Ayer y hoy han sido un relativo caos: cada relativo poco tiempo he estado perdiendo y recuperando Internet, con lo caro que es. Y es que las compañías se han sabido acostumbrar a la enorme pesadez de la justicia que, especialmente en España, es lenta y poco garantista.
Las grandes compañías no necesitan sobornar, lo que ocurre es que las inspecciones han sido otorgadas a cargos para que no vigilen a esas compañías - la falta de regulación lo que provoca es una enorme inseguridad. Y está más que comprobado que esas compañías acaban pagando fácilmente multas asumibles, porque son irrisorias, de leyes redactadas en los mismos despachos que la de sus propios abogados. Los políticos ya no redactan leyes, solo las confirman.
En esos tratos de financiación de partidos, y de apoyo a la socialdemocracia las compañías pueden actuar con casi una completa impunidad; digamos que, en cierta manera, no debe parecer demasiado obsceno. La socialdemocracia se fundamenta en las apariencias: debe parecer democracia, debe aparentar que todo funciona.
Sin embargo Internet se volverá a marchar, si llamo por teléfono tendré más problemas, si reclamo me ignoran o..., peor aún, me "castigan". Se burlan del consumidor con prácticas abusivas y que, en ocasiones, son directamente ilegales - según interpreto la ley vigente en este país. Leyes que, si algún día dan un mal paso y un inspector se convierte en un verso suelto..., podrían provocar con las multas el cierre de la compañía considerando que la suma de afectados representa una suma independiente, junto con el número de incidencias. Una aberración, en cuanto se piensa un poco. Y claro, quizá por eso lo hacen: porque sería aberrante aplicar la ley, amparar al usuario de manera justa..., mientras haya una apariencia de justicia, de democracia..., todo irá bien.
Debido a inclemencias varias, ese derecho que tengo a elegir otra compañía tampoco se me concede, y estoy amarrado a una empresa con una titularidad, un alquiler de servicio, otra compañía..., se ha creado un interbloqueo burocrático para que no pueda ejercer mis derechos liberales. En una democracia toda esta amalgama sería digna de una pedazo demanda a Jazztel y Movistar.
Mientras tanto solo puedo advertir a mis clientes sobre las prácticas abusivas de Jazztel por si me preguntan. Veré si consigo moverme y encuentro un hueco con alguna compañía que se vea capaz de pujar por cambiar la línea, su titularidad, etc...
Sea como fuere, los comportamientos que llevan a cabo las grandes compañías, en cuanto a que se confrontan contra la democracia, acaban abocados a la autoeliminación, la autodestrucción de todo. No hay nada más absurdo como conseguir que le den la razón a un mafioso para que tenga el control de las instituciones de un país, al final lo que consigue es hacerle daño hasta a su propia familia. Es una cuestión de lógica.
Pero eso es lo que es la idiocracia: cuando lo hegemónico es la ausencia de toda lógica. Cuando cada cual reivindica que actúa de la manera más inteligente, y lo único que consigue es olvidarse de las contingencias - las que son preludio de la aparición de la pobreza.
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