lunes, 8 de agosto de 2022

El genuino origen del lenguaje

¿Por qué escribe un escritor? ¿Acaso es para decirle algo a un lector imaginario, para tener una excusa de pretender contar de manera pedante una historia, para hacer alarde de ingenios en cuanto a mundos imaginarios o resoluciones válidas o para otra cosa mucho más trivial?

Ésta no sé si se va a convertir en la entrada más difícil de escribir para mí, debido al gran cúmulo de correspondencias y correlaciones a satisfacer.

Yo me imagino lo que podía significar para un león toda una serie de acontecimientos que le sucedían delante. Lo sé porque hace poco me puse a diseñar un juego que simulaba la mentalidad de un león. En fin, ya se puede uno suponer que cuando diseño un juego no es precisamente ni para jugarlo ni para no hacerlo... Este emulador te ponía en los ojos del león, en su ciclo vital, siendo traicionado por ser varón, necesitando valerse por sí mismo... Un ejemplo perfecto de cómo funciona el patriarcado, de cómo en el patriarcado la primera víctima es el varón, igual que es UN varón el primer beneficiado.

Pero me imagino qué vería un león cuando a lo lejos observara una gacela, luego más a la derecha otra gacela... Lo que hace el león es leer el paisaje, leer el entorno lleno de símbolos mientras codifica cada uno de ellos en su propia semiótica. El león necesita un tipo de lenguaje capaz de hacer inteligible el cúmulo de imágenes que aparecen en secuencia. Porque una secuencia es una cadena, y una cadena de símbolos conforma una palabra o frase. Todo buen león lo es por saber leer.

¿Lo habéis pillado? Se justifica de vez en cuando algunos juegos... Pero ya se verá que no es broma.

El asunto es que el homo sapiens tiene a diferencia del resto de los animales, incluido bonobos y chimpancés, una parte del cerebro frontal especialmente desarrollado - donde aparece el yo, supuestamente. Es decir, la manera que tiene una persona de abstraer su lenguaje es introduciéndole el yo a cada cosa: esto es un palo, ¿qué es ese palo para mí? Esto parece una piedra, ¿qué es esa piedra para mí? El existencialismo, la preocupación de para-alguien, marca la diferencia entre un lenguaje semiótico que usa cada objeto de una manera pragmática para convertirlo en un uso semiológico que genera en el objeto un estudio de la pragmática de su lenguaje. 

Dicho de otra manera, es el desarrollo del yo y su versión sobre todo lo que vemos lo que desarrolla la idea chomskiniana del lenguaje - no el haber nacido humanos necesariamente.

No es difícil imaginar cómo funciona el nacimiento del lenguaje cuando estudiamos mis aplicaciones sobre la adquisición: tenemos una fase de adquisición morfológica que nos permite adivinar cómo categorizar algunas entidades, y otra fase que es más semántica que busca polarizar o implicar las ideas dentro de su marco. La semiología consistiría en una suerte de construcción de reglas de producción que simplificaría todos esos procesos repetitivos de estudio morfológico y semántico que se van retroalimentando continuamente.

Es decir, podemos imaginarnos un joven con dolencias, miedos e inquietudes..., con muchos escarabajos en cajas de Wittgenstein. Entonces mira al cielo, y ve la noche; después, mira al cielo, y ve que es de día. Pero no tiene palabras para distinguirlo, ni nadie que le responda por esa inquietud. Tiene a sus mayores que pueden ofrecerle una secuencia: el día para él, la noche para él. Señala al cielo y dice "Amaterasu", al amanecer - como saliendo de una cueva. Luego le sigue la noche, su hermano la luna "Tsukuyomi". Esas palabras se entienden, y se suceden uno al otro, como dos hermanos hijos de luces fugaces como el rayo ("Izanagi"). La figura del que impone su látigo y castigo, el patriarca con el rayo, de misma naturaleza que la luz del sol y de la luna; como imponiendo un castigo... Como decía Muller, en los nombres de los dioses observaremos un protolenguaje del que luego se usará para comunicarse.

Sin embargo ese protolenguaje no tenía como objeto comunicarse, sino compartir los escarabajos en caja. Más en concreto, como pasaba con los leones, se necesitaba predecir el modelo de la realidad adivinando las secuencias (morfología) y las implicaciones (semántica). Pero para entender una abstracción no basta con señalar al objeto, hay que etiquetarlo con un referente; para acto seguido hablar de él y alimentar así la creación de un mito.

El lenguaje humano ha sido un éxito gracias a que en realidad fue el mayor de los rotundos fracasos de entre todos los inventos humanos. Es decir, el verdadero objetivo del lenguaje era conseguir una quimera que, a día de hoy, sigue siendo inalcanzable. Y, por ser así, ríos y ríos de tinta seguirán incitando a los poetas a procurar acercarse al verdadero objetivo, junto a científicos, filósofos, retóricos, etc...

Es decir, podemos decir que existe un genuino origen del lenguaje, y no es la idea genérica que acabo de contar, sino que consiste en un escarabajo muy concreto en su correspondiente caja. Y ahora estoy hablando del dolor. Desde pequeños al niño cuando le duele algo lo primero que hace es mirar a sus padres, para que éstos le digan qué es lo que siente. Es la duda ante dolor. Primero sienten el dolor, pero tienen dudas de cómo se cataloga. Esta demencia de retardo del dolor proviene de la verdadera motivación que tiene el lenguaje: explicar lo que es el dolor. Al niño lo flagelan las circunstancias, si no sintiera dolor tardaría más en aprender. Sin embargo, ante sociedades tan complejas como la nuestra es muy fácil sentir diversos tipos de dolor no físicos - de angustias. Y eso es debido a la disonancia cognitiva que pueda representar verse sometido a una agenda que sobrepase a quien sea víctima de una enfermedad sin saber porqué enfermó.

El querer saber de dónde emerge la enfermedad, o de dónde emerge el dolor, son latigazos que empujan al individuo el querer aprender abstracciones; siempre y cuando encuentren un lugar en su cabeza para reconocer la correspondencia de disonancia entre la ilusión que viene del temporal y el baño de realidad que muere en el parietal. Esa correspondencia se visualiza en el frontal y se almacena, una vez persistente, en el occipital. Desde el occipital emergerán estereotipos, el temporal alimentará ilusiones, el parietal albergará pragmatismos y el frontal nos dará las justificaciones. Tras una secuencia de llamadas se experimentan impresiones internas: lo fabulesco, lo maravilloso, lo heróico y lo confabulador. Así que las palabras emergen junto con la demanda de construir historias que representen esas impresiones que se generan al experimentar realidades.

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Ya dije que quizá esta entrada fuera de las más difíciles para mí. Me he quedado con un mal sabor de boca - como si no hubiera dicho gran cosa. El asunto es..., ¿acaso un mundo sin dolor ni enfermedades generaría un mundo sin lenguaje?


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