Autocracia o república: o el estado nos dicta la moral o es el pueblo el que dicta la moral al estado. Una república recuerda a la idea de Marx de cómo funciona el proletariado: de abajo a arriba. Las fórmulas de participación debe ser un proceso dinámico y continuo. El gobierno, si es incompatible con los legisladores, entonces sobra - porque los legisladores son los que hacen la moral persistente, el poder ejecutivo sólo antepone su lucha contra la ley o la moral de algunos.
El problema es cuando el sistema no es capaz de distinguir entre pacto social y adecuación social. Para la socialdemocracia lo adecuado es el resultado del pacto: cuando la gente no lucha, no se queja, entonces es porque acepta el resultado. Sin embargo hay personas que sufren de un tipo de afonía, los hay que han sido amordazados y los hay, la mayoría, que quizá estén de acuerdo con estas palabras y aún no lo saben.
Un modelo injusto no es garantista de nada; eso es lo que hacen las autocracias vestidas en apariencia de democracia. Y yo creo que la culpa es de Hegel.
La historia de la humanidad no está regida por una dialéctica de clases, como corregiría Marx a partir de la bazofia hegeliana. El reciclage que hizo Marx asume la metodología: tesis y antítesis. Y no voy a negar que de la fusión de dos posturas irreconciliables nacerá una síntesis, que es objeto de alta consideración. El problema es que también es posible que igual que tesis y antítesis podrían conformar juntos una paradoja resuelta con la síntesis también es posible que tesis, antítesis y síntesis conformen un trilema - y ahí es donde muere Hegel.
La historia de la humanidad ha tenido que afrontar múltiples trilemas; de hecho, hoy día, desde 2008 se tuvo que aceptar el trilema de la trinidad imposible. Es un trilema tan importante y repercutiente que no pilló a nadie por sorpresa - salvo a los necios. Y aún hay quien quiere seguir defendiendo el actual modelo: "hagamos como si no pasara nada" ¡Necios! ¡Mezquinos! Y, mientras tanto, la gente suicidándose o muriéndose de síntomas compatibles con la mendicidad. Quien muere congelado en la calle muere de hambre, da igual el tecnicismo - sería como echarle la culpa al arma cuando un asesino aprieta el gatillo, o como cuando permites que cualquier hijo de vecina porte un arma por haberla comprado y luego te sorprenda el que la use contra alguien. La munición es demasiado barata, cuando cada bala vale por una vida - y esa bala es el argumento del que se vale el periodista para negar las estadísticas en España.
Pero hablaba de la historia de la humanidad, para negar acto seguido la lucha de clases. La historia de la humanidad, según veo yo a esta altura de lo que he investigado sobre filología, no está conformada siempre por una dialéctica de confrontación entre una clase lanzando una tesis y otra clase lanzando la antítesis. De hecho, la dialéctica socrática no es garante de pensamiento - pues Sócrates/Platón nunca nos ofreció una perspectiva innovadora para su tiempo, más allá de pretender retrotraer la democracia griega a los sometimientos de los aristócratas.
Yo sí creo que durante la etapa del franquismo hubo lucha de clases: la dialéctica de lo que fue España fue resultado de la lucha entre el régimen y los que se oponían al régimen. En ese caso sí hubo una tesis (el estado) una antítesis (los huelguistas) y una síntesis (leyes sociales). Marx se habría sentido orgulloso de Franco.
El problema es que esas tesis sólo funcionan con autocracias dictatoriales; cuando el sistema es más complejo, como un despotismo ilustrado, entonces corremos el riesgo de encontrarnos con trilemas: el pueblo puede elegir, el político decide por el pueblo y la mayoría no está de acuerdo con lo que hace el político - por eso existe el poder ejecutivo. Ese modelo, francamente, es estúpido.
Existen múltiples formas de demostrar que el representante salido de las urnas no hará lo que quiere la mayoría:
a) El representante hace una cosa donde la mayoría (ejemplo 60%) coincide, otra cosa donde la mayoría (ejemplo 80%) también, otra cosa donde la mayoría vuelve a coincidir (ejemplo 55%)..., pero si combinamos todas las decisiones el resultado no es representativo de la mayoría (60% · 55% · 80% < 27%). Solución aparente: que el representante no trabaje. Solución esencial: deben ser elegidos por lo que hacen.
b) El representante valora en sus pactos más a un partido que a otro (A<B), otro miembro prefiere otra combinación (B<C), sin embargo al combinar ambos pactos no es aplicable una relación de orden cuando se combina con un tercer representante (elige A>C). Este es el famoso problema de la representación, que hace que probablemente la mayoría esté en contra de los pactos políticos. Solución aparente: no ser trasparente con los pactos reales. Solución esencial: el pueblo debe sancionar los pactos.
c) El representante sabe que hay un comportamiento solidario mayoritario que cada individuo considera que es un acto de nobleza poco habitual (por ejemplo trabajar bajo renta básica), así que puede confeccionar una pregunta a modo de referendo de manera que la mayoría vote en contra (ejemplo: ¿asumes el riesgo de que la gente no trabaje habiendo renta básica (falso debate)?). Así, aunque la mayoría esté de acuerdo conque ellos sí trabajarían acabarían votando en contra por miedo a que no sea así. Solución aparente: desplazar el falso debate a los medios. Solución esencial: las opciones a referendar deben ser sancionadas por las partes.
d) El representante decide que debe de incumplirse una ley para aplicar una medida de emergencia. Sin embargo la medida de emergencia no es del mismo ámbito que la ley, por lo que es corrupción: el máximo representante adopta medidas urgentes fuera de su ámbito de aplicación sancionada por la mayoría. La incapacidad para perseguir la corrupción genera un daño estructural a la democracia. Solución aparente: perseguir la corrupción de las capas más bajas. Solución esencial: someter el poder ejecutivo al legislativo, al judicial y a la meritocracia de la tecnocracia.
e) Es más fácil para un representante hacer campaña todo el año con un logotipo por bandera para polarizar a la sociedad a la pertenencia de tu grupo antes que ser convincente al estar aislado en tu vecindario. Si el vecino fuera más convincente significaría que la minoría puede imponer su cultura a la de la mayoría, lo cual, paradógicamente sería más democrático. Solución aparente: no promocionar desde el estado a los partidos políticos. Solución esencial: hacer inocua la necesidad de un partido político mediante el sistema de participación (modelo asambleario, por ejemplo).
Y así podría seguir..., la mayoría puede que no esté de acuerdo con lo que quieren los representantes - los representantes no representan al pueblo, se representan a sí mismos en exclusividad, o los intereses de sus tenedores de deuda.
La historia de la humanidad se ha definido por conformar la construcción de clases sociales, como bien apuntó Marx. Sin embargo la constitución de esa historia no fue una confrontación entre ellas en todos los casos. Según mi última teoría, sobre el género único, las historias se distinguen entre ellas por cuatro maneras de ordenar las fases de dicha historia: la historia de lucha de clases corresponde con la historia del héroe (socialismo y franquismo), la historia del casamiento de clases corresponde con la del cuento maravilloso (nobleza y clero en el feudalismo), la historia del sometimiento moral corresponde con la de las fábulas (plebe y clero en el feudalismo) y la historia de la indefensión a lo intrínseco corresponde con el género de la confabulación (plebe y nobleza en el feudalismo).
A mi juicio una confabulación no trabaja como la historia del héroe, aunque haya quien vea lucha de clases ahí, porque la plebe no tiene ni voz ni voto ante el señor feudal - si no estoy equivocado de lo que recuerdo de las clases de historia. Así que no se puede decir que hubiera dialéctica de clases. De hecho, si Franco hubiera sido como Primo de Rivera Sr, entonces en vez de la historia del héroe habría sido una confabulación..., la que provocó su destitución como dictador. Es decir, Franco, se podría decir, lo que hizo lo hizo para librarse de confabulaciones - por cobardía.
Es decir, dependiendo del villano el pueblo actúa de una manera o de otra. Y eso puede propiciar a que algunos dictadores mueran en la cama para, a los pocos días, celebrarse una fiesta.
La historia de clases lo que nos cuenta es que un imperio no entra en dialéctica con el nuevo imperio, sino que las personas que conforman los colectivos del imperio en realidad mantienen una discusión entre ellos mismos (el individuo para-sí de Sartre) con sus responsabilidades colectivas (el nosotros que creo que no terminó de desarrollar bien Sartre). El papel que el individuo tiene con su moralidad, que es impuesto por la parte etic (república) o emic (autocracia) del imperio, es el que conforma la manera que tendremos de entender cómo funciona el imperio desde dentro (en los romanos, los ciudadanos romanos) hacia fuera (en los romanos, los bárbaros). Por lo que no hablamos de una tesis y una antítesis por necesidad, sino más bien una manera de justificar las decisiones que sea adoptan individualmente con la intención de pensar en colectivos basado en un principio antrópico.
Es decir, si es posible explicarlo en una clase de historia como si el imperio fuera una persona replicada con los problemas estereotipados de la época entonces tendremos la idea de la historia que protagonizó ese arquetipo.
En vez de imaginarse a los centuriones con sus correspondientes problemas, es el imaginarse a un único centurión representante del colectivo de los mismos, colocarlo sobre el mapa y ver su relación con el ciudadano romano, el esclavo y el colono libre. De ahí, si podemos montar una historia que recoja todos los arquetipos entonces tenemos un cuento convincente basado en el principio antrópico, donde si un ser humano lo entiende es porque lo protagonizaron seres humanos y, además, encaja con lo que se ha rescatado de la arqueología y otras pruebas.
En pocas ciencias el principio antrópico debe inclinarse a un antropocentrismo tan marcado, sin embargo en este caso es justo lo que hay que hacer: todo gira a nuestra idea de lo que es un ser humano, de las pruebas que deja intencionadamente, sus huellas abandonadas, lo que fue sus relaciones con otros seres humanos y, por supuesto, todo desde el punto de vista del prisma de la métrica de lo que es un ser humano y pensado para que no sean repetidos los errores de otros seres humanos.
Esas son, en esencia, mis discrepancias teóricas con la idea de lucha de clases que, por supuesto, corre el riesgo de ser un sistema de revolución que nace muerto. Al fin y al cabo tenemos tres caminos para la revolución: el tercero será hacerse a las armas o inducir a ellas; el primero es el más largo y supone aceptar el marco legal para adecuarse socialmente a lo que haya; el segundo es el camino más corto para llegar al pacto social, que es adonde desembocan todos los caminos, acabar con lo que no funciona dentro del marco legal, la Constitución, iniciar un proceso constituyente.
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