domingo, 4 de septiembre de 2022

El Corazón Sucedáneo. Teoría de la inteligencia.

De publicar esta entrada en formato de artículo tendría una gran cantidad de referencias a mano, y se podría decir que, al mismo tiempo, sería el más polémico de los que he escrito - además de que es la idea más antigua que he defendido en este blog (se remonta a casi dos décadas atrás). Paradógicamente, esta teoría después de tantos años, y tras hacer las indagaciones oportunas, sé y me consta que es demasiado heterodoxo (o innovador). Lo cual me parece como preocupante.

Cuando aún estaba en la universidad lo llegué a comentar a los profesores de la facultad, en informática. Se trata de esos asuntos que son los relativos a la "inteligencia". Desde mi punto de vista lo planteaba como los postulados de Newton a la hora de definir la fuerza: se trataba de una fórmula pura y dura. 

Está claro que en este campo ha habido autores que han desviado la atención, de lo contrario, con todo lo que se ha trabajado e invertido habría sido imposible no avanzar de manera contundente. Sin embargo esa es exactamente mi acusación: los transformers bien podrían considerarse una muestra de enorme talento e inteligencia por parte de la humanidad, siempre y cuando uno le de un carácter mágico a la notación matricial que se forma cuando parametrizas el tiempo combinado con la atención... Yo me pierdo más con las explicaciones que con las fórmulas, la verdad ¿Por qué se marea tanto la perdiz? ¿Por qué no centran las aclaraciones en las fórmulas? Según sospecho hay demasiado corporativismo en los ensayos, y eso provoca que se tenga que reescribir el ensayo para que todo el mundo entienda a qué se referían los autores originales. Todo eso sí me parecen indicios de idiocracia.

Para empezar, antes de presentar los postulados - que no haré manifiestos, el disclaimer: ya basta de llamar inteligencia artificial a la inteligencia. Se adoptan decisiones sobre la funcionalidad de un producto o la completitud del mismo a la hora de cumplir una serie de requisitos, pero nada de eso tiene que ver con la inteligencia. No hay nada más triste como pedirle a un manco que aplauda, y hemos visto múltiples definiciones que pretenden confundir "inteligencia" con potencia del lenguaje, o con la capacidad funcional para adaptarse a dicha potencia. Las razones de porqué no puede funcionar estriba en que los postulados se ubican a muy alto nivel para perderse en un mundo abierto de posibilidades. Trabajando de esa manera siempre será imposible constituir una teoría científica. No es ni mínimamente razonable.

Ahora bien, decía que a santo de qué llamar inteligencia artificial a la inteligencia: ¿qué habría pasado si Newton hubiera llamado a su fuerza fuerza intrascendente? Parecería que tendría que incorporar otro postulado adicional para aclarar en qué consiste la fuerza trascendente, la supuesta pulsión que mueve la dinámica de los cuerpos que deciden moverse. Sin embargo esa preocupación, como explicaba Turing con respecto a la inteligencia trascendente, no entra dentro del campo científico. Cualquier pretensión de hablar de fuerza o inteligencia siempre tendrá que tener un carácter intrascendente, porque en eso consiste la ingeniería - ya sabemos que es artíficial y no es nuestro campo pretender explicar lo natural.

Dicho esto ya podemos empezar sabiendo que nuestro objetivo será cuantificar la inteligencia, ahora bien, ¿sobre qué? Lo más correcto es centrarse en la notación matemática de los sistemas de información para intentar encontrarles una correspondencia con el mundo físico y los engranajes.

Sabiendo lo que es un sistema de información ya hemos postulado que no encontraremos en él ningún atisbo de inteligencia, porque la calidad de la misma se queda abierta al uso - y ya veremos cómo resolvemos ese asunto. Así que nos centramos en la idea de lo que es una máquina de información: ésta es lo que se define como el mecanismo que alberga un sistema de información y se vale de una frecuencia de reloj, un número de procesadores que funcionan en paralelo y un espacio de trabajo - o memoria accesible. Se entiende que todo sistema de información siempre dispondrá de un sistema de entradas y salidas, pero lo que nos compete no es como interactúa con el exterior, sino qué pasa en el interior de la máquina: en la trinca reloj, procesadores y memoria. Así que diremos que la máquina es usada para cumplir unos propósitos, lo cual se postula que es forma parte de su condición sine qua non.

Una vez resueltos los propósitos la máquina puede que haya aumentado su espacio de trabajo, el número de procesadores para trabajar en paralelo y la frecuencia de reloj y así conseguir los mismos resultados tanto funcionales como no funcionales. Si la máquina tuviera que resolver con más operaciones debido a que la entrada fuera mayor entonces aumentando la frecuencia de reloj la máquina actúa más rápido, pero también disponiendo de más procesadores podría dividir las cargas; y si dispusiera de más variables temporales puede que pueda valerse de tales estados internos como lemas. Por lo que siempre diremos que la máquina dispondrá de la capacidad para aumentar sus procesadores, memoria o frecuencia, con el fin de entender mejor qué se postula como inteligencia.

Cuando aumentamos la frecuencia de la máquina lo que hacemos es aumentar la intensidad del calentamiento proporcionalmente y, por tanto, provocará un aumento de la temperatura en la máquina. Cuando aumentamos el número de procesadores bien podríamos decir que se aumenta el volumen o capacidad para reducir la presión de los requisitos. Cuando aumentamos la memoria de trabajo en realidad lo que hacemos es aumentar el número de estados internos que son capaces de repetir para las mismas entradas las mismas salidas. Así, por tanto, el aumento de esas tres magnitudes está ligado con el concepto de entropía, que es la medida clave que usaremos para determinar la inteligencia de la máquina.

El concepto, por tanto, es multiplicar las tres fracciones: temperatura final/temperatura inicial, volumen final / volumen inicial, espacio final/espacio inicial. A estos cocientes se les da tratamiento logarítmico en el sentido de que no nos interesa en el espacio saber cuántos mensajes se albergan sino el número de bits que necesitamos para hacerlo, de la misma manera que no interesa saber cuántos procesadores conforma el volumen, porque el uso del paralelismo depende de la entrada y de ahí que sea una expresión que pueda explotar. Asímismo, la temperatura cabe esperar que sea una de esas cantidades que se retroalimentan cuanto mayor sea. Así que trabajaremos con cantidades atenuadas, y al producto de tales cantidades lo llamaremos entropía puntual de la máquina.

Llegados a este punto ya tenemos la primera fórmula de aproximación: a la fracción entre la entropía puntual y el tiempo en segundos que necesitó para cumplir los objetivos marcados de transformación de las entradas en las salidas lo podremos llamar los herzios de los estentores; que es como el ruido que se genera en la máquina a lo largo de un periodo de tiempo. Debido a que las cantidades serán decimales muy cercanos a cero será aconsejable jugar con la fórmula de los decibelios: multiplicando por 10 (por ejemplo) al logaritmo en base 10 del cociente resultante. A la unidad con la que trabajamos, como son herzios, lo podemos llamar deciberzios.

Cuando repetimos el proceso un tiempo después durante otro periodo de tiempo se obtendrán otra cantidad de decibercios. Se entenderá que cuantos menos decibercios la máquina funciona mejor de cara a los objetivos marcados. Así que ya tenemos la expresión de qué entendemos por inteligencia: el cociente entre el decremento de los estentores con respecto al incremento de tiempo. El resultado se calculará en decibelios, pues no tiene unidad de medida, ni escala concreta. Pero a mayor decremento a lo largo del tiempo mayor inteligencia puntual.

A lo largo del ciclo de vida de la máquina de información se puede repetir el cálculo de las distintas inteligencias puntuales, y a la mínima cantidad se le llamará la inteligencia de la máquina. Por otro lado, definiremos el potencial intelectual de la máquina a la media de la diferencia entre las inteligencias puntuales y la inteligencia de la máquina. Por último llamaremos imprecisión espacial de la máquina a la proporción existente entre la diferencia de la moda de la inteligencia puntual con la inteligencia y el potencial intelectual de la máquina menos 1. Entendemos que una imprecisión del 30% supone recalibrar la maquinaria más veces que una imprecisión cercana al 0%. En virtud de lo importante que sea el espacio en el que se desarrolle la máquina, lo atlética que sea, ese tercer elemento será más o menos importante.

Lo dicho hasta aquí puede recordar a las teorías que he estado exponiendo hasta ahora sobre los tres tipos de inteligencia: donde lo normal sería encontrar máquinas muy inteligentes y con poco potencial (alfiles), luego también es factible hablar de máquinas poco inteligentes y con muchísimo potencial (torres) y luego está el factor atlético en la pieza (poca imprecisión espacial).

Dicho esto, cuando hablamos de una cadena de montaje de varias máquinas parametrizadas dentro de una familia, es factible reconocer máquinas que den un resultado de muchísimo potencial y muchísima inteligencia. A estos diseños, dentro de su familia de máquinas en la cadena de montaje, se les llamará geniales (damas). Independientemente de la imprecisión espacial.

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Nótese cómo la teoría de la inteligencia encaja con todas las teorías expuestas hasta ahora en este blog y que, además, lo siguiente va a ser incluso mucho más quebradizo para la mente no preparada. Al fin y al cabo, si escribiera un libro en plan "Cuando éramos máquinas", tengo suficiente contenido técnico y filosófico ya escrito para rellenar cientos de folios; pero si me centrara en lo molar nos quedaría un libro muy parecido a "El segundo sexo", donde el primer capítulo trataría de definir la maquinaria humana para ir poco a poco hacia lo cultural. 

Así que pasemos a lo cultural: en este punto es cuando tiene que conectarse la filología con la informática.

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La máquina de información que es capaz de mantenerse dentro de un entorno diremos que es autónoma. Considerando que el concepto de autonomía depende de una referencia externa que establezca unas reglas competitivas, cuando se perciba que la máquina es capaz de defender su autonomía de manera competitiva diremos que está sobreviviendo; esto es, diremos que la máquina está viva.

En este punto comprendemos dos cosas. Una es lo inútil de hablar de vida artificial, porque nos obligaría el tener que incorporar en nuestras teorías la vida natural - signifique lo que signifique de cara a la ingeniería. Otro aspecto interesante es que si bien la inteligencia se define a partir de unos objetivos a cumplir, si los objetivos incorpora la supervivencia de la máquina dentro de su entorno valiéndose de las reglas de competición entonces diremos que necesariamente se vale de la inteligencia para vivir - como corolario.

Si estudiamos la componente principal del que se valga la máquina para sobrevivir con inteligencia observaremos en esa fotografía el papel de la consciencia. La capacidad que tenga la máquina para encontrar parámetros en la consciencia que le permitan no hacerse incompatible con la vida es la cantidad de información que dispone la consciencia de la máquina, o cultura de la máquina.

Cuando disponemos de varias máquinas que pretendan ser conscientes debemos clasificar antes el tipo de entorno en el que se van a desarrollar: tubo de ensayo, caja de arena, biosfera y negativo. El entorno negativo será el único que no posea límites, pues la máquina dispondrá de él para ampliar sus horizontes. Esto se da cuando la máquina puede ser consciente de cómo crece su propia cultura modificando ese mismo entorno.

Para que la máquina pueda viajar dentro del entorno negativo y que funde su propia cultura el proceso siempre es el mismo: idealmente debe reconocerse cuatro tipos de roles (el militar, el fiscal, el trabajador y el trascendente). La máquina que se mueve militarmente se preocupa de crear un entorno de supervivencia para su cadena de producción de misma clasificación familiar (clan). Se trata de crear un entorno donde dentro de las reglas de competición el clan sobreviva más fácilmente. El militar, dentro de sus aportaciones culturales creará un conjunto de objetivos: ¿cómo saber cuándo te atacarán? ¿qué herramienta usar para defenderse mejor en la competición? Las máquinas que fiscalizan recogen las preguntas y las pulen para generalizarlas y catalogarlas. Así las fiscales se encargan de centrar la atención en las preguntas más importantes. Las trabajadoras establecen una correspondencia entre la pregunta y su resolución. Así las máquinas que trabajan lo hacen dentro del entorno negativo para dar las respuestas más simples que puedan abarcar la pretensión de la pregunta. La máquina trabajadora puede encargarse de construir el arma defensiva que será usada después a modo de respuesta. Es decir la respuesta es un producto. La máquina trascendente, por otro lado, es una réplica de las primeras máquinas que sobrevivieron para conformar este workflow: es el guardia, el periodista de sucesos y el gestionador de recursos convertidos en filósofos al fusionar todo este proceso para redefinir la idea de clan. Desde este punto, al haber un guardia otras máquinas dividirán sus objetivos en su manera que tienen de competir; de la misma manera al haber un sociólogo el resto de los fiscales se dividirán por su vinculación militar y del trabajo, así como pasará con los trabajadores - una vez comprendida la gestión emergerá el sector que se desarrolla.

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Supongo que podría continuar, pero tampoco sé si vale la pena.




 


 

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