lunes, 14 de septiembre de 2020

ExtrAvertidos

Me viene un correo ofertándome volver a ser editor de artículos. Y, la verdad, se me cruzó por la mente... Mientras fui articulista tecnológico era constante: un día de documentación, otro de edición y pruebas y el tercero para publicarlo. Era constante y me era gratificante, en la medida de que intentaba ponerme el listón a una altura razonable: tocar los temas que consideraba interesantes.

Ya que no podía publicar artículos porque los journals de prestigio no me quieren reconocer mi tecnología, por lo menos escribir sobre la tecnología actual, documentos, etc... Y añadirles mi punto de vista como coloreando la realidad con los cristales de mis gafas.

Pero la realidad es que nunca he tenido gafas. Esas gafas que en ocasiones me pongo para proteger el sol de la vista ya están muy gastadas, y se rompen con facilidad. Bueno..., se rayan. Siempre lo he sospechado: mi punto de vista es posible que deba ser perfeccionado, que se quede obsoleto.

Sin embargo las estadísticas dicen lo contrario: hay artículos cuya brillantez sobrepasa los límites de la imaginación de muchos y que no han sido ni leídos a penas, otros al parecer ahora se están redescubriendo y, efectivamente, los artículos más imperecederos veo en las estadísticas que no se estropean con el tiempo. Mi visión, mis gafas, no son tan malas como me pienso.

Algunos de mis artículos sólo consiguieron buena audiencia al principio; pero allá donde he puesto mi tecnología como colofón final parece que he conseguido una audiencia permanente. Así que puedo hacerme una idea de cuál es el perfil de mi mercado: cuál sería mi nicho de mercado si fuera articulista tecnológico. Yo sería el divulgador que presenta cómo están las cosas hoy día, que hace publicidad de grandes inventores o científicos, y luego sintetiza todo el artículo en la última parte haciendo un remate que, al principio, no se comprenderá pero que, con los años, renacerá entre los lectores.

Hay mucho por descubrir entre mis artículos. Así como mis críticas políticas ocultas, o mis propuestas filosóficas y éticas o morales. Y sé que prevalecerá esa manera de escribir porque no hay nada más molesto como ver cómo todos van en una misma dirección hacia la caída de un acantilado.

Pero leo ese correo ofertándome ser escritor ¿Escritor? ¿Es ese otro grado diferente? No me suena. A mi me llamaban de muchas maneras, y luego se podía ascender a otra. La palabra "writer" creo que es otro nivel. Y el caso es que me sentí bien porque no me ofrecía ser escritor por un artículo, sino por todos. Pero entonces recordé cuando me inventé una palabra en el instituto..., y dije que escribiría un libro sólo para explicar esa palabra.

- ¿Pero tú sabes que no existe la palabra extravertido? Querrás decir extrovertido.

- Tampoco existe la palabra eXcéptico, ¡y mira cómo la usas en clase!

- ¿No decías que escribirías un libro explicando el significado de esa palabra? ¿Cómo piensas estructurarlo?

- Sencillo. El primer capítulo será para explicar el contexto en el que nos situamos en lo que se refiere a un comportamiento extrovertido, y cómo los filósofos y psicólogos tocaban ese término.

- ¿Extrovertido ahora?

- Sí, primero hablamos de la extroversión: cómo ha sido vista a lo largo de la historia. 

- ¿Y después?

- En el siguiente capítulo empiezo a analizar el papel de la extroversión desde el punto de vista de las cuatro grandes verdades del budismo: considerando el dolor de no serlo, la sabiduría del que ejerce ese papel, la ética y su propio código de cara a los que sean extrovertidos y, por supuesto, el arte o belleza de aplicar correctamente el término. En la medida de que estas cuatro grandes verdades sean bien definidas la palabra extroversión será entendida al completo al terminar el segundo capítulo.

- Pero la palabra no es extroversión, es extraversión.

- Efectivamente, entonces es cuando empiezo a hablar de los pensadores más controvertidos y cómo repercutieron en la historia. Estos librepensadores acababan mal en la historia por lo que hacían y cómo pensaban. Y, por tanto, se trataría de hacer un repaso histórico...

- ¿Entonces?

- En el cuarto capítulo es cuando defino la palabra extraversión: son los extrovertidos más controvertidos porque incorporan en su última palabra algo que podrían ahorrarse para mejorar socialmente. El extravertido es, por tanto, una figura quijotesca y, desde un punto de vista teórico, desarrollaría el término relacionándolo con otros términos técnicos que provengan de la psicología.

- Lo cual nos lleva al quinto capítulo, ¿o sólo van a ser cuatro?

- No, por supuesto: debe haber un capítulo por lo menos para citar a los pensadores más extravertidos y analizar en su vida si realmente les valió la pena ser así. Podría citar a Quevedo, y de cómo acabó sus últimos días en una cárcel sin ver cumplido su sueño de perder la hidalguía para hacerse con unas tierras. En este punto hablaría del honor y la posición de superioridad en la que se sitúan algunos autores. Su persistencia con los años, su perdurabilidad...

- Y acaba el libro. Salvo que le quieras poner un epílogo.

-  Yo creo que el capítulo quinto es para analizar el término desde el punto de vista filosófico mezclándolo con corrientes existencialistas, platónicas, kantianas... Estamos diciendo que un sujeto está dispuesto a añadir una frase final sólo por orgullo, sabiendo que podría destruir su propia imagen. Y que eso que añade y que muy pocos entienden es lo que lo hace eterno y, al mismo tiempo, un paria.

- Ahora sí, pero no sé que te queda para el epílogo.

- En el epílogo acabaría diciendo que no es necesario aprenderse o usar esta palabra nueva. Y que si fuera interesante usarla entonces el epílogo sobra, al ser producto de alguna mala extraversión. En ocasiones la gente cree que hace lo correcto sólo porque suena controvertido, pero sólo los visionarios tienen derecho a ser controvertidos. Y, o se tiene ventaja en un área, o no puedes permitirte el lujo de ser extravertido. Quevedo era un gran poeta, Tesla un gran inventor... Tener la última palabra que rompa los esquemas establecidos es un privilegio que sólo se comparte con los necios siendo el tiempo el único juez.

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Sigo pensando que medium es una red social de divulgadores técnicos que me ha puesto un techo de cristal y aunque doble el número de artículos "extravertidos" no creo que doble los ingresos. Porque esta gente creo que hace trampas en las estadísticas, o simplemente me harán ilegibles algunos artículos para que no gane demasiado.

Deberían de aprobarse leyes que regulen las redes sociales. Porque en cuanto triunfa una red social automáticamente se monta un monopolio, y no tiene porqué ser una empresa próspera si se encarga de vender ilegalmente información a sus financiadores. Las redes sociales pueden ser peligrosas si tienen administradores corruptos al ser impunes.

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El extravertido es la persona que vierte una información de más justo al final porque cree que es importante ponerlo de manifiesto aunque le suponga una vergüenza a corto plazo, pero que en el fondo sabe que es útil tenerlo presente.

Sin embargo nunca es útil inventarse palabras nuevas que varían en una sóla letra, especialmente una vocal o consonantes de sonido parecido, porque no suena autoritario. Tiene pinta de error.


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