad, la seguridad y el sustento a cualquier ciudadano. Y fomentar los valores de la meritocracia dirigiendo las subvenciones a quienes obran rectamente frente a los que viven de la dependencia del estado.
Justo en los países donde llegaba la hiperinflacción fue donde había un sistema de castas, formas de esclavitud, una filosofía orientada al capital, subvenciones basadas en el nepotismo y los perdonavidas... Un caos. Y es una pena que las mayorías de todos los países no se den cuenta de hacia dónde nos abocamos.
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