domingo, 9 de julio de 2023

Los adelantados

Voy a descansar por un rato de lloriqueos continuos, teorías innovadoras (o no) o relatos y voy a tocar un poco de ontología - una de esas consideraciones que me sitúa inevitablemente lejos de los relativistas morales.

De vez en cuando suelo decir de alguien que se "está adelantando" o que es un "adelantado". El término completo, si alguien me exige que lo aclare, es "adelantado a su tiempo". El significado es fácil de comprender: en ocasiones las personas cometen un error propio de su propio tiempo, un error que afecta a su carácter innato, a una ley que les es natural: puede estar ligado con la desigualdad, la no asunción de responsabilidades, etc... Cuando una persona demuestra no cometer un error propio de sus coetáneos se convierte en un adelantado.

Bien querría alguien frivolizar e insinuar que lo que hoy es un adelanto mañana se refutará, que nadie puede asegurar lo contrario. El error que cometen los ultrarrelativistas es que no tienen conversación: no se valen de un juego de lenguaje que les permita construir afirmaciones susceptibles de ser verdaderas o falsas, imponen la dictadura de que todo sea relativo - con la inconsistencia que supone aseverar una afirmación tan extremadamente absolutista y si posibilidad de falsación alguna.

Una insinuación no puede estar a la altura de una afirmación refutable: existimos y percibimos unas cualidades que nos son inherentes, por lo que la duda puede emerger a partir de lo epistemiológico - tal vez desconozcamos los detalles de lo que nos es inherente, pero es innegable la existencia de una deóntica alrededor de cómo nos comportamos y que encaje con "nosotros".

Esa deóntica es la ética. Y la distinguiremos de la moral en la medida de que la moral es el comportamiento en sí, bajo una filosofía conexionista, mientras que la ética es un lenguaje lógico del mundo numeral que trasciende a la cultura y a lo material (la moral) y que se vincula con los postulados que definan a una persona - sean cuales sean tales postulados.

Un grave error podría ser creer que los eventos mentales están conectados con los eventos físicos, pues el mundo material, ¿qué tendrá que ver con lo cultural o lo numeral? Pero es una idea extendida que hoy día se mantiene, y de ahí la "magia" de la vida, la imposibilidad de que una máquina esté "viva" o sea "inteligente". Si nos damos cuenta, la gente espera de la inteligencia el vínculo existente entre los eventos mentales y físicos - por eso es tan misterioso, y les afecta a tantas personas. El error que cometió Donald Davidson explíticitamente, que podríamos llamar "el síndrome de Davidson", está muy generalizado - por no decir que es lo que más se lleva. La anomalía es no tener ese síndrome. Esa anomalía, para mí, es estar adelantado.

Y hay signos que nos indican cuándo una persona se está adelantando, precisamente porque está localizando el elefante en la habitación. Y prestar atención a las cosas a las que hay que prestar atención es también objetivo.

Se trata de un descubrimiento más: para un conjunto de postulados existe una infinitud de teoremas vinculados a estos, y estos teoremas se desarrollan en una suerte de álgebra que nadie dice que seamos capaces de abordar - pues su lenguaje si incorpora elementos de participación (cultural) y empíricos (material) entonces al desarrollar su coherencia nos daremos de bruces con el teorema de la incompletitud.

Han pasado 100 años y aún se sigue sin comprender ese teorema. Y quizá la culpa la tengan gente como yo, que nos hemos especializado en el mismo y, al mismo tiempo, hemos sido incapaces de difundirlo con inteligencia.

Por mi parte, ya hace varias entradas predije lo que ocurriría con chatGPT, entonces lo dije con el chatGPT2, y el creador de la máquina que ganó al Go lo predijiría antes que yo. Como suelo comentar, la singularidad de las máquinas los primeros en encontrarla son los propios programadores - ellos son los adelantados. Por eso, en cuanto empezamos a vivir esta nueva realidad me pareció muy del síndrome de Davidson lo que están haciendo los "filósofos": cómo se están enrocando, en vez de preguntarles a los programadores, a los matemáticos que saben cómo está todo esto hecho por dentro... De hecho, he llegado a ver a un experto en física teórica explicar de manera muy diáfana lo que le daba la real gana, para crear un magister dixit con respecto a un tema del que no tiene ni pajolera idea y que, al mismo tiempo, quiere limitar fuertemente...

Es decir, el síndrome que estamos viviendo alguna gran compañía lo acabará por destruir. Y eso es a golpe de tecnología: el necio dice "no se puede hacer X", entonces hacen X, luego dice "pues no se puede hacer X' ", y harán X'... Así hasta que se cansen de predecir de lo que se demuestra que no son capaces de predecir.

"Algunos dicen la ética solo tiene que ver con los hombres", el mismo argumento que usan para anular a los animalistas: ¿Hay falsación? ¿Hay interés en esta clase de "ética"? ¿Es ese el tema del que hablamos? NO. Es el síndrome de Davidson una y otra vez: "los toros en las corridas no sufren porque no son personas". Extraen a un grupo de individuos y en cuanto se abre un debate primero se meten en el debate y luego cierran la puerta de un portazo. A éstos los criticó expresamente Wittgenstein, de cómo adornan de filosofía lo que no es objeto de la filosofía al exponer una afirmación que no es un contingente en términos filosóficos ¡Vamos! Que si hemos venido a debatir suena curioso cómo algunos tienen los axiomas predispuestos y bien encajados y, al mismo tiempo, no están a la altura de resultados objetivos que van apareciendo a lo largo del tiempo..., como que los toros sí sufren como cualquier mamífero mezclado con sentimientos.

Los que se adelantan rejuvenecen el debate poniendo ideas que no se habían escuchado y molestan a los que estaban implantando una cátedra sin la posición civilizada de aquel que se cuestiona todo. El dogmático tiene problemas con el adelantado porque cuando le plantea cualquier contingente al que no tenga respuesta automáticamente se sentirá frustrado y proyectará su ira contra quien haya roto su cosmovisión que, para él, es lo único que funciona.

El dogmático es el terrorista de las letras. Cuando el adelantado es el golpista de las ideas. Hay que negociar con los golpistas para intentar entender cómo se conforma la realidad más coherente posible y así dar con el elefante en la habitación, pero también hay que sacar de la mesa del diálogo a cualquier clase de terrorista - pues lo único que quiere es enturbiar los temas de debate. A los terroristas hay que ponerles en la mesa de interrogatorios, o negociar por teléfono su rendición o calidad de detención. Cuando no se entienden estos conceptos se le da alas al terrorismo y se acallan a sus víctimas, que se convierten en parte en adelantados al ver las cosas desde un punto de vista que el resto no nos imaginamos.

Eso es debido a que los expertos tienen cuatro cualidades a reconocer: las intrínsecas (actitud 10%), las extrínsecas (aptitudes 40%) y las dos extraordinariamente buena y mala (20% cada una). Partiendo de un 60% de credibilidad que le damos a un experto le restamos la ausencia de aptitudes y sus pifias y les sumamos la buena actitud y su extraordinario reconocimiento. Este esquema es el sistema cinco estrellas, donde obtener el extraordonario reconocimiento te convierte en un experto especial, que solo podrías perder si lanzas joyas infumables.

Cuando formamos una mesa debemos preocuparnos de poner en ella a los verdaderos expertos, a los que realmente más sepan de un tema. Que por un lado no hayan demostrado no saber siendo expertos y, por otro, hayan dado muestras de saber exponerse bien y sin decir joyas. Y que a ser posible sean extraordinarios en su área, por premios o reconocimientos especiales obtenidos.

En esa mesa no cabe cualquiera solo porque haya estado toda una vida estudiando el aleteo de las mariposas. Adelantarse a su tiempo implica reconocer que la mesa puede cambiar de forma y que hay que reconocerle el trabajo a los más adecuados. Por eso, un primer debate para entender qué se entiende por singularidad es establecer qué se entiende por un experto en ese debate: quiénes no vienen con taras. Hay que establecer quiénes tienen capacidad para mantener una conversación. Porque sin conversación no será posible establecer el juego de lenguaje que permita fijar qué umbrales debe cumplir lo que descubrimos para establecer un criterio de falsación tal como lo habría definido Lákatos, el falsacionista.

Es decir: se crea un modelo de inferencia que es aplicable siempre y, si no se es capaz, entonces mejor callar. En cuanto que veamos que hay maneras de dar con casos donde no se aplicaría de ser falso tendríamos nuestra falsación, y así fijamos nuestro criterio de demarcación donde los que descubran tales modelos que persistan serán los adelantados a su tiempo.


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